El sello editorial Mantis rinde homenaje a los 200 años de Frankenstein con una antología. Se presentará en la FIL de Santa Cruz. Las participantes nos cuentan qué es para ellas lo monstruoso

El Deber logo
12 de mayo de 2018, 4:00 AM
12 de mayo de 2018, 4:00 AM

En uno de los años más góticos de la Revolución Industrial, 1818, nace Frankenstein. Su madre, la joven Mary Shelley, lo había gestado con infinito amor, fruto de la cópula con el tiempo y con la muerte. Doscientos años después, la editorial Mantis  ha querido  celebrar a esta entrañable criatura, gestar desde esa fantástica incubadora que es la imaginación, una réplica, un hermano monstruo, un ser cuya belleza reside en su heterogeneidad, múltiple, ambiciosa y contradictoria.

Carne de mi carne es una antología que está hecha, en efecto, de los órganos, pieles y tejidos de los que estas 13 poderosas escrituras se despojan, no sin dolor, no sin placer, para amasar y suturar al monstruo. Cada una desarrolla una parte de ese cuerpo atormentado: Margo Glantz (la voz), María Fernanda Ampuero (los genitales), Betina González (la columna vertebral), Daniela Tarazona (el ojo izquierdo), Lena Yau (el hígado), Fabiola Morales (el talón), Fernanda García Lao (el corazón), Claudia Hernández (el oído), Katya Adaui (la mano), Rosario Barahona (el hemisferio cerebral derecho), María José Navia (el intestino grueso). Y como la auténtica monstruosidad también es querer, Mantis le pidió al escritor colombiano Giuseppe Caputo que le creara un estómago. Completa este escenario de aguas oscuras y mares congelados María Negroni, con un ensayo precisamente sobre Frankenstein, que unido al conjunto nos permite metabolizar estos dos inmensos siglos de exilio y pasión. 

Lo Monstruoso
En un ejercicio lúdico, las  escritoras y escritores participantes respondieron para Brújula dos interrogantes ¿Qué es lo abyecto o lo monstruoso para ustedes? ¿Cómo lo encaran en su escritura y/o en el específico cuento con el que participan en este volumen en honor a Mary Shelley?

Margo Glantz
Hay varias formas de abordar lo monstruoso, visitar a los monstruos literales, como  por ejemplo Frankenstein, o ¿por qué no? recordando a Drácula.

Otra forma, por mí preferida, la de indagar sobre lo que se considera como monstruoso fuera del monstruo literal en sí mismo; lo que Kristeva denominó los poderes de la perversión: el  sexo en su más absoluta desnudez, lo escatológico, la descomposición, la invalidez, la intemperie, la corrupción -carnal o social-, la ab­yección, en suma.  

El cuento mío  habla de uno de los personajes más interesantes y monstruosos de nuestra época, la cantante María Callas, la dueña de una voz única, fuera de serie, marcada por ser la imagen misma del furor trágico.

Betina González
Lo monstruoso es todo lo que excede a la razón. De ahí, el maravilloso movimiento -el Romanticismo- que nos dio a Frankenstein: una reacción a la Revolución Francesa y su ilusión de conocimiento "racional" de los últimos rincones del ser humano. Por algo ese monstruo todavía nos sigue interrogando. Ahí todavía resistimos. 

María Fernanda Ampuero
Es monstruoso lo fácil que se nos puede hacer daño y el ser en el que ese daño nos transforma. 
Las protagonistas de mi cuento son las que se quedan fuera de todas las fiestas, las rechazadas, las que ansían y jamás consiguen. Son monstruosas porque están locas de venganza.

Katya Adaui
Lo monstruoso, donde se juntan ruido y sonido: el sonido más puro es un ruido horroroso. Con horroroso, habría que decir: insoportable. Lo monstruoso nos confronta con nuestra propia intolerancia, con nuestro miedo a la orfandad, al desamparo, a la muerte. Habitan en cada uno de nosotros ese collage maldito: toda la belleza y la gracia, toda la oscuridad del mundo. 

Giuseppe Caputo
Respondo con Michel Tournier: “Monstruo viene de mostrar”. Respondo con Jeffrey Jerome Cohen: “Etimológicamente, el monstruo significa lo que revela, lo que advierte. El monstruo significa otra cosa, más allá de sí mismo. El monstruo siempre regresa.

El monstruo resiste toda categorización. El monstruo es la diferencia vuelta carne. El monstruo recuerda que lo inimaginable es posible.

