Para leerte mejor

Dostoievski, de Joseph Frank. Cada libro que leemos hace parte de nuestra historia personal. Devoré esta biografía de cinco tomos con placer. No concebía que la vida del gran autor ruso pudiera contarse en 2.000 páginas sin aburrirte. Demoré años en leerla. En realidad su lectura fue tan deleitante que no me animaba a comenzar el último tomo porque acabaría el placer, y cuando finalicé los cuatro primeros tomos no encontré el quinto; se había agotado. Tuve que esperar esta reimpresión de 2018 de la Editorial EDUSP para concluir la lectura. Es una obra extraordinaria. Valió la pena. Existe en español.

Jaime Gil de Biedma, de Miguel Damau.- Esta otra extraordinaria biografía comienza con el siguiente epígrafe: “Un gran poeta es la menos poética de las criaturas”, de Oscar Wilde. Está contada en dos tiempos, en el primero te narra la vida exterior, la que mostró al mundo, una vida común. En la segunda parte entramos en los recovecos de su existencia; es un descenso a Sodoma y Gomorra.

Cuenta la historia mostrando lo que significó ser un poeta en la España de Franco, en un mundo de prohibiciones. En realidad te muestra el destino de la mayoría de los poetas. ¿Por qué personas tan talentosas como Silvia Plath, Alejandra Pizarnik se suicidan? ¿Por qué García Lorca tuvo un destino trágico? ¿Tiene que ser la poesía una vocación para la infelicidad? Ninguna obra puede responder estas cuestiones que son cósmicas, digo cósmicas porque leyendo la obra de Sri Aurobindo, un iluminado indio, él notaba que cuando sus discípulos llegaban a la iluminación se volvían poetas. La única manera de expresar la experiencia trascendental era mediante la poesía.

La poesía está marcada con una visión diferente de la realidad. Los poetas ven más que nosotros, infelizmente, al arriesgarse a entrar a los ámbitos más profundos de la existencia, pierden la caparazón, que como la piel dura del cangrejo nos protege; ellos son cangrejos en carne viva. Es el precio que pagan por llegar a las verdades fundamentales.

Otras obras que me gustaron este año:

Diarios amorosos, de Anais Nin.- La autora publicó diez volúmenes de sus diarios. Los diarios de la vida adulta estaban expurgados porque no quiso mostrar la parte prohibida para no herir susceptibilidades. Después de su muerte salieron a luz estas y otras páginas. Una obra sincera, chocante, ya que la verdad suele ser escandalosa. Presenciamos a una mujer que ama las letras y cobija y cuida a grandes autores, pasan por las páginas Henry Miller, Antonin Artaud, el siquiatra Otto Rank, su padre, un músico español, don Juan en decadencia, un comunista peruano, otros amantes. A todos ellos ayudó, con todos tuvo un envolvimiento afectivo y sexual.

Esa mujer que en la década del treinta del siglo pasado era más modernas que nuestras modernas, que con su amor iluminó vidas, que con su sexualidad desenfrenada conoció profundamente a los hombres, y así vemos a Miller celoso, dominado por la egolatría que Anais perdona, vemos a Otto Rank, su fealdad, su ternura. Este volumen escondido es una sinfonía de la literatura y del amor.

La invasión divina, de Philip K. Dick.- Me llamó la atención, porque este autor, que si no se hubiese muerto prematuramente tal vez ganaría el Nobel. La novela pertenece al género de la ficción científica, cuenta en el futuro, el nacimiento de un nuevo Dios, semejante al nacimiento de Cristo, nace de una virgen y viene a redimir al mundo. El universo está gobernado por un falso Dios, que intentará acabar con el nuevo mesías.

Es una visión gnóstica. Los dioses son humanizados, y por momentos son tan frágiles, en otros momentos nos sorprenden con su halo numinoso, con su misterio. Philip Dick era un visionario, que tuvo una experiencia trascendental al final de su vida que lo hizo escribir sus principales obras, entre las que se incluye este librito extraordinario.

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