Evo Morales anunció que hasta mayo el PIB creció un 4,5%. Productores ven que inseguridad jurídica, falta de mercados y acceso a transgénicos limita el crecimiento      

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20 de mayo de 2018, 7:30 AM
20 de mayo de 2018, 7:30 AM

¡Alto! ¿Quiénes son? Tan pronto mostramos las credenciales y nos identificamos -periodista y fotógrafo- el tono de Porfiria Ramos se tornó suave. Es dueña de una parcela de 46 hectáreas en la comunidad 26 de Agosto, distante 70 km al este de la capital cruceña. 

“Disculpen el recelo y la exigencia, pero así actuamos por temor de los delincuentes y de los  tomatierras. Son temas que generan incertidumbre y desmotivan para seguir produciendo alimento”,  disparó la mujer, mientras refería un desempeño productivo regular en la campaña agrícola de verano que concluyó hace poco. 

Ramos aseguró que después de la falta de seguridad jurídica, el clima es el peor enemigo del agro y que este año no fue la excepción, dado que el exceso de lluvia y sequía, en la última fase de crecimiento de la soya, impactaron en los rendimientos. Dio cuenta de que los ingresos que generó en la cosecha de verano alcanzarán para ‘tapar’ deudas adquiridas con proveedores de insumos agrícolas y prestadores de servicios. 

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Explicó que, así como ella, muchos productores de la zona aún no han logrado recuperarse del revés que causó la sequía de 2016.  En dicha gestión, el agro estimó pérdidas por un valor de $us 500 millones en la producción por la sequía.

A su juicio, la actividad agrícola dejó de ser rentable y en las actuales condiciones, sin acceso a semillas que resistan condiciones adversas al clima y a las plagas, este sector está condenado a morir. “Los costos  de los agroquímicos, servicios y mano de obra se han disparado”, dijo la mujer, al dar cuenta de que el alza salarial y el doble aguinaldo anunciado en el presente mes representan el ‘tiro de gracia’ a los agricultores. 

Días atrás el presidente Evo Morales aseguraba que hasta mayo el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de Bolivia alcanzaría un 4,5% y que se proyecta un 5% hasta finales de 2018. Aseguró el pago del segundo aguinaldo.

EL DEBER recorrió zonas productoras de grano de Pailón, Los Troncos, Okinawa y Montero, y las cifras desentonan con la realidad. En sintonía con Ramos, más de un pequeño productor aseguró que después de la sequía de 2016 aún no ven un alivio en su economía familiar y que más bien sufren el acoso de las casas comerciales que reclaman deudas atrasadas.  

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Con estadísticas del Ministerio de Economía de desempeño de sectores no extractivos, el sector agropecuario lidera con un 7,6% el mayor crecimiento según actividad económica en 2017.  

La semana pasada, con ocasión del seminario internacional Evaluación y Perspectivas de la Economía Boliviana y Regional, que tuvo lugar en Santa Cruz, el ministro de Economía, Mario Guillén, indicó que con la orientación  del Gobierno al crédito productivo, a través de la banca, Bolivia diversificó su economía y matriz productiva y que ahora no depende solo de los ingresos de hidrocarburos y minerales porque basa su crecimiento en el sector agropecuario, industria y construcción. “Las perspectivas apuntan que estos sectores seguirán con ese ritmo de crecimiento”, dijo. 

En la composición de la cartera de créditos destinada al sector productivo, según la Autoridad de Supervisión del Sistema Financiero. (ASFI),  hasta el 30 de abril de este año el sistema de intermediación financiera colocó Bs 66,231 millones, de los que un 24% (Bs 15.88 millones) corresponden al sector agrícola y ganadero del país. 

Mirada sectorial 
Desde la mirada del presidente de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), Freddy Suárez, las cifras de crecimiento sectorial que refleja el Gobierno son relativas porque el aparato productivo de Santa Cruz está saliendo de la asfixia que causó la peor sequía en 25 años, registrada en 2016, y que provocó efectos devastadores en lo económico y en lo productivo.  

Suárez refirió que este año se proyectó un mejor desempeño productivo del sector agropecuario, pero que los resultados al cabo de la cosecha de los cultivos de la campaña de verano -representa el 70% de la producción nacional anual- reflejan un estancamiento sectorial. El área sembrada este año fue de 1.341.200 hectáreas y se proyecta producir 9.579.879 toneladas -falta cuantificar la producción azucarera-, que no supera la producción de 2012, que es el año  histórico de referencia del sector. Dicho año, en verano, se cultivó 1.374.426 hectáreas y se logró cosechar 10.348.395 de toneladas. “No se visibiliza un punto de inflexión y los niveles de área sembrada y producción se mantienen estancados”, puntualizó. 

Para saber:

En criterio del líder de la CAO, el sector agropecuario cuenta con tecnología y sistemas productivos eficientes para aumentar la capacidad de producción de alimentos garantizando la demanda interna  y mercados de exportación, pero que seguridad jurídica, mercados y acceso a la biotecnología para hacer frente a los fenómenos climatológicos y a las plagas en los cultivos siguen siendo las variables internas que condicionan el crecimiento de este sector. 

Mirada de subsectores 
Con datos de la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo), este año se sembraron 960.000 hectáreas de soya y se alcanzó una producción de cerca de 2 millones de toneladas, volumen mayor a las 1,8 millones de toneladas producidas en la campaña agrícola de verano de 2017. 

“Si bien este año se registró una mayor producción de grano de soya, el volumen es inferior a la producción de una campaña de verano normal, donde producimos al menos 2,4 millones de toneladas. Las adversidades climáticas que se presentaron con excesivas lluvias al inicio de la siembra y con periodos de sequía en el desarrollo del cultivo afectaron el rendimiento”, indicaron desde Anapo.

Argumentan que vienen de campañas agrícolas que no han sido buenas para los productores, con muchas pérdidas por factores climáticos y por una disminución de los precios en el mercado internacional y que las medidas anunciadas en mayo -ajuste salarial y doble aguinaldo- ponen en riesgo un mayor endeudamiento de las unidades productivas que afrontan dificultades para generar alimentos estratégicos.  

Según la Secretaría de Desarrollo Productivo de la Gobernación de Santa Cruz, el área arrocera en el último año decreció de 90.000 a 80.000 hectáreas. El rendimiento promedio remontó de 3 a 4 toneladas por hectárea, lo que permitió a la región producir 320.000 toneladas. Cochabamba, Beni, La Paz, Tarija y Chuquisaca produjeron 120.000 toneladas de arroz. Aun así, sumando la producción cruceña y de las otras regiones del país no se llega a las 500.000 toneladas de arroz que se requieren para el consumo interno. 

La Asociación de Avicultores de Santa Cruz (ADA) y la Federación Departamental de Productores de Leche (Fedeple) reflejan niveles de producción sin sobresaltos e indicaron, por separado, que mientras no se promueva y aumente el consumo de leche bovina y de carne de pollo en el mercado interno y no se exporte la producción nacional, estos sectores seguirán relegados en competitividad. 

El sector algodonero cruceño no supera las 1.800 hectáreas sembradas desde hace tres años, mientras que fuentes del sector agroindustrial aguardan con optimismo la zafra y producción azucarera.