Germán Coimbra y Hernando Sanabria dejaron diccionarios esenciales sobre el tema, pero varios de sus postulados ya no equivalen a cómo la gente los utiliza

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22 de septiembre de 2018, 4:00 AM
22 de septiembre de 2018, 4:00 AM

Desde que entendimos el idioma como un cuerpo viviente capaz de sufrir modificaciones de estructura o significado, dejamos atrás esa gramática que normaba lo que estaba bien o mal para dar paso a un estudio descriptivo, ese que se interesa en describir la manera en la que realmente hacemos uso de nuestro idioma, para obtener así una serie de nuevas directrices, velando siempre por que sea de uso mayoritario y convencional. En ese sentido, el habla cruceña está sufriendo desde hace rato una batalla entre lo que los diccionarios locales nos indican como uso correcto y lo que la gente en realidad decide utilizar al hablar.

Aunque hay ejemplos como para tirar para arriba, resulta curioso analizar el caso de las palabras terminadas en –ado, pues las dos mayores referencias bibliográficas cruceñas sobre el tema tienen versiones distintas al respecto.

Por un lado, el Diccionario enciclopédico cruceño, de Germán Coimbra, recoge las palabras peinado, adulado, ahogado, majado, pintado, entre muchas otras, en su forma completa de participio (-ado); en cambio El habla popular de Santa Cruz, de Hernando Sanabria, ofrece las formas afilao, majao, entonao, esponajo, remojao, suprimiendo la consonante intervocálica –d–, evidenciando así una característica muy particular del lenguaje cruceño con relación al nacional.

Ese sentimiento oriental de querer ser siempre únicos es el que ha valido para que la gente empezara a tomar como propia la propuesta de Sanabria, pues una carrera de embolsaos suena más original que una carrera de embolsados, y es quizá el motivo por el que los medios de comunicación actuales y redes plasman en sus notas estas formas suprimidas (empanizao, majao, entacuchao, etc.).

Pero la realidad dista mucho de las propuestas de Coimbra y de Sanabria, pues el uso actual del lenguaje cruceño ha sufrido una transformación en su estructura a tal punto de que varios de los postulados expresados en sus obras académicas ya no equivalen a cómo la gente los utiliza. La forma actual para referirse al plato que Coimbra llamó majado y Sanabria majao cambió, por lo menos hace 30 años, a majáu. Lo mismo ocurrió con otras formas terminadas en –ado, pasaron en el uso relajado del –ao al –au. El motivo de este cambio se debe a que en nuestro sistema fonético es más fácil articular – au que –ao, debido al encuentro de las dos vocales fuertes.

Ahora, tomando en cuenta que la Real Academia Española (RAE) en 2010 ha empezado a adaptar la escritura de las palabras a partir de su pronunciación, es necesario que nuestra forma de escribir criolla vaya en sintonía con la manera en que la gente la pronuncia, sin dejar de lado las reglas ortográficas ya asentadas en nuestro sistema. Entonces majáu, entonáu, empanizáu, alzáu, ahogáu, entre muchas otras, son las formas recomendables para representar las expresiones culturales del oriente boliviano.

Un pequeño avance en este tema ha sido la presentación del libro Así se habla en mi tierra, de Hugo Jesús Suárez, que ofrece un compendio de palabras cruceñas plasmadas a partir de la manera en que se las pronuncia. Aunque Suárez toma como base el libro de Hernando Sanabria, pues la mayoría de sus anotaciones mantienen la forma de terminación –ao, da la pauta hacia la dirección correcta cuando registra las formas alzáu y aplastáu, que es como en realidad se las usa actualmente. El hecho de analizar esta realidad lingüística no tiene que significar una afrenta a nuestras costumbres ni tiene que entenderse como alienación ni algo similar, solo es un estudio descriptivo de nuestro idioma.

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