Es necesario tomar conciencia sobre cuál será el rumbo que tomará nuestro dialecto frente a la avalancha de extranjerismo que hay en el léxico de los jóvenes

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15 de diciembre de 2018, 4:00 AM
15 de diciembre de 2018, 4:00 AM

Cuando nos aventuramos a analizar el origen y la evolución del español nos encontramos con que nuestro idioma es una consecuencia de la mezcla de pueblos que van desde los bárbaros hasta los árabes. Cuando llegó a América a través de la expedición de Colón se volvió a dar otro proceso de mezcla, pero esta vez con las lenguas indígenas que poblaban todo el continente. El resultado de toda esa mezcolanza fue que nuestro idioma logró adaptarse a las diferentes realidades culturales a través de las variedades dialectales.

El dialecto en el oriente boliviano fue estudiado, en principio, por naturalistas, historiadores, antropólogos, entre otros; personas que vieron la necesidad de registrar las particularidades de que estaba compuesta nuestra variante lingüística. Lingüistas de otros países abordaron el análisis de nuestra habla y a la que acertadamente llamaron dialecto camba, resaltando el valor social como forma de identificación cultural.

Ante este panorama surge la necesidad de tomar conciencia sobre cuál será el rumbo que tomará nuestro dialecto camba frente a la avalancha de extranjerismos que ahora se han asentado en el léxico de nuestra juventud.

El estudio de los dialectos del español ha evidenciado que tienen dos posibles caminos, el primero es la desaparición por falta de protección y por el mismo descuido de sus hablantes, como pasó con el aragonés. El segundo camino es que el dialecto se consolide como lengua independiente y sea vehículo de obras de alto valor estético, como pasó con el español evolucionado del latín.

Ahora, el dialecto camba ha mostrado dos matices en cuanto a su evolución. Por un lado, hemos dejado en el olvido muchas de las palabras que Hernando Sanabria y Germán Coimbra registraron en sus diccionarios del habla popular, pero al mismo tiempo hemos creado una identidad a partir de nuestra variante lingüística. Tanto así que extranjeros o personas del occidente recurren a nuestro dialecto para lograr una inclusión social, aunque en algunos casos lo usen en un contexto fuera de su significado.

La historiadora Paula Peña considera que es poco probable que la variante dialectal camba desaparezca; sin embargo, reconoce que puede darse un escenario en que la cantidad de hablantes se reduzca aún más. Además, para Peña los extranjerismos no representan una amenaza para nuestro dialecto, ella apunta que el frente está en la escuela y en el tuteo cada vez más presente entre los grupos juveniles.

Por el mismo lado, la lingüista Ana María Gottret afirma que ‘la variante de acá’ no corre peligro de desaparecer, pero reconoce que el universo de palabras cambas cada vez se va reduciendo.

Ahora, la responsabilidad de que nuestro dialecto siga teniendo la fuerte carga de identidad y de mantener el universo de palabras cambas recae en nuestra generación juvenil, pues son ellos los que van a transmitir a las siguientes generaciones su legado más importante, la lengua. Dejaremos por sentado una leve sensación de que será batalla perdida porque nuestra juventud ha llegado al extremo de manejar un código diferente al que usan sus padres. En su mundo digital les ha ganado la necesidad de comunicar al instante con menos palabras; se mandan SS, presumen sus PP y para iniciar una conversación solo responden inbox, error incluido. Ahora más que nunca cobra vigencia el poema que un camba declamador escribió alguna vez sobre esta situación.

Aunque es una labor sin sentido tratar de introducir de nuevo a nuestro léxico palabras como copetudo, chiclán, pituco, nos queda preservar las que continúan y no cargarlas de connotaciones negativas, como ocurre con la palabra camba, palabra que los mismos cambas nos hemos encargado de añadirle varios significados negativos.