Eduardo Ribera participa de la Bienal NÓmade de Santiago de Chile con una instalación titulada Geppetto que estás en el cielo santificado sea tú nombre

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4 de agosto de 2018, 4:00 AM
4 de agosto de 2018, 4:00 AM

En un palacete de estilo neoclásico y bajo el paraguas de la facultad de Artes de la Universidad de Chile, desde el 21 de julio y hasta el 14 de octubre se exponen las obras que participan en la Bienal NÓmade, organizada por el Museo de Arte Contemporáneo de Santiago (MAC). Allí, entre más de una treintena de artistas, se encuentra la labor de un boliviano: Blue Box, seudónimo de Eduardo Ribera.

El museo acoge objetos, videos e instalaciones y se suma al encuentro móvil, efímero y filial que se abre a la experimentación como una nueva forma de comprender el formato bienal, que en este caso no reconoce una sede central, pues se realiza en ciudades y países distintos.

La Bienal NÓmade (que este año se titula Gross Capital) tiene por objetivo cuestionar el tradicionalismo, desde la deconstrucción, a través de dispositivos críticos y estéticos que dialoguen entre ellos para poner en crisis las fórmulas aferradas a la institucionalidad.

Para Eduardo fue una sorpresa encontrarse con artistas que habían participado en anteriores versiones de la Bienal de Artes Visuales de Santa Cruz de la Sierra, además de volver a ver al director del MAC, Francisco Brugnoli, al que conoció en 2007, durante la bienal del Siart, donde Blue Box presentó la performance en la que se casó.

Tomar riesgos

Ribera participa de la bienal chilena con la obra titulada Geppetto que estás en el cielo santificado sea tú nombre, instalación conformada por una capa que cuelga de unos hilos de goma amarrados a tenedores de plata, que están incrustados en las paredes de la sala. Dentro de la capa y parado sobre un vestido rojo hay un muñeco de ventrílocuo que parece asomar la cabeza por la abertura de la tela.

La capa en cuestión es similar a la que usaba Augusto Pinochet, los tenedores son iguales a los que se utilizaban en los palacios de la era victoriana, el muñeco tiene la cabeza blanca parecida a la del actual presidente chileno y el vestido rojo podría ser cualquiera de los que lucen las esposas de los poderosos que gobiernan una nación.

Ribera pensó en lo que representaba para un boliviano en Chile tener que participar con un tema de este tipo. El apoyo de los curadores Víctor Hugo Bravo y Hernán Pacurucu fue fundamental para que siguiera adelante con su idea.

“Era algo que nunca se había hecho en Chile, un país donde los artistas generalmente son muy figurativos y poco literales. Y esta obra es muy literal, lo cual es un riesgo en el arte contemporáneo. Además estamos hablando de un personaje del cual, durante años, estaba prohibido hablar”, menciona Ribera, que subraya el hecho de no haberse inclinado por el conflicto marítimo como tema de su obra. “Yo no quería tocarlo porque es un tema boliviano más que chileno”, añade.

La prueba de fuego para Blue Box ocurrió en la apertura de la muestra, cuando pudo apreciar las reacciones de la gente. Para su fortuna, los comentarios a favor fueron mayoría. No faltaron los que se sintieron ofendidos al ver el muñeco o hacían gestos de incomodidad.

“La idea de llegar al borde del atrevimiento, de forma cruel pero elegante, es lo que hace a una obra de arte. No es una protesta política, es un hecho estético que reflexiona sobre el poder desde la simbología de la investidura. En este caso quería que se conecte con el contexto chileno. Me interesa conectarme con los artistas, especialmente con los más jóvenes para que se den cuenta de que esto también se puede hacer. Y hemos demostrado a los estudiantes de Artes de la Universidad de Chile que se puede”, afirma el artista boliviano.

 

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