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Colombia: el poco conocido mundo de la "venta" de información de narcotraficantes a la justicia de Estados Unidos

Estados Unidos lleva décadas fomentando el uso de informantes del narco para combatir el tráfico de drogas, sin embargo los expertos advierten que la estrategia no es tan exitosa como parece.

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6 de agosto de 2018, 5:49 AM
6 de agosto de 2018, 5:49 AM
NArco detenido
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La mayoría de los narcos deciden cooperar después de que fueron arrestados o extraditados a Estados Unidos.

En el mundo del crimen organizado y las mafias, uno de los mayores "pecados" es la traición.

Aquel que se convierte en informante, o como le dirían en Colombia: sapo, de inmediato puede pasar a ser objeto de una feroz cacería.

Es por ello que los ajustes de cuentas son moneda común entre narcotraficantes, fundamentalmente en territorios como el colombiano.

Pese a ello, la justicia de Estados Unidos lleva décadas usando informantes para asestar golpes a las organizaciones que trafican sustancias ilícitas.

A cambio, estas personas pueden ser beneficiadas con penas benévolas en territorio estadounidense e incluso acceder a un programa de protección de testigos en el que obtienen una nueva vida a cambio de delatar a algún pez gordo del narco.

Agentes de la DEA
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La DEA señaló que no comenta sobre sus informantes porque es parte del trato con ellos.

¿Cómo llegan personas que conocen las entrañas mismas del tráfico de drogas a sentarse ante un fiscal en EE.UU. para contarlo todo?

Es conocido que los delatores existen desde el inicio mismo del "negocio", e incluso se han escrito libros y realizado telenovelas al respecto, pero poco se sabe de cómo se establecen estos acuerdos.

BBC Mundo conversó con un exagente de la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés), un abogado que lleva 25 años representando a informantes colombianos y expertos en narcotráfico para encontrar algunas respuestas.

Es una especie de negocio de "compra-venta", señalan los analistas.

El origen político

Michael Levine fue un agente de la DEA que entre los 70 y 90 realizó operaciones encubiertas en Argentina, Bolivia, Colombia y México, entre otros países.

En su historial está haber logrado una de las incautaciones más grandes en la historia hasta ese entonces, más de una tonelada de cocaína que debía partir de las selvas bolivianas y llegar a Miami en 1980.

Años después, abandonó la DEA acusando a la justicia estadounidense de proteger a grandes peces gordos debido a que "favorecían ciertos intereses" e involucró a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en esta clase de acuerdos preferenciales.

"Para entender el sistema de tratos con informantes hay que volver al caso de la narcotraficante boliviana Sonia Atalá, una de las mayores traficantes de la historia que ahora es desconocida porque recibió protección de la CIA", afirma Levine a BBC Mundo.

El exagente recuerda que Pablo Escobar solía llamarla la "reina blanca" por las incontables toneladas de pasta base de cocaína que le enviaba a sus laboratorios.

Libros sobre Pablo Escobar
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En Colombia se escribieron libros y realizaron series de televisión sobre las traiciones dentro del narcotráfico.

Levine indica que, a principios de los 80, Atalá fue parte de una conspiración política que derivó en un golpe de Estado en Bolivia.

Esa acción, según el experto, en principio contó con el beneplácito de EE.UU. dado que era parte de los esfuerzos que hacía ese país para evitar la expansión del socialismo en América Latina.

"Ese es el origen de los acuerdos con grandes narcotraficantes y así empezó la era de los informantes", afirma el exagente, autor del libro "La guerra falsa" en el que relata sus años en la DEA.

Otro caso de carácter político que recuerda el ahora investigador privado es el escándalo que hace tres décadas fue conocido como "Irán-Contras", en el que se acusó a Estados Unidos de aprovechar el dinero de la venta de armas y drogas para financiar a las milicias que combatían a la Revolución Sandinista de Nicaragua.

"Para mí fue muy frustrante chocar con este sistema. Los narcotraficantes descubrieron que les puede ir mucho mejor colaborando con el gobierno estadounidense a cambio de protección. Ellos son los grandes ganadores, no nosotros", concluye.

Uno de los narcos más conocidos que decidió colaborar con la justicia de Estados Unidos fue Carlos Lehder, una de las cabezas del Cartel de Medellín quien fue uno de los testigos clave para acusar y condenar al expresidente panameño Manuel Noriega.

El colombiano fue el primer capo en ser extraditado a Estados Unidos, en 1987.

Pese a su colaboración, Lehder todavía no logró su libertad y acusa a EE.UU. de incumplir los acuerdos que realizó con él.

Lehder
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Lehder fue el primer capo colombiano en ser extraditado a EE.UU.

Los acuerdos

Todd Merer, abogado especializado en casos de narcotráfico, señala que las "cooperaciones" fueron incorporadas de lleno a la justicia estadounidense desde 1987.

"Desde entonces un juez tiene la potestad de decidir si la información obtenida es sustancial y si se puede llegar a un acuerdo con el informante", indica Merer a BBC Mundo.

El abogado recuerda que en ese momento los mayores esfuerzos estadounidenses estaban concentrados en derrotar a los dos mayores carteles colombianos, el de Medellín y el de Cali, que se encontraban en guerra.

"Desde entonces hay narcos que deciden cooperar, generalmente después de que son arrestados o extraditados", indica.

Añade que, en algunos casos, llegó a ser contactado por colombianos dispuestos a "rendirse y contarlo todo" a cambio de protección en EE.UU., incluso sin tener acusaciones en su contra.

Merer afirma que en más de 25 años no tuvo que convencer a ningún exnarco de convertirse en informante, sino que casi siempre la iniciativa salió de ellos.

Incautación
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Expertos señalan que pese a que aumentan las incautaciones de droga gracias a los informantes, el negocio está lejos de recibir golpes reales.

¿Cómo se mide el valor de la información brindada?

"Mientras más peces gordos que se pueda involucrar o más kilos y dinero se puedan incautar, la colaboración es considerada más valiosa", señala el abogado, quien el año pasado presentó el libro "The Extraditionist", una novela en inglés sobre esta clase de casos.

La inmensa mayoría de las cooperaciones son testimonios, explica Merer, aunque a veces los informantes también aportan documentos de transferencias de dinero, números de cuentas bancarias o incluso cuadernos con los registros del movimiento económico de las organizaciones criminales.

Afirma que, en ocasiones, los cooperantes logran reducciones tan significativas a sus penas que pasan cuatro o cinco años en prisión y luego quedan en libertad.

"Dependerá siempre del juez y también del lugar donde se realice el juicio. Hay estados, como Florida, que son más abiertos a estos acuerdos que otros", añade.

El experto añade que hay casos en los que los cooperantes pueden salir de prisión quebrados porque sus bienes fueron incautados en Colombia y sus cuentas congeladas, y otros en los que recuperan la libertad con su dinero intacto.

El mayor caso

Consultado sobre el mayor caso cooperación que conoció, Merer recuerda el de un colombiano que cooperó durante dos años y medio con la justicia estadounidense y poco después obtuvo su libertad.

"Se trataba de un narcotraficante de mucho peso, quien además era muy violento y poderoso, acusado de muchas muertes, pero que fue muy útil para el gobierno", apunta.

Merer indicó que, una vez comprobado el valor de la información que entregó, un juez le dio una pena de tan solo cuatro años incluyendo los dos años y medio que pasó cooperando con la justicia estadounidense.

Isla de Lehder
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Lehder tenía una isla privada en Las Bahamas que utilizaba para distribuir la droga del cartel de Medellín.

El abogado señala que, en su experiencia, la mayor cantidad de casos de este tipo involucran a colombianos.

"En México es más difícil. Prefiero no ir mucho porque hay demasiada violencia. Allí matan a los abogados como yo", concluyó.

BBC Mundo contactó con la oficina de prensa de la DEA para conocer su versión sobre su trabajo con informantes.

En breve comunicación telefónica, la agencia estadounidense señaló que no realiza comentarios sobre este tema porque esa es una de las partes de los acuerdos con aquellos que cooperan.

La DEA señaló que información de esa clase se puede requerir a través de la Ley para la libertad de información (FOIA, por sus siglas en inglés), aunque estas solicitudes han sido rechazadas en el pasado.

Por ejemplo, en octubre de 2015 la DEA recibió un pedido a través de ese mecanismo solicitando "toda la información sobre un colombiano a propósito de su estatus de informante confidencial".

La agencia, según los archivos, rechazó "por completo" la solicitud.

Chapo
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El Chapo Guzmán es el último de los grandes capos del narco en ser extraditado a EE.UU.

Un juego sin fin

Para el experto colombiano en seguridad Hernando Zuleta, esta estrategia tiene sus aspectos positivos y negativos.

"Es cierto que permite desarticular ciertas organizaciones, sin embargo, en un contexto dinámico es muy difícil afectar al negocio de manera real", afirma.

Zuleta pone el ejemplo de la derrota del Cartel de Medellín, "la gran victoria sobre el narcotráfico del anterior siglo gracias al modelo de colaboración".

"Muertos Pablo Escobar y sus principales aliados, el negocio solo se reacomodó", indica Zuleta.

El profesor de la Universidad de Los Andes añade que se han visto casos en los que peces gordos han sacado ventaja de estos tratos con la entrega de mandos medios que no afectaron a sus organizaciones.

"Si uno observa la dinámica del negocio, la cantidad de droga exportada no se redujo por este tipo de políticas", concluye el experto.

Otra consecuencia de la estrategia de los informantes que observa Zuleta son las olas de violencia que se producen en Colombia cada vez que se dan grandes delaciones en Estados Unidos.

El exagente Michael Levine considera que después de tantos años ya quedó comprobado que los acuerdos con narcos no sirven para terminar con el tráfico de sustancias controladas.

El investigador indica que la llamada guerra contra las drogas es un "juego sin fin" en el que autoridades estadounidenses se "cuelgan una medalla" con cada captura e incautación, pero que está muy lejos de acabar con el negocio.

"Por eso digo que es una guerra falsa", concluye.


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