Cajías remarca la intensidad de los paceños y su vida tensa por la política

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17 de julio de 2019, 4:00 AM
17 de julio de 2019, 4:00 AM

El historiador Fernando Cajías de la Vega comparte su mirada sobre cómo está La Paz, ahora que cumple 210 años de su grito libertario y que se encuentra en la antesala de un cambio político de trascendencia para todo el país.

 ¿En qué posición geopolítica se encuentra hoy La Paz?

La Paz y Santa Cruz comparten el liderazgo en varios planos y soy un convencido de que en Bolivia se ha dado este fenómeno para bien. El centralismo excesivo todavía existe, indudablemente, dado que no se ha llegado a un pleno desarrollo de las autonomías, sobre todo por el tema económico, ya que falta un Pacto Fiscal. En los hechos, más que en el derecho en Bolivia se da este fenómeno de un poder nacional compartido entre dos grandes centros geopolíticos. Además, estamos hablando de “ciudades-estado” (La Paz y El Alto, y Santa Cruz), con gran influencia en sus regiones. Esto nos ha dado un equilibrio ya que ambos polos se complementan.

En Bolivia, a diferencia de otros países, no ha existido una sola locomotora como el caso de Buenos Aires, en Argentina; Lima, en Perú; o Santiago, en Chile. Más bien, los ejes articuladores de Bolivia han sido compartidos. En el siglo XIX fueron La Paz y el binomio Sucre-Potosí. Y en el siglo XX, a partir de la segunda mitad del siglo pasado, por el boom petrolero, La Paz comparte con Santa Cruz este rol de ejes articuladores de desarrollo social, político, económico y cultural, sin desmerecer el rol de las otras ciudades. La Paz y Santa Cruz comparten estas tareas desde hace bastante tiempo.

En ese sentido, creo que hay que reconocer que, en ciertos ítems de la economía, como la agroindustria, están mucho más pujantes en Santa Cruz. Eso no quita que en La Paz exista un gran dinamismo económico, pero sobre todo por el comercio, los servicios y eso hace que todavía exista una gran fuerza económica en La Paz.

¿Cómo ve a los paceños y a las paceñas en este contexto?

La Paz, como el resto de las ciudades, es muy diversa. Esa diversidad tiene que ver con su cultura, sus etnias y su economía. Hay una burguesía criolla más influida por lo occidental y otra burguesía más mestiza. Una gasta sus excedentes en viajes a Orlando y Miami y otra en construir cholets y bailar morenadas. Son dos miradas diferentes, pero hay rasgos en común. Los paceños, en general, son muy trabajadores y festejan cuatro días su fiesta patronal cuando toca. A pesar del frío, es una ciudad que amanece y anochece con mucha actividad.

¿Y cómo se sienten ahora, en un contexto de tantos cambios?

El paceño siempre ha sido un activista, y lo sigue siendo en uno y otro lado, entre los oficialistas y entre los opositores. Creo que está viviendo, más que en otros lados, la tensión que irá creciendo hasta que se produzcan las elecciones. La Paz es todavía una ciudad donde los lunes no se discute de fútbol sino de política. Y se vive esta tensión porque estas divisiones llegan hasta las familias, las amistades y los centros de trabajo. Los paceños son intensos y a la vez tensos por todos los acontecimientos que se viven en la sede de Gobierno.