Una revisión de lo presentado durante todo el 2018 en diversas galerías del país muestra que el arte boliviano contemporáneo plantea temas diversos: desde reflexiones sobre política hasta preocupaciones de las minorías. El crítico y artista visual Douglas Rada plantea la necesidad de una política cultural para apoyar el arte, como ya existe en varios países

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29 de diciembre de 2018, 4:00 AM
29 de diciembre de 2018, 4:00 AM

Arte boliviano contemporáneo en 2018. ¿Qué planteamientos artísticos hubo? Una buena manera de acercarse al tema puede consistir en preguntarse si una reflexión sobre el poder y el colonialismo como la de Juan Fabbri es frecuente o no. O, quizá, si la reflexión sobre el feminismo o las minorías es una constante de los planteamientos contemporáneos en Bolivia.

El artista visual y crítico Douglas Rada responde que siempre hubo cierta lógica de colonización en el arte boliviano, no en el arte contemporáneo. El arte moderno boliviano –dice– estaba influenciado por el cubismo y por las vanguardias europeas.

Para encontrar un tiempo sin influencias internacionales en el arte, sería necesario retroceder hasta Tiwanaku, además, el proceso de integración cultural es de permanente transformación y diálogo. "Necesitamos ciertos rasgos característicos del arte boliviano, simplemente por un asunto de diferencias competitivas y de marketing cultural. Lo que debemos tener en la época es diversidad, multiplicidad y pluralidad de visiones distintas sobre el arte y la cultura", afirma.

Origen

Le resulta fácil a Rada responder si hay un momento en la historia reciente que puede señalarse como el surgimiento del arte contemporáneo boliviano. La primera fecha es 1979, cuando Roberto Valcárcel llega al país después de haberse formado en Alemania. Eso marcó la historia reciente.

Otras dos fechas clave son 1999 y 2002, cuando se inauguran la bienal Siart (La Paz) y la bienal Conart (Cochabamba). Con eso se inaugura la estructura que va a definir el arte contemporáneo en el país.

Desde entonces hasta hora, los temas sobre los que reflexionan –y producen– los artistas se relacionan con los planteamientos de las minorías, el feminismo, la discriminación, la dominación en todas sus formas. Rada cita a Alejandra Alarcón en el tema de género, a Mujeres Creando, a Alejandra Dorado, que están pensando permanentemente en el tema de género. "En el caso de política están Roberto Unterladstatter y Alfredo Román", menciona.

Los de afuera

Hay artistas bolivianos que viven en el exterior. Sus preocupaciones no tienen que ser necesariamente las mismas que las de los residentes en el país. En algún momento, durante los años 90, había cierta tendencia unificadora en la música. "Había un rock nacional, una serie de grupos y músicos bolivianos que estaban interpretando o viendo la música desde el mismo lugar. Eso no puede ahora suceder en la música porque hay hiphoperos, skatos, trasheros, folk". Esa misma diversificación se constata en el arte contemporáneo internacional y en el boliviano.

En algún momento –continúa el crítico– el arte político tenía una fuerte presencia, especialmente hace diez años: "Actualmente está muy presente el neoandino, neocholo o cholo pop. Hay una diversidad de maneras de clasificar esta manera de arte contemporáneo que está reflexionando sobre el mestizaje en Bolivia. Es una de las cosas que está más presente en la producción notable del arte contemporáneo boliviano. La exposición de José Ballivián en el marco del Siart este año es un buen ejemplo de eso".

¿Política cultural?

Hay artistas como Marina Núñez, Roberto Valcárcel, Alfredo La Placa o Gastón Ugalde que alcanzaron notoriedad incluso internacional. Rada se pregunta qué se necesita para tener proyección internacional desde Bolivia. "Es la pregunta que le haría al mundo".

Lamenta que Bolivia no tenga ningún tipo de aparato cultural que esté proyectándose internacionalmente. Artísticamente, el país está aislado. "Rara vez vienen curadores y si un artista quiere viajar, no hay dinero para cubrir los pasajes. Todos los demás países tienen apoyo para una cultura que Bolivia simplemente no sueña siquiera con tener".

Señala que artistas como los mencionados son conocidos y tienen mucho valor dentro del país, aunque en el mercado internacional no tienen realmente precios exorbitantes o sorprendentes. "Son muy conocidos, muy respetados, muy valorados, importantes y queridos. Pero, ciertamente, el Gobierno no está haciendo nada para valorarlos y si no se los proyecta para que se les incremente el mercado, para que se dé más atención a la cultura o de que se trate de proyectar la cultura boliviana al extranjero, estos artistas van a desaparecer eventualmente".

Redes y discurso

La difusión en las redes parece insuficiente, pese a que algunos creadores las utilizan como plataforma de distribución. "Hay artistas como Carmen Fonseca que están justamente pensando en esos términos. El trabajo de la red, lo que sucede en las redes, se va a ver cada vez más presente en la producción cultural, no solo nacional, sino también internacional", dice.

Lo que hace falta en Bolivia, pero no a los artistas necesariamente, es una política cultural, que no existe, dice el creador y crítico. "Lo poco que hay como intento de política cultural está completamente ensimismado, enajenado y apartado del mundo. Eso me parece muy complejo de enfrentar".

Con este panorama, es inevitable preguntarse si hubo algún momento en el que el arte boliviano llamó la atención en las grandes galerías. Rada dice que plantear eso es muy complicado. "Permanentemente pienso y digo que se necesita un discurso y una plataforma para darle algún sentido al arte contemporáneo, o lo que voy a definir como un espacio semiológico. Ciertamente, el Gobierno necesita generar un espacio semiológico o una plataforma de discusión que permita a Bolivia asomarse al escenario internacional de la cultura".

Le molesta que el Gobierno no haga nada para exportar la cultura, más allá de alguna festividad carnavalera, de vez en cuando. "Es muy difícil para el artista boliviano, sin tener el apoyo del Gobierno, poder internacionalizarse. De todos modos, la única manera de hacerlo es irse, emigrar solo y desplazarse solo".

Entre los países del subcontinente que aplican políticas culturales de apoyo al arte están México, Brasil, Chile y Argentina.

Impostores

Los pocos buenos ejemplos de artistas a los que les está yendo muy bien como bolivianos en el extranjero están integrados en el escenario internacional de la cultura. Sin embargo, es muy difícil, casi imposible hacerlo. "Más allá de Raquel Schwartz y de Gastón Ugalde, no hay más artistas bolivianos que tengan una carrera real en el mundo del arte internacional. ¿Por qué digo real? Porque hay mucho parásito y fantasma que inventa que tiene carrera internacional solamente como estrategia de marketing local.

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