Las cajas nidos, instaladas en una reserva del municipio beniano de Loreto, se convierten en una esperanza para esta especie catalogada en Peligro Crítico de extinción

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18 de julio de 2019, 9:18 AM
18 de julio de 2019, 9:18 AM

La última paraba barba azul que nació en la Reserva Laney Rickman ya alzó vuelo. En total fueron 12 los pichones que salieron de las cajas nido, que cada año se colocan en los árboles de esta estancia ubicada en el municipio de Loreto, en el departamento del Beni.

Una cifra que ha batido los récords de nacimiento de esta ave endémica, que solo habita en los Llanos de Moxos de Beni y que coincide con la instalación de los nidos artificiales para ayudar en su reproducción.

Según Rodrigo Soria, director ejecutivo de la Asociación Civil Armonía, la población de paraba barba azul (Ara glaucogularis) no supera los 450 individuos y el proyecto de cajas nido que empezó hace más de diez años apunta a que el número de estas aves siga en aumento. Así, estos nidos artificiales se convierten en una esperanza para una especie catalogada en Peligro Crítico de extinción según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

Una historia de supervivencia

 César Flores, guadaparque de la Reserva Laney Rickman, conoce bien la historia de estas aves. Lleva nueve años instalando los nidos adoptivos para ofrecer un espacio para la reproducción a las parabas y a cualquier otra ave que quiera utilizarlos para criar a sus pichones en un lugar seguro.

Empezó cuando este lugar era el rancho Esperancita. Luego, hace poco más de un año pasó a ser la reserva Laney Rickman, un espacio de conservación que forma parte del Área Protegida Municipal (APM) Gran Mojos, en Loreto, creada en febrero de 2016.

“Han sido 12 pichones que empezaron a dejar sus nidos entre enero y abril”, cuenta Flores, quien no solo se dedica a preparar los nidos, sino también a monitorear a los pichones recién nacidos.

Es una tarea complicada –dice– porque las parabas son celosas. Por ello, cuando apenas nacen los pichones, Flores se acerca a los nidos para hacer un rápido registro fotográfico y no regresa hasta que a las pequeñas aves les empiecen a crecer sus plumas.

En ese momento recién empieza el trabajo para colocarles los anillos en sus pequeñas patas, una técnica que se utiliza para monitorear a las aves silvestres y estudiar su migración, longevidad, mortalidad, entre otros aspectos que se pueden descubrir cuando se encuentra al mismo individuo. “Hay que esperar casi tres semanas para colocarles los anillos”, explica Flores.

Tres de las aves que este año anidaron en Laney Rickman llevaban estos anillos, que permitió descubrir que estas parabas nacieron años atrás es esta reserva.

“Es el segundo año que regresan algunas de las aves para anidar. Estamos viendo el fruto de 14 años de trabajo, algunos de los individuos que nacieron aquí y fueron criados en los nidos han vuelto para formar sus familias”, comenta Soria sobre el retorno de las aves.

Apuesta por la conservación

Hasta ahora han sido 81 los pichones que han nacido en estos nidos artificiales. La mayoría en la reserva Laney Rickman, pero también se han colocado cajas en otras estancias cercanas como La Cantina y Las Trancas.

Este año, además, la dirección del APM Gran Mojos colocó 27 nidos en diversas estancias ganaderas donde se observaron parabas Barba Azul. “Ninguno de ellos fue utilizado por las aves. Los motivos aún no lo sabemos”, explica Luis Suárez, director de esta área protegida. Entre los planes –manifiesta Suárez– figura la ejecución del primer censo de paraba Barba Azul en la zona reservada.

El APM Gran Mojos se estableció en el año 2017 y una de las justificaciones para su creación fue la presencia de la paraba Barba Azul, pues se trata de la reserva con mayor área de nidificación para esta especie.

Jhony Salguero, director de Operaciones de la Fundación para la Conservación Loros de Bolivia (CLB), señala que el nacimiento de los pichones de la paraba Barba Azul confirma la importancia que tiene esta zona para la especie. “Gran Mojos alberga el 50% de la población reproductora conocida, ya que además de la Reserva Laney Rickman, existen otros sitios de reproducción como La Cantina, Tres Estrellas y Santa Rosa de Justiniano”.

Salguero recuerda que el tráfico de fauna para mascotas de los años ochenta llevó a la especie casi a su extinción. Por ello –explica– el Gobierno Autónomo Municipal de Loreto impulsó la creación del área protegida Gran Mojos, donde ha instalado un centro de interpretación abierto para los visitantes y los investigadores.

El programa de nidos adoptivos es una de las formas de proteger la reproducción de esta especie, amenazada principalmente por la degradación de su hábitat, el tráfico de fauna y el uso de sus plumas en danzas tradicionales, principalmente en la llamada El Machetero que practican los indígenas moxeños en el Beni.

Las quemas en los Llanos de Moxos acabaron con la mayoría de los árboles que usa la paraba para anidar. Por ello, en el año 2005, la Asociación Armonía empezó el proyecto de la instalación de nido artificiales. Inicialmente fueron 20 cajas hasta llegar a las 80 que ahora tienen.

Además de las amenazas a su hábitat y los riesgos de la captura de la especie, la paraba Barba Azul es un ave que puede demorar entre 5 a 7 años en llegar a la madurez sexual, situación que complica su reproducción, explica Soria.

Pese a las dificultades que enfrenta la especie, la esperanza de que su población siga en aumento es cada vez mayor, pues las experiencias de reproducción están dando resultados en las zonas protegidas destinadas a su conservación.

Mira las imágenes:

En la década de 1980 el tráfico de fauna puso a la paraba Barba Azul al borde de la extinción. Foto: Asociación Civil Armonía
Las cajas nido se instalan para ofrecer un lugar seguro para la reproducción de las aves. Foto: Asociación Civil Armonía
Según la Asociación Civil Armonía se calcula en 450 la cantidad de parabas Barba Azul en todo el país. Foto: Asociación Civil Armonía
Los nidos artificiales son un esfuerzo para evitar la extinción de la paraba Barba Azul. Foto: Fundación para la Conservación Loros de Bolivia
Este año se colocaron 27 cajas nido en el Área de Conservación Municipal Gran Mojos. Foto: Fundación para la Conservación Loros de Bolivia
El Área Protegida Municipal Gran Mojos alberga el 50% de la población reproductora de la paraba Barba Azul. Foto: Fundación para la Conservación Loros de Bolivia

 

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Este artículo fue originalmente publicado por Mongabay Latam y cedido a EL DEBER en el marco de su alianza colaborativa

 

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