Pete Shelley (1955-2018) se llamaba Peter McNeisch. Eligió su nombre artístico en homenaje al poeta romántico Percy Bysshe Shelley. Murió de un infarto en Tallin, Estonia, país de su esposa

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15 de diciembre de 2018, 4:00 AM
15 de diciembre de 2018, 4:00 AM

Hace unos días se supo que el 6 de diciembre había muerto el cantante y guitarrista Pete Shelley. ¿Es importante? Depende de si el punk lo es. Superado, asimilado, sobrevalorado, incomprendido o acechante: aún está por verse el lugar del punk en la música. Pero supongamos que sí fue el equivalente a una revolución en el rock y que todavía es idea.

Entonces Pete Shelley, el fundador de los Buzzcocks, fue una figura central, ineludible e imprescindible. Vayamos en desorden.

Empecemos por lo que está alrededor de la música. Sin Pete Shelley no habría habido The Smiths, Joy Division ni The Fall. No necesariamente porque su música haya sido inspiración para ellos, sino porque Pete Shelley y su compinche Howard Devoto (creadores de la banda los Buzzcocks) fueron los entusiastas promotores del primer concierto de los Sex Pistols en Manchester, el 4 de junio de 1976. Todos los futuros miembros de las bandas recién mencionadas vieron el arrollador show de los Pistols que, según el documental 24 Hour Party People, fue el que inició la movida punk en Manchester.

En enero del año siguiente, en 1977, los Buzzcocks cayeron a la sucursal de la tienda Virgin con un disco de cuatro temas que acababan de prensar. Esa sucursal también pasaría a la historia por ambientar uno de los temas más hermosos, extraños y autorreferentes del pop rock: “I’m In Love with the Girl on the Manchester Virgin Megastore Check-Out Desk”, de los Freshies.

Pero sobre todo, fue allí adonde Pete Shelley y compañía llevaron las primeras 1.000 copias de Spiral Scratch, el disco que se había autoeditado con plata de padres y amigos.

Era el primer (o segundo) disco independiente de la historia, es decir, uno grabado, editado y distribuido por la propia banda, con prescindencia de una gran compa- ñía. O sea, la consigna punk ‘Do It Yourself’ (hacelo vos mismo) llevada al campo donde dolía, el de las ventas. Si lograban vender 500 discos no perdían nada. Vendieron 16.000. Se corrió la voz y los pequeños sellos empezaron a proliferar en todo Reino Unido. En 1981, con los Buzzcocks recién separados, Shelley se hizo solista. Volvió al recurso con el que había coqueteado antes del punk: la electrónica. Lanzó el simple Homosapien.

A la BBC el énfasis en la partícula ‘homo’ le pareció sospechoso y el tema fue prohibido. Shelley se declaró bisexual. La canción fue un hit, pero casi una década después. “Buzzcocks”, el nombre, también tenía un timbre hormonal: buzz es zumbido o excitación, y cock podía referir a un amigo, en la jerga de Manchester, o, aún hoy, al miembro masculino. Todos esos hitos alcanzarían para hacerle un lugar en la historia del punk y la new wave. Pero además están sus aportes musicales a lo que se ha llamado pop punk.

Furioso y lastimero, ingenioso y repetitivo, Pete Shelley compuso gemas pop personales, atrapantes y, en algunos casos, dotadas de una temerosa simetría. I Don’t Mind, Ever Fallen in Love, What Do I Get?, todos de la primera época de los Buzzcocks, son peligrosos cantos de sirena. Los Ramones fundaron el punk con una operación sustractiva: despojaron al rock de muchos elementos accesorios en lo armónico y en lo rítmico. Específicamente, a la rama pop le regalaron la imbatible combinación del colchón de guitarras distorsionadas más melodía pegadiza.

Los Buzzcocks fueron de los primeros en entenderlo, pero a diferencia de sus predecesores estadounidenses, los orígenes de sus melodías no estaban en el rock de los años 50 y 60, sino que eran absolutamente originales. Los Buzzcocks existieron entre 1976 y 1980, y se reformaron a finales de esa década, cuando su influencia en la ‘música alternativa’ (hoy indie rock) ya era palpable (no se puede concebir a Franz Ferdinand o a Green Day sin la semilla de Shelley). A poco de formados los Buzzcocks, Devoto abandonó la banda. (Volvió a estudiar y después armó otra, Magazine). Shelley encontró a Steve Diggle, que tocaba la guitarra.

Nació ahí una de las grandes duplas guitarreras del punk y alrededores, menos virtuosa que la que formaron Tom Verlaine y Richard Lloyd, de Television, y menos creativa que la de Robyn Hitchcock y Kimberley Rew, de los Soft Boys, pero igualmente sorprendente. Rew, justamente, fue el creador de la expresión ‘twin guitar attack’ (ataque de guitarras gemelas), que alumbra la idea de sorpresa, filo e ingenio que Diggle y Shelley creaban cuando era conveniente (escuchar Fiction Romance, por ejemplo). Fueron vanguardia cuando introdujeron el ‘solo desesperante de dos notas’ que usaron en Fast Cars, En ESP –tal vez su mejor tema– volvían a utilizar una melodía simple, pero sobre una inesperada progresión armónica. Los Buzzcocks, como si les hiciera falta algo más -por su nuevo sonido- se los considera sónicos.

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