José Luis Rodríguez Zapatero, expresidente de España, llegó a la Chiquitania boliviana acompañado por el ministro Carlos Romero y por la vicecanciller María del Carmen Almendras. Fue recibido por autoridades locales

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25 de junio de 2018, 16:42 PM
25 de junio de 2018, 16:42 PM

Se considera amigo del presidente Evo Morales Ayma y un amante de la Chiquitania boliviana, donde España ha sentado precedente con una amplia e histórica cooperación. El expresidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, no ahorra conceptos para hablar de una pasión compartida, la política latinoamericana. Así habló con EL DEBER.

EL DEBER (ED): ¿Cuál es su evaluación de la visita que ha realizado a Bolivia?

Zapatero (Z): Era una visita obligada y debida fundamentalmente porque tenía el compromiso con el presidente Evo Morales que me había instado a visitar algunas zonas muy especiales de Bolivia. Una de ellas, la que he visitado hoy y me ha impactado, emocionado y agradado especialmente es la Chiquitania, en particular San José de Chiquitos y visitar este magnífico templo jesuítico. Y, sobre todo por que recordaba mi etapa en el Gobierno español durante la cual la cooperación española ayudó a la rehabilitación del impresionante templo de San José y otras iniciativas. También estuve en varias zonas de la parte occidental del país y pude compartir algunas conferencias sobre España y América Latina. Bolivia es un país hermano.

ED: ¿Cómo ve a la democracia boliviana? Hoy se está discutiendo con mucha fuerza la habilitación del presidente Evo Morales para las próximas elecciones presidenciales de 2019. ¿Cómo ve esa situación en particular?

Z: Creí que íbamos a tener una entrevista tranquila. El sentido de mi visita ha sido ver las cosas en las que hemos contribuido como cooperación. Pero debo ser claro. No quiero hacer ninguna injerencia en lo que es la vida política de Bolivia, porque siempre me he expresado con gran respeto. Sí debo decir que la democracia es un proceso abierto y que se va perfeccionando con el tiempo. Seguramente no hay una democracia ideal, pero debemos acercarnos a esos comportamientos que buscan una mejor democracia. ¿Y cuáles son en mi opinión? Aquellos que apuntan a la búsqueda de acuerdos, de consenso y de respeto. Y debo decir las cosas con la verdad, yo tengo aprecio, tengo cariño al presidente Evo Morales. Durante mi etapa de Gobierno, mi país hizo una gran cooperación con cerca de 90 millones de dólares al año. Lo hicimos con muchos otros países, pero quien más me ha agradecido esa ayuda, desde la compra de ambulancias hasta el Fondo del Agua, ha sido Evo Morales. Para mí, eso tiene un significado muy importante. Insisto, no quiero meterme en la vida política de Bolivia, conocí a este país en 2004, cuando Bolivia tenía los más altos índices de pobreza y de desesperación, y el país ha cambiado. Que la democracia es perfectible, por supuesto. Que son discutibles los mandatos que uno debe estar, por supuesto. Pero yo tengo aprecio a Bolivia, tengo un gran aprecio al presidente Evo Morales y tengo aprecio al alcalde Germain Caballero con quien he estado por estas horas en San José. Y si puedo ayudar al alcalde Caballero, lo voy a hacer. Y si puedo ayudar a Evo Morales, lo voy a hacer.

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ED: ¿Cree que el presidente Evo Morales vaya a tener una mejor relación con España ahora que en su país acabado de asumir el socialista Pedro Sánchez en el poder?

Z: En general, el Partido Socialista tiene una mayor vocación y vinculación con América Latina. Por lo que estoy convencido que la cooperación se va a incrementar en función de la disponibilidad económica, y eso va a ayudar a Bolivia. Por tanto sí, va a mejorar la relación. No creo que la relación con Bolivia durante el Gobierno de Mariano Rajoy (PP) haya sido mala. Ha sido normal, de respeto, pero creo que el Gobierno socialista será más activo con la región.

ED: Ud. ha participado de forma directa en el proceso de diálogo y acercamiento entre las partes en Venezuela durante una grave crisis política que aún no se ha resuelto. ¿Cómo se siente respecto de los resultados?

Z: Es verdad, que los últimos tres años los he dedicado a Venezuela. Desde que la oposición me invitó a interceder mi principal objetivo fue que el conflicto no estallara, fue una tarea preventiva de paz. Eso no anula la difícil situación que todavía tiene Venezuela. Pero no tenemos derecho a renunciar a luchar por la paz y la convivencia siempre. Todo conflicto, justificado o injustificado, al final, genera una devastación, y al final, todo el mundo se arrepiente. Porque al final todo el mundo se tiene que volver a sentar a dialogar. Sé que mi tarea preventiva por la paz ha sido objeto de muchas críticas, sé que mucha gente considera que apoyo al presidente Nicolás Maduro, que fui un escudo (para el chavismo). Bien, las acepto deportiva y democráticamente. Con la experiencia que tengo sé que en la política se hacen las cosas, unas para que luzcan y otras para que sean. La paz está por encima de todo para mí.

ED: ¿Le preocupa que algunos presidente en América Latina estén buscando aferrarse al poder como Nicolás Maduro en Venezuela o Daniel Ortega en Nicaragua? ¿Esto es un problema o es parte del juego democrático?

Z: No juzgue ni no será juzgado. Un buen demócrata ni presume ni acusa. La política no es una objetivación. La política es la herramienta más poderosa para evitar conflictos. Todos tenemos un ideal democrático en la cabeza. Pero sabemos que cada país tiene su circunstancia. Es difícil dar lecciones. Porque si damos una lección, nos pueden invocar lo que pasó en nuestro país. Hay que intentar aproximar posiciones, no dar lecciones. La única tarea que merece la pena en la política es la persuasión, que es el diálogo, que es sentarse alrededor de una mesa. Nunca vamos a conseguir nada con un afán de superioridad ni cuando decimos a otros que somos mejores demócratas que los otros. Así no se consigue nada. Además, le digo, no suele ser cierto. Estoy muy cansado de ver a la gente que presume de ser un demócrata y de tener principios, y al final, es la primera que te decepciona.

ED: ¿Cómo ve a América Latina? ¿Cuánto ha avanzado y cuánto le falta por delante?

Z: América Latina ha avanzado, pero en mi opinión necesita dos cosas sobre todo. Un proceso de unión e integración regional. En un mundo global, aferrarse a las banderas y a las fronteras  es tener una visión de corto plazo. Y decirlo en la Chiquitania tiene su valor, porque aquí se percibe esa visión universal de lo que es la convivencia y lo que es el futuro. Me gustaría ver un proceso de integración de América Latina. Y lo segundo, es la reducción de las desigualdades sociales y la abolición de la pobreza extrema. Creo que esta generación que hoy tiene responsabilidad política debe tener ese objetivo. Si el continente mira al mundo unido, buscando esa identidad común que hay en la región y se ahonda en superar la pobreza y las desigualdades sociales puedo asegurar que será el momento en que veremos ese ideal democrático mejor realizado.

ED: ¿Qué impresión se lleva de los bolivianos?

Z: Hay algo que destaca por sobre todo y es la amabilidad, es la sencillez, es la humildad. Esos son valores que forman parte de lo que debe ser un país. Ese espíritu solidario es muy importante. Es fundamental que siempre tengan autoestima y que procuren llegar siempre a acuerdos políticos. Los acuerdos son los que hacen avanzar la historia, permiten reformas, cuando las posiciones son intransigentes, pues no cambia nada. Pensemos en esa perspectiva de grandes consensos que serían muy positivos para el país.