¿Dónde está la mamá de Luismi? ¿Quiénes han sido sus amores? ¿Quiénes sus decepciones? ¿Cuáles sus traiciones? Algunas de las preguntas que el ídolo calló por años hoy son respondidas cada domingo en la serie del momento  

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16 de junio de 2018, 10:00 AM
16 de junio de 2018, 10:00 AM

Corre el 2003. Un joven y bronceado Luis Miguel promociona su disco 33. Adal Ramones, de Otro Rollo, es invitado en exclusiva para hacerle una entrevista. Acapulco enmarca el encuentro: es de noche, están a la orilla del mar y todo sucede en la mítica casa del cantante. Ramones le pregunta a Luis Miguel qué sería eso que le pediría a Santa, “llamémosle Santa”, dice el conductor, como refiriéndose a cualquier ente superior. Aclara que el deseo lo tendría que hacer en el pasado, sin saber que se convertirá en el Sol de México. Luis Miguel se mueve incómodo en la silla y sin pensarlo mucho lanza: “Volver a ver a mi madre”. Se hace un incómodo y triste silencio. Han pasado 17 años desde que Marcela Basteri desapareció sin dejar rastro. 

Hoy, y ya con más de 30 años desde que el misterio persiste, Netflix revive a Marcela en Luis Miguel–La serie. Y, claro, el público ama un buen misterio. ¿Dónde está la mamá de Luismi? ¿Hasta dónde llegó la maldad del villano de villanos Luisito Rey, papá del cantante y en la serie origen de sus desventuras? ¿Quiénes han sido sus amores? ¿Quiénes sus decepciones? ¿Cuáles sus traiciones?

Hay mucho chisme farandulero que un ser cínico rotularía con tres palabras: pobre niño rico. Bajo ese cariz, las angustias de alguien que parece tenerlo todo: fama, fortuna, galanura, talento y éxito parecen nimias cuando existen peores y más grandes preocupaciones en la existencia de un común mortal. 

Pero no nos engañemos, que el cinismo no nuble la razón: Luis Miguel la ha tenido difícil, pobre niño rico o no.

Durante años, el cantante fue hermético sobre sus miserias. Siempre decía que de su vida privada no hablaba; sin embargo, desde el 2015, el ‘Sol’ había dejado de brillar. Sumido en una vida disipada y de excesos, deudas, malas decisiones de trabajo, la imposibilidad de renovarse, conflictos legales hasta con Alejandro Fernández y un problema médico que le impedía cantar, muchos dijeron que ‘el ocaso’ era definitivo.
El 2016, Televisa se reunía con Claudia Icaza némesis y autora de su biografía no autorizada El gran Solitario. El libro, que apareció a principios de los años 90, provocó la indignación del cantante y una demanda que terminó ganando Icaza. 

Luis Miguel, marcando territorio y adelantándose al disgusto que supondría que Televisa se uniera a Icaza, aceptó la propuesta de su amigo de la infancia Miguel Alemán, un empresario mexicano que ha estado a su lado en sus peores momentos y que es parte de la productora Gato Grande. De ahí surgió el acuerdo con Netflix y Telemundo para Luis Miguel–La serie. Como dato curioso, el productor ejecutivo Pablo Cruz afirmó ser el ideólogo del proyecto que luego se presentó a Alemán y que Alemán trasladó a Luis Miguel. 

Cruz, junto a Arturo Sampson, que también figura de productor de la serie, es socios de Canana Films productora de Sal & Fuego, película de Werner Herzog que se filmó en Bolivia hace un par de años. Tanto Cruz como Sampson estuvieron en Bolivia casi un mes. Entre todos los productores de la serie suman casi 15 nombres, que incluyen al mismo Luis Miguel, a Diego Boneta y a Oscar Jaenada.

El proyecto se pensó por todo lo alto. No se dan cifras exactas pero se dice que es la producción más cara de Netflix para Latinoamérica. La serie arranca en 1992, cuando Luis Miguel recibe la noticia de que su padre se está muriendo. Ahí se abren dos líneas temporales más: una que abarca su infancia y la otra que lo muestra en su temprana juventud.

Por encima de la verdad y de la  mentira
En la escritura del guion participan seis guionistas, siendo Daniel Krauze, un escritor mexicano, el que firma siete de los 12 episodios que componen la primera temporada, los episodios llevan el nombre de canciones míticas de Luis Miguel.

Los guiones se trabajaron primero, tomando elementos conocidos o polémicos de la vida del cantante. Luego, los productores se reunían con él para profundizar sobre estos hechos y pasaban los apuntes a los guionistas. Ajá, siendo fiel a su estilo, Luismi o Micky (como le dicen en la intimidad) jamás se reunió con los escritores y solo contó lo que quiso contar a las personas autorizadas a escucharlo.

El castin fue muy delicado, más allá del parecido físico una de las exigencias, era que los Luis Miguel (adulto, niño y adolescente) tenían que cantar e interpretar ellos mismos los temas de la serie. Por un lado, tenemos a Diego Boneta como el Luis Miguel que guía la historia, Izan Llunas como el Luis Miguel niño y Luis de La Rosa como el Luis Miguel adolescente. Boneta logra imitar a Luis Miguel de una manera aceptable, quizás más ñoño e ingenuo de lo que se veía el verdadero en sus años mozos, pero sin provocar ganas de mandar quejas a Netflix. 

No ocurre lo mismo con Izan Llunas ni con Luis de La Rosa. Izan es hijo del cantante Marcos Llunas y nieto de Dyango, vocalmente zafa, pero como actor es muy inexpresivo, nada que ver con el vendaval de carisma del Luis Miguel ochentero. Es como si el verdadero Luis Miguel estuviera dopado y ese dopaje no fuera parte de la historia o de las argucias de Luisito Rey. Luis de la Rosa tampoco lo logra, a su favor está un poco más de trabajo en los gestos y movimientos cuando lo interpreta sobre el escenario. 

Producto de su inexperiencia como actor profesional sufre del mismo mal de Izan y actoralmente no explota del todo. 

En los actores secundarios existe mucho desnivel que a ratos nos da la sensación de que la vida de Luis Miguel es nomás una telenovela.  En contraparte, el punto alto es el actor español Oscar Jaenada, interpretando al hoy “personaje más odiado de México” Luisito Rey. Jaenada en el pasado hizo de Cantinflas, su representación del papá de Luis Miguel es un villano de manual. 

Si queremos ponernos puristas, el verdadero Luisito Rey guardaba su villanía bajo una capa de aparente inocencia y simpatía. 
La visión de Jaenada es menos amable. Mucho menos amable. Lo que a su vez ha provocado que salgan a la luz testimonios a favor y en contra de personas que conocieron de cerca al papá de Luismi. 

La actriz italiana Anna Favella interpreta a la extrañada Marcela Basteri, ella junto con el youtuber Juan Pablo Zurita, como Alejandro Basteri, el hermano de Luis Miguel, completan el cuadro familiar. Poco o nada se dice hasta el momento de Sergio, el hermano menor cuyo ADN ha sido puesto en duda y que en la vida real lleva una vida apartada de Luis Miguel y de Alejandro.

La dirección de la serie es compartida. Por un lado: Humberto Hinojosa, un joven director mexicano que tiene una modesta filmografía compuesta por cuatro películas, dos de las cuales han sido exhibidas en importantes festivales del mundo. Y por otro, Natalia Beristain, que dirige tres episodios de la temporada, uno de ellos Culpable o no. 

Beristain tiene tan solo dos películas en su filmografía. Ambos directores son relativamente desconocidos y no hacen un mal trabajo sacando adelante una serie en la que prima un buen manejo de la tensión alrededor de su personaje principal. 

Obviamente es una versión autorizada, por lo que Luis Miguel es retratado de forma benevolente, seguramente omitiendo elementos que harían que no le tengamos tanta simpatía. Testimonios de gente como el actor Roberto Palazuelos, que fue compañero de aventuras de su juventud y que sobre la serie dijo: “A Micky no se le puede olvidar lo mal que se portaba” o lo que el compositor Armando Manzanero expresó de mala gana: “Es más fácil que un elefante logre entrar por el ojo de una aguja a que Luis Miguel haga algo por el prójimo”, pintan a otro Luis Miguel lejos del que Boneta representa.

La serie, le pese a quien le pese, está por encima de la verdad y la mentira. El macabro papel del ‘Negro’ Durazo, jefe del Departamento de la Policía mexicana que terminó sus días en prisión, el tío chanta, los mánager, los artistas y conocidos personajes que rodearon y rodean al cantante son los ingredientes extras de una vida compleja. 

La semificción rápidamente ha causado furor, incluso con sus falencias actorales o su obvio culto a la figura de Luis Miguel. Cada episodio que termina deja una sensación de tristeza ante el ídolo sufriente y solitario. El público ama a los ídolos sufrientes y solitarios.

Atrás quedan los rumores de que ni siquiera podía usar su tarjeta de crédito en restaurantes, o que le estaban confiscando sus bienes más preciados, o las burlas porque se estaba quedando “calvo y panzón”, o que había perdido la voz o que jamás llenaría un concierto nuevamente. 
Netflix pone a Micky en el mapa otra vez, revive sus éxitos de los  años 90 y se los presenta a una generación que nunca supo que ese hombre, de casi 50 años, fue una de las voces más privilegiadas del mundo.

El ocaso se detuvo y el Sol ha vuelto a brillar.