A pesar de ganar el Gran Premio del Jurado de Cannes, al reconocido director no le falta razón para enfurecerse. Su último filme apunta a Donald Trump y al racismo

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26 de mayo de 2018, 9:06 AM
26 de mayo de 2018, 9:06 AM

A Spike Lee se le acelera la respiración. Está indignado, y una retahíla de ‘motherfuckers’ brotan de su boca. Esa furia se la ha producido Donald Trump, a quien prefiere no nombrar. No le falta razón para enfurecerse. De allí la relevancia de BlacKkKlansman, largometraje que el sábado se llevó el Gran Premio del Jurado  en el Festival de Cannes.

Escrito y dirigido por Lee, el filme está protagonizado por John David Washington, Adam Driver y Topher Grace. Se basa en un hecho real acaecido en los años 70, cuando el detective de policía Ron Stallworth (Washington) orquesta una ingeniosa infiltración en el Ku Klux Klan. La cinta, llena de humor y acción, es un fuerte alegato contra el racismo. 

 Al recibir el premio, Lee lo dedicó a la ‘República Popular de Brooklyn de Nueva York’ y advirtió contra el dirigente republicano en "este año que vivimos peligrosamente".

“Por favor, disculpen mis palabra profanas, pero es que la mierda continúa”. Lee lograba serenarse, sacando a relucir su sentido del humor en la rueda de prensa ofrecida a la prensa internacional. “La avanzada de la extrema derecha, de la supremacía blanca es un hecho. En EEUU una de sus representaciones es el Ku Klux Klan, en otros países hasta puede camuflarse en un partido político”, indica.

Hace un año, en Charlottesville (Virginia) se registraron hechos de violencia, los cuales fueron desencadenados por el enfrentamiento entre grupos de neonazis y gente que aboga por la desaparición de la discriminación racial.

Al recordar las declaraciones de Donald Trump respecto a lo ocurrido en Charlottesville, a Spike Lee nuevamente se le acelera el pulso. “Ese hijo de puta (refiriéndose a Trump) tuvo la oportunidad de anteponer el amor frente al odio; ese hijo de puta no denunció al jodido Klan (Ku Klux Klan), a la extrema derecha y a esos hijos de puta nazis”, expresó y remató: “Fue el momento crucial para decirle al mundo que somos mejor que eso”.

Estados Unidos. Principios de los años 70. JFK, Martin Luther King y Malcom X han muerto. El supremacismo blanco del Ku Klux Klan sigue muy vivo, al igual que la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos, marcada por el estallido de revueltas raciales en algunas ciudades de Estados Unidos. El Klan sigue practicando sus acciones violentas, pero empieza a adoptar una nueva estrategia, encarnada por el dirigente David Duke: conseguir que los principios de “la organización” infiltren el discurso y el pensamiento del americano medio, en particular sobre la presunta invasión africana y el monopolio del poder político y mediático por los judíos.

Lee retoma ese contexto histórico, adaptando el libro autobiográfico de Ron Stallworth (John David Washington) y cuenta la historia real del primer oficial afroamericano del departamento de Policía de Colorado Springs. La trama da un giro delirante cuando Ron es enviado al servicio de información y acaba, de manera involuntaria, infiltrando el Klan, con la ayuda de Flip Zimmermann (Adam Driver), uno de sus compañeros, que es judío. Esta imposible misión se convierte en el mayor recurso cómico de la película, junto con el tratamiento de los personajes miembros del Klan, auténticas caricaturas de los EEUU más reaccionarios.

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