El caso de Juan, un cochabambino que fue al norte de Chile con cocaína en el cuerpo, ha movilizado a las autoridades consulares bolivianas en el vecino país para la expatriación de su cuerpo

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29 de noviembre de 2018, 5:00 AM
29 de noviembre de 2018, 5:00 AM

Tenía 20 años y después de cumplir con su servicio militar optó por trabajar en una peluquería. Según su familia, tenía pocos amigos. Juan Lovera Callejas se convirtió así en una de las tantas víctimas del tráfico de drogas, de las bandas criminales que a su paso dejan cárcel, muerte y dolor.

Este joven oriundo de Cochabamba, Bolivia, murió lejos de su hogar. Desde hace un año y un mes su cuerpo permanece en el Servicio Médico Legal de Antofagasta, norte de Chile, a la espera de ser repatriado. Hace un año que su familia vive en la angustia pues no han podido recuperar su cuero para darle sepultura.

Uno de sus hermanos, que pidió reserva de su nombre, confidenció que Juan era “un muchacho tranquilo, honesto y responsable de sus acciones, por eso es increíble que pudiera sucederle esa desgracia. No bebía no fumaba, tampoco (tenía) una novia, solo un par de amigas”.

En octubre del año pasado, el joven cochabambino llegó hasta el Hospital Regional de Antofagasta aquejado de fuertes dolores abdominales. Fue atendido en el Servicio de Urgencias. Pese a que intentaron estabilizarlo, en su torrente sanguíneo se había esparcido la cocaína que llevaba en su estómago.

La causa de su muerte fue una sobredosis ocasionada por clorhidrato de cocaína. Cuando le hicieron la autopsia le extrajeron 296 gramos de droga de alta pureza, que estaba en estado líquido.

Entre sus pertenencias encontraron un documento de identidad y con ese nombre fue caratulado en el Servicio Médico Legal. Como se trataba de un ciudadano boliviano la Fiscalía tomó contacto con el Consulado en Antofagasta, para informarles de la muerte del joven.

Estos a su vez iniciaron gestiones ante la Cancillería boliviana para que se ubicara a la familia del fallecido. El proceso se prolongó por varios meses, ya que después se descubrió que el muchacho había cruzado la frontera utilizando el documento de identidad de un hermano.

Esta situación según explicó su familiar, se produjo porque semanas antes de viajar a Chile a Juan le habían robado su billetera. “Aprovechó un día en que yo salí a trabajar para tomar mi DNI (documento nacional de identidad) y se fue. Era la primera vez que salía del país y solo. Después nos enteramos que había fallecido y que tenía mi documentación”, sostuvo su hermano.

Tras establecerse que el joven que estaba en el SML no era quien decía el documento, las autoridades de Antofagasta debieron cumplir un engorroso proceso de rectificación del nombre, por lo que solicitaron que desde Bolivia les fueran remitidas las huellas de Juan Lovera Callejas.

Varios meses demoró esa tramitación hasta que una vez cumplido ese trámite llegó el momento de inscribir la defunción en el Registro Civil. Pero, nuevamente se produjo una tardanza dado que el apellido del infortunado muchacho fue escrito con “b” en vez de “v”. Eso obligó a una nueva rectificación.

Desde el Consulado de Bolivia en Antofagasta señalan que han hecho seguimiento al caso y tras conocer la situación de la familia, asumieron el compromiso de realizar y costear la repatriación en su totalidad, dado que los padres y hermanos de Juan no cuentan con los recursos necesarios para hacer ese trámite.

Por estos días se está a la espera de que se efectúe una evaluación de los costos asociados a la repatriación, lo que permitirá, finalmente, el retorno del joven a su natal Cochabamba para ser sepultado.

“Mi madre se enfermó por tanto llorar y yo tuve un episodio de ceguera. Es muy difícil aceptar la realidad”, dijo su hermano.

Pagar con la vida

Respecto del caso, el jefe de la Brigada Antinarcóticos y Contra el Crimen Organizado (Brianco) de la PDI Antofagasta, comisario Freddy Castro dijo que, lamentablemente, el ciudadano boliviano pagó con su vida el haber aceptado transportar droga en calidad de “burrero”.

“El riesgo es muy alto porque al momento de elaborar los ovoides no se toman las medidas adecuadas o utilizan elementos de forma más bien artesanal. Por ejemplo, guantes quirúrgicos para forrar el clorhidrato que no lo compactan de la mejor forma. Cuando los burreros transportan droga pueden esperar 48 hasta 72 horas como máximo, pero siempre está el riesgo de que alguno se reviente", explicó el jefe policial.

Todo indica que Juan Lovera fue tentado por algún amigo o conocido que le ofreció ganar dinero rápido, pero éste no tuvo la capacidad de ver los riesgos, de dimensionar que su vida estaba en peligro. De quienes lo contactaron nada se sabe, dicen las autoridades.

Una reciente investigación transfronteriza publicada por los diarios EL DEBER, El Mercurio de Antofagasta y La Estrella de Iquique, en alianza con Connectas, encontró que las organizaciones criminales están reclutando a personas vulnerables, como es el caso de mujeres que están a cargo de su hogar, que son tentadas con un negocio ilícito que les ofrece resolver sus problemas urgentes, pero que les deja como principal alternativa la cárcel o un cementerio. Te invitamos a leer AQUÍ esta entrega especial.