El Ejecutivo proyectó un déficit para 2019 de Bs 21.502 millones. Los analistas consideran que urge reducir el gasto improductivo y evitar más endeudamiento

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15 de junio de 2019, 4:00 AM
15 de junio de 2019, 4:00 AM

Un jefe de hogar que hace seis años gasta más de lo que gana, y que para cubrir sus deudas recurre cada vez más a los préstamos, pone en riesgo a su familia. Así es, según los economistas, que se puede interpretar el déficit fiscal que arