Logro. Dirige la fábrica de muebles Metalfenix en Santa Cruz. Dice que urge norma boliviana para mobiliario escolar y ya tiene una propuesta. Producen 400 juegos por día. Mueven entre $us 5 y 7 millones por año

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24 de abril de 2018, 4:00 AM
24 de abril de 2018, 4:00 AM

Contagiado del espíritu emprendedor y dinámico de su padre, Alfonso Eduardo Kilibarda Cassab impulsa con fuerza el crecimiento de Metalfenix, dedicada  a la fabricación de muebles para establecimientos educativos, oficinas y hospitales en Santa Cruz. 

Junto a sus hermanos llevan adelante los emprendimientos empresariales de diversos sectores que forjó en vida su progenitor, Eduardo Kilibarda.  

La empresa matriz es Eduardo S.A., metalmecánica con más de 40 años dedicada a la fundición de acero y que además tiene alianza con la multinacional Cristian Peiffer a través de la cual exporta diversas piezas. De ahí nacieron otras divisiones: Matec (forjado en caliente, accesorios de metal) y Metalfenix (muebles escolares, de escritorio y hospitales). Otra empresa de la familia es el prestigioso colegio Eagles' School. 

¿Cuándo nace Metalfenix y qué tipo de muebles concentra su mayor producción?  
Se creó en 1982 como la división de muebles de la empresa matriz Eduardo S.A. La fabricación de mobiliario para escuelas y universidades concentra nuestra mayor producción. Le siguen los de oficina. En lo que respecta a mobiliario hospitalario, lo producimos en menor cantidad y en especial para clínicas privadas. Lamentablemente en algunas instituciones públicas dan más importancia a lo importado que a lo nacional.  

¿Por qué consideran importante el desarrollo de una norma boliviana para la construcción de mobiliario escolar?  
Es necesario desarrollar una norma boliviana para la fabricación de mobiliario escolar ya que actualmente no existe ninguna y se piden muebles de todo tipo, algunos incluso sin el tamaño, ergonomía ni material adecuado. Cada Alcaldía o institución crea su propia especificación y encarga la fabricación de muebles según su criterio y uno tiene que cumplir. Nos interesa hacer un frente común para pedir que se norme.

Ya hemos dado un gran paso. Nosotros nos basamos en una norma brasileña que hemos ido adaptando y mejorando. Invertimos en tecnología y estamos obteniendo productos de alta calidad. Ahora estamos tratando de llegar a las Alcaldías con nuestra propia propuesta que considera siete tamaños de muebles escolares. 

¿A cuánto llega su producción? 
Llegamos a producir 400 juegos de muebles (mesa y silla) por día. Generamos un movimiento económico de entre $us 5 y 7 millones por año a escala nacional. Actualmente estamos produciendo en un 70% de nuestra capacidad.  

¿Qué características tienen los muebles que fabrican? 
Son muebles con estructura metálica,  componentes plásticos y tableros en MDF. Se ensambla toda la estructura metálica mediante remaches de acero inoxidable de manera que los niños no entran en riesgo por la corrosión. Los bordes no tienen filo, son redondeados y usamos aditivos antibacterianos para protección de sus usuarios. Son muebles ergonómicos, se adaptan fácilmente al cuerpo y son coloridos. Tenemos los tamaños perfectos para cada grupo etáreo. Queremos cambiar la mentalidad de la gente, que valore más la innovación en muebles.  

—¿Cuánto empleo generan? 
Solo en la sección de muebles trabajan unas 60 personas. Había más pero luego de la inversión que hicimos en tecnología y máquinas (equipo para doblar tubos de cinco ejes, cortadora automática y otras) se ha ido requiriendo menos personal. De todos modos igual seguimos abriendo nuevas áreas de trabajo donde se pueden reubicar esos trabajadores. En todas las empresas de la familia tenemos unos 300 trabajadores.

¿Qué gran inversión realizaron últimamente? 
Invertimos unos 500 mil dólares  en renovación de máquinas e implementación de nuevas líneas. 

¿Venden solo dentro del mercado nacional o ya exportan? 
Nos hemos consolidado en el mercado boliviano. Sin embargo, por la calidad de nuestros muebles, nos han llamado desde Paraguay interesados en nuestros productos. Estamos en conversaciones. Nos interesaría también transferir nuestro know how en el desarrollo de una norma de muebles hacia ese país. Otra de las fábricas del grupo ya exporta a Paraguay fundidos para cementeras. 

¿Cómo cerraron 2017 y qué expectativas tienen para 2018? 
Nos ha ido bien, hemos tratado de paliar los recortes de presupuesto de algunas alcaldías que son nuestros mayores clientes.  Siguen comprando, pero menos. Frente a ello, hemos buscado nuevos compradores. Este 2018 queremos abrirnos más al sector privado porque en el sector público las inversiones están un poco bajas. 

¿Qué oportunidades y amenazas ven en esta industria? 
Conforme la población vaya aumentando, la demanda de muebles siempre va a crecer. Como amenaza vemos al contrabando y a ciertos productos importados. Y es que en ciertas licitaciones, algunas empresas dicen fabricar muebles pero en realidad los importan, todo para beneficiarse de  los márgenes de preferencia para productos ‘hechos en Bolivia’. 

¿Qué tan fuerte es la competencia en este sector? 
Así como se abren nuevas empresas, otras se cierran. Hay que ser bien grande para mantenerse en el mercado. 

¿Cómo se organiza la familia para dirigir sus empresas? 
Cada uno tiene su responsabilidad. Yo me dedico a la industria de muebles. Mi  hermano lidera la fábrica de fundiciones Eduardo y mis dos hermanas, al Eagles' School. Damos informes, evaluamos inversiones, nos entendemos.