La relación de un país con   el papa se da a través de sus obispos. Pero tener un cardenal es una gran alegría

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29 de junio de 2018, 4:00 AM
29 de junio de 2018, 4:00 AM

Los cardenales colaboran al santo padre en el gobierno de la Iglesia. Además, son los electores y elegibles en el caso de un cónclave donde se tiene que elegir al nuevo papa. Ahí radica su importancia y el motivo por el que causa alegría en el país de donde se nombra a un nuevo cardenal.
Bolivia no es sede cardenalicia, porque no tiene, como otros países, una tradición de siglos de contar con un cardenal designado por el Vaticano. En el momento en que en esas sedes hay ausencia de un cardenal por muerte o renuncia, se nombra a otro cardenal, pero nuestro país no tiene lamentablemente esa tradición. Cuando falleció el cardenal Julio Terrazas, los bolivianos esperaban el nombramiento de un sucesor, hecho que no se dio inmediatamente, justamente por no ser sede cardenalicia.

Pero ayer, para la alegría de todo un país, Toribio Ticona fue investido cardenal emérito, que tiene una particularidad, pues por su edad ya no tiene la facultad de elegir o ser elegido en un cónclave, tal como lo estipula el derecho canónico. 

Después de esta salvedad, Bolivia se regocija porque siente que en los oídos del papa estarán las palabras de los bolivianos cada vez que Toribio Ticona le hable y le aconseje. Para el sacerdote quechua este ha sido más que todo un reconocimiento a su trayectoria ligada a las clases mineras, rurales y más pobres en que ha ejercido su ministerio.

El peso de tener un cardenal
En palabras de Erwin Bazán, vocero del Arzobispado cruceño: “No los hace más ni menos iglesia el tener un cardenal. La unión de una determinada jurisdicción eclesiástica con el papa es el obispo, que también es su colaborador. No podría existir iglesia en un país si no hay un obispo, que es nombrado directamente por el papa.

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