El monstruo está en un estado de permanente devenir. Los monstruos son nuestros hijos, siempre están en el proceso de convertirse en algo.

El miedo al monstruo es en realidad una atracción”. Respondo con Stephen Asma: “El monstruo, y en especial la criatura de Frankenstein, es la metáfora por antonomasia de los marginados y marginales”. Lo monstruoso, en fin, tiene forma humana, está más acá que allá.

Fabiola Morales
Creo que ambos conceptos –abyecto/monstruoso- pueden resumirse en una sola palabra: maternidad. No voy a abundar en el cliché de la dedicación, esfuerzo y sacrificio que supone para la mayoría de las mujeres/hembras el procrear, pero me gustaría hacer hincapié en lo monstruoso de la reproducción. Cualquier ser que se reproduzca consigue preservar su especie basándose en la destrucción de otra(s) que servirán de alimento a la suya propia, al final es un proceso que degenera en un único  fin, fin que, irónicamente, es a la vez aquello que se desea evitar, la muerte. Mis personajes están en la mayoría de los casos inconformes con lo que les ha tocado, ya sea con su físico, su familia o la sociedad que los rodea, se ven a sí mismos como Frankenstein de su especie y, como el personaje de Mary Shelley, huyen o creen huir de aquello que los ha engendrado.

Claudia Hernández
La monstruosidad es una naturaleza fuera del contexto que le resulta favorable. Yo no usaría el término como sinónimo de lo abyecto, sino de una belleza o fuerza no comprendida. Pienso que en este cuento, más que encararla, la persigo con curiosidad y respeto. 

Daniela Tarazona
Lo monstruoso tiene lugar cuando se cruza un umbral. En los nuevos reinos de lo desconocido, aparece lo que ha deformado nuestro mundo habitual. Escribir es, en buena medida, convocar monstruos. Siempre deseo escribir para representar lo que se ha movido de sitio. En el cuento El ojo, el monstruo de Frankenstein ve más allá de lo evidente y las imágenes rememoran que la escritura es caleidoscópica y deforme.

Lena Yau
Lo abyecto es todo aquello que 
nos arroja de nosotros mismos.
Lo que anula el espíritu y la razón para dar paso al miasma.
El goce perverso, la mano que horada lo vital, la boca que se ríe y babea.
El impulso que cercena la ternura.
La palabra que destierra.
La línea del verdugo.
Los recovecos helados vueltos al derecho.
La conjugación del horror.
Lo impío.

Aunque lo abyecto y lo monstruoso están asociados a lo extremo, a lo hiperbólico, también tienen una cara minúscula, apenas perceptible.
Algo similar al movimiento veloz de la sarna bajo la piel.

En esos espacios aparentemente ínfimos que causan estragos resonantes, se fija mi mirada.
Y desde allí escribo.

Fernanda García Lao

Lo monstruoso es lo otro, lo que está fuera de norma, lo extranjero, lo que inquieta: el amor, el terror y la locura.

He pensado mi monstruo como aquel que se oculta y se revela. En el terreno de la poesía y del vacío que provoca. La escritura que me interesa es monstruosa, doble transfiguración, invento irracional y misterio. 

María José Navia
Hasta ahora creía que mi escritura no se encargaba de monstruos sino que de dolores, de la exploración sobre el dolor y cómo nos transforma. Al participar de esta antología me di cuenta de que esa transformación puede ser monstruosa, que todo sentimiento enorme como el dolor, el amor o el miedo nos cambian, a veces de formas brutales y, sí, monstruosas. En mi cuento en particular, el monstruo es lo que deforma el miedo y la paranoia, así como también esa dosis de veneno que todos llevamos dentro.

Rosario Barahona

Pienso en Grecia, y en la antigua, antiquísima alegoría de la caverna, esas profundidades del ser, del alma, de la memoria, pensarlas también como cavernas en penumbras, claroscuros, escombros, piedra tosca, sopor, hielo, humedad, desierto. Monstruos como los de aquella caverna, encadenados a los muros inmundos que todos llevamos dentro, como humanas cóleras, devaneos, obsesiones, recuerdos tuyos o de otros, ¿no son, acaso, monstruos que pugnan por ser liberados? 

Sin embargo, no todo es lo que parece -y en literatura mucho menos-, por lo que ese mundo interior monstruoso contiene su propia belleza, su propia sabiduría, su propio goce estético, tal vez como admirar el horror/belleza de un Caravaggio, tenebrismo por doquier, luz por doquier.