El oficialismo logró llevar a las urnas solo al 36,5% de su militancia, cuando esperaba al menos al 50%. La oposición llegó al 5% de participación, pero lo interpretó como un acatamiento al pedido de no votar

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28 de enero de 2019, 6:31 AM
28 de enero de 2019, 6:31 AM

Ganamos todos, pero terminaron en crisis. Las elecciones más extrañas de la historia de Bolivia terminaron con un 23,5% de participación y nueve candidatos que a mitad de año podrán inscribirse para las elecciones generales de octubre, pero también con una demostración -según los analistas- de que el sistema de partidos está en crisis y esta vez también incluye al Movimiento Al Socialismo, que acabó la elección con una participación del 36% de su militancia. El resto de los opositores estuvo con una presencia en las urnas de alrededor del 5%.

La escena se repitió casi en todo el país: recintos electorales vacíos, delegados sentados esperando a militantes que no aparecerían, grupos de opositores concentrados en algunas plazas del país desarrollando un referendo particular: primarias versus 21-F y un arsenal de oficialistas tratando de mantener el optimismo al mediodía.

Con que votaran entre un 50 y un 70% yo estaría feliz; si vota el 100%, ultrafeliz; si vota menos del 50% me voy a preocupar porque es un llamado de atención de que la estructura orgánica requiere un conjunto de ajustes”, dijo Álvaro García Linera y su militancia le llamó la atención. Eran aún horas de la mañana y el optimismo era notorio en el binomio oficialista. Desde el Chapare Evo Morales calificaba de exitosa y cargaba contra sus opositores: “Hablan tanto de democracia, en democracia se vota no es con golpe sino con elecciones. Las revoluciones son con voto no con bala y aquí estamos demostrando los movimientos sociales una participación democrática”, dijo desde Shinahota.

García Linera insistía en que no se puede hacer un partido solo de funcionarios públicos, aseguraba que los trabajadores estatales eran solo 20.000 y que ellos habían logrado inscribir más de 1 millón de militantes y que esto le serviría para ver cómo estaban en cuanto a militancia. Horas más tarde, Manuel Canelas, ministro de Comunicación, tuvo que admitir que García Linera “pecó al manifestar su expectativa”.

La oposición mantuvo un silencio prudente, ya que ellos no tenían la obligación de demostrar fuerza en las primarias: habían decidido pedir a su militancia que no vaya a votar, así que cada ausencia era una señal de triunfo.

Resultado puesto

Si bien desde lo formal no importaba mucho la cantidad de votos, los partidos y alianzas perseguían diferentes objetivos en la elección de ayer: mientras el MAS quería presumir de su musculatura política, la oposición buscaba mostrarlo cada vez más débil e incapaz de convencer a su propia militancia de ir a votar en unas elecciones de sufragio no obligatorias.

Es por eso cuando María Eugenia Choque, presidenta del Tribunal Supremo Electoral, comenzó a leer los resultados, su primera conclusión fue que había que fortalecer a los partidos políticos y agrupaciones ciudadanas.

Ahí se partieron nuevamente las aguas: mientras el oficialismo trataba de explicar que el resultado no fue tan malo, la oposición festejaba como una victoria sus números famélicos: “Nuestra decisión de no votar fue seguida por el 95% de nuestros inscritos, ¡¡gracias por esa decisión!!”, rompió el silencio Carlos D. Mesa por Twitter, donde calificó de fiasco las elecciones primarias.

Más envalentonado, Óscar Ortiz, candidato de Bolivia dice No, convocó una conferencia de prensa con dos objetivos: decir que el MAS fracasó y mostrar la estructura de 13.000 delegados demócratas que ‘cuidó el voto’. “El MAS no logró su objetivo, el MAS fracasó. Más del 25% de las mesas (electorales) no se abrieron por falta de delegados y en las más de 5.000 mesas en las que estuvimos recolectando datos no se llega al 40% de los votos”, dijo.

Un tono más arriba, Víctor Hugo Cárdenas (UCS) dijo que después del “fracaso” de las primarias lo que viene es la lucha para la renuncia de los vocales del TSE, cambiarlos por unos idóneos que garanticen la competencia electoral y que aparten a Evo Morales y a Álvaro García Linera de la elección.

Reacción gubernamental

Una de las conclusiones preliminares de esta elección es que el ministro de Comunicación recuperó el rol de vocero del Gobierno -asumido hace años por el ministro de la Presidencia de turno-. Canelas fue el encargo de ‘interpretar’ los resultados. Primero cargó contra los opositores que llamaron a no votar con la justificación de que había un solo candidato por partido o alianza. Recordó que Carlos Mesa se aseguró, mientras construía sus acuerdos, de que no haya más binomios dentro de su alianza, que el PDC le impidió a Norma Piérola competir contra Jaime Paz Zamora para la candidatura y que en el MNR había hasta tres binomios y no solo el de Virginio Lema y Fernando Untoja.

Sobre la cantidad de votos obtenidos por el binomio oficialista, Canelas aseguró que es un resultado bastante decente, comparado con el comportamiento de los electores en las primarias de otros países. Distribuyó los resultados de las primarias de Chile y Uruguay, en los que ningún partido logró llevar a la mitad de sus militantes a las urnas. Para Canelas es positivo que más de 400.000 bolivianos hubieran votado, a pesar de que no había obligación. Al igual que el vicepresidente, explicó que las primarias les servirán como un termómetro de su militancia en todo el país, que hubo regiones como Cochabamba y Beni donde hubo más del 50% de participación y en otras regiones no llegó al 25%.

Para José Orlando Peralta, politólogo, los resultados son preocupantes para el MAS porque, pese a toda la campaña, no llegó ni al 40% de participación de su militancia. Para él, el “ciudadano indignado con el oficialismo y los partidos político” utilizó las elecciones como espacio de protesta y se ha bajado una bandera a cuadros para octubre, con una crisis de partidos políticos y un MAS con grandes desafíos.