La ofrenda floral por la efeméride se convirtió en un escenario de tensión. Antes de los actos, la Policía sacó a ciudadanos. Plataformas increparon al alcalde Percy Fernández incluso dentro de la catedral

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25 de septiembre de 2018, 4:00 AM
25 de septiembre de 2018, 4:00 AM

“¡Fuera de la plaza, señores!” Era la orden de los policías que llegaron antes de que comience la ofrenda floral por la efeméride de Santa Cruz. Llegaron los uniformados para desalojar la plaza 24 de Septiembre porque a las 9:30 iba a empezar el acto con la presencia del vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera; del ministro de Gobierno, Carlos Romero; de la presidenta de la Cámara de Diputados, Gabriela Montaño; del alcalde Percy Fernández; de la presidenta del Concejo Municipal, Angélica Sosa; y del gobernador, Rubén Costas, entre otras autoridades.

Con sus laques en las manos y la voz de orden, los policías hacían levantar de sus asientos a los que estaban en la plaza y los escoltaban para que abandonaran el corazón de la ciudad. La gente se iba protestando: “De nuestra propia plaza nos sacan”. “Este es un lugar público, no pueden hacer eso”.

Así, el festejo de Santa Cruz se aguó desde temprano porque no se permitió el ingreso al centro al ciudadano común. El acto de izamiento de banderas tuvo como preámbulo un cerco hecho por la Policía una cuadra a la redonda, solo invitados y prensa con credencial pudieron ingresar. En la esquina de las calles Libertad y Junín, el secretario general de la Gobernación, Roly Aguilera, y el secretario departamental de Seguridad, Enrique Bruno, estaban igual de consternados que aquellos que intentaban sin éxito ingresar. “No puede ser que no dejen al pueblo entrar a su plaza”, renegó Bruno

Minuto seguido, cuando el gobernador Rubén Costas entró y no consiguió convencer a los policías de permitir la libre circulación, Bruno y otros funcionarios vociferaron: “Pasen”. Entonces el cordón de seguridad se rompió unos instantes, los suficientes para que un grupo de hombres y mujeres alcanzaran a llegar a la plaza.

Casi al mismo tiempo, el secretario de la Gobernación, Vladimir Peña, reclamó: “Este es un exceso de parte de los uniformados, hay desconfianza de las autoridades nacionales respecto a nuestra efeméride que condenamos, ya hemos transmitido al comandante departamental de la Policía nuestra molestia, enfado y rechazo por esta forma de proceder, no se le puede coartar a ningún cruceño, a ningún boliviano, el venir a la plaza a rendir homenaje a Santa Cruz”.

El gobernador Costas confirmó que hizo conocer oficialmente al Ministerio de Gobierno, desde tempranas horas, su malestar por haber cerrado la plaza y no dejar que el pueblo participe del acto cívico.

“Nadie puede quitar el derecho de manifestarse, de defender la democracia y el referéndum. El Bolivia dijo No es imparable”.

El subcomandante departamental de la Policía, Igor Echegaray, dijo:

- Están ingresando las personas que son, en este caso, invitados.

- ¿Esto por la presencia del vicepresidente?

- No, porque no se empañe el acto.

Cristo lo vio

El 24 de septiembre de 2018 será recordado como el día en que la bronca de los que defienden el 21-F y que están en contra de la reelección del presidente Evo Morales reventó en plena plaza de la ciudad de Santa Cruz y, como una gangrena, se extendió hasta el interior de la catedral, donde al alcalde Percy Fernández y a la presidenta del Concejo Municipal, Angélica Sosa, les costó llegar hasta el banco donde se sentaron para participar del tedeum que se llevó a cabo minutos después de que concluyeran las ofrendas florales y de que Álvaro García Linera y su comitiva abandonaran la plaza 24 de Septiembre bañados por vociferaciones del Bolivia dijo No.

Antes de partir, García Linera dijo que lo ocurrido en la plaza fue una muestra de la intolerancia, una falta de respeto, uno viene con toda la sencillez y cariño a rendir su homenaje, pero a otra gente no le importa ni Santa Cruz ni Bolivia.

Sobre el que la Policía no permitía el ingreso de las personas, dijo que entró toda la gente que ha querido, que ojalá hubiera entrado con la voluntad de rendir su homenaje a Santa Cruz y no de mostrar su cara intolerante y fascistoide contra Santa Cruz.

Percy Fernández y Angélica Sosa caminaron desde el centro de la plaza hasta la catedral con las voces en sus oídos: Bolivia dijo No, Bolivia dijo No. Subieron las gradas de la basílica y la paz que normalmente se respira en el interior de la casa de Dios se rompió en mil pedazos. Mientras el alcalde y su escudera caminaban por el pasillo que dirige al altar donde Cristo soporta la cruz, varias personas lograron entrar y les increpaban por el acercamiento que dicen que existe entre la Alcaldía y el Gobierno central.

En dos oportunidades Angélica Sosa no se quedó callada y se defendía y defendía como una leona al alcalde de Santa Cruz. Hasta que llegaron a la banqueta que los esperaba, esa que está adelante, a un costado de la nave principal de la Basílica Menor de San Lorenzo. Al frente de ellos se sentaría después el gobernador Rubén Costas y su esposa, Sonia. Ambos llegaron sin contratiempos porque la gente no les increparó nada, y cuando terminaron los feligreses de darse el saludo de la paz, Costas y su compañera de vida caminaron hasta la banqueta del frente y les dieron un apretón de manos a Percy y a Sosa.

Afuera de la catedral, los manifestantes se ‘afilaban’ las uñas para volver al ruedo. Estaban concentrados en las afueras de la fachada de la catedral, de a ratos corrían a las puertas laterales pensando que Percy y Costas ya estaban por salir.

Hasta que llegó la hora de salir y ni a Percy ni a Sosa les esperaba un panorama tranquilo. La muchedumbre corrió hasta la puerta lateral de la calle René Moreno, los gendarme municipales rodearon el vehículo de las autoridades, y al alcalde y a la presidenta del Concejo les costó ingresar al motorizado que estaba estacionado en contra flecha, rodeado de hombres y mujeres que decían estar ahí a nombre de la democracia y lo tildaban al alcalde de cómplice del Gobierno. A veces, Percy los miraba de frente y les hacía algún ademán.

El conductor apretaba el acelerador despacio, para no atropellar a nadie, para sacar a las autoridades bien libradas de la multitud. Cuando ya se habían perdido por una de las calles, la gente continuó enardecida y corretearon a los gendarmes, les tiraron algunos objetos y un gendarme terminó con una de sus orejas dañadas, derramando sangre. Ante ese panorama, la directora de la Defensoría de la Niñez, Rosi Valencia, retrocedió y buscó refugio en la catedral, se topó con las rejas con candado y un señor que tenía la llave, al verla asustada, le abrió.

Después salió por la misma puerta de la catedral el gobernador. Rubén Costas los tranquilizó, les dijo que los iba a escuchar y encabezó un pequeño pelotón a la Casa de Gobierno y la gente empezó a cantar ¡Viva Santa Cruz! Cuando llegaron, afuera del edificio, Costas les dijo que tenían motivos para sentirse molestos, que en democracia tienen derecho de decir lo que sienten. El sol golpeaba desde un cielo sin nubes, Costas entró a la Casa de Gobierno, dejó la puerta abierta y los ánimos se fueron apaciguando.

“La gente está molesta porque en la mañana quisieron ingresar a la plaza y el Gobierno los llenó de policías”.
Edson Gutiérrez / Plataforma Todos por Bolivia

“Nos dijeron que no podemos entrar porque somos opositores y porque querían despoblar la plaza”.
Serere / Activista de las plataformas

 

Un ciudadano hace escuchar su voz en defensa del referéndum  | El vicepresidente, Álvaro García Linera, en uno de los momentos de la entrega floral en honor a Santa Cruz

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