El cuerpo del dictador que gobernó Bolivia fue cremado en una ceremonia privada. Falleció a los 88 años la madrugada del domingo tras severas complicaciones cardíacas

El Deber logo
30 de abril de 2018, 16:01 PM
30 de abril de 2018, 16:01 PM

Un minuto de silencio acompañado por el sonido de la trompeta fúnebre, el saludo militar de algunos de sus camaradas y el disparo de balas de salvas acompañaron el último adiós a Luis García Meza Tejada. El dictador que gobernó Bolivia entre el 17 de julio de 1980 y el 4 de agosto de 1981 no recibió ningún honor oficial.

Los restos del militar fueron cremados por voluntad de su familia, tras una misa de cuerpo presente que tuvo lugar en la capilla castrense en La Paz. Existió absoluta reserva y hermetismo por parte de sus seres queridos, que desde su deceso no emitieron ningún comentario. 

Conoce más: 

El ministro de Defensa, Javier Zabaleta, dijo a EL DEBER que ni las FFAA y tampoco el Ejército honrarán la memoria de su excomandante. “Es uno de los ejemplos malos que tienen las instituciones militares dentro de su historia" aseveró y dijo que solo se lo recordará como un "dictador”. 

Durante su velorio se observó que sus camaradas montaron un "guarda oficial" alrededor del ataúd, rotando para acompañar el cadáver sin vida de García Meza. Militares de servicio pasivo hicieron gestiones para que se le rindan honores como un comandante, pero las mismas no recibieron respuesta oficial. 

Lea también: 

Hoy el presidente de la Cámara de Senadores, José Alberto Gonzales, dijo que la muerte del militar deja sensaciones encontradas. "Sintetizo en una frase, cuando no tengas nada que decir sobre un muerto, mejor quedarse callado".

Puedes ver: 

Un paro respiratorio terminó con su vida a las 03.00 de la madrugada del domingo. García Meza protagonizó uno de los coletazos más violentos de los ciclos de facto del país, que comenzó con el asalto a la Central Obrera Boliviana (COB) y la desaparición forzosa de Gualberto Vega Yapura, Carlos Flores Bedregal y Marcelo Quiroga Santa Cruz.

Con su muerte, el militar se lleva a la tumba dónde están los restos del líder del Partido Socialista 1 y descarga los crímenes de su dictadura en otro gobernante de facto, el extinto Hugo Banzer Suárez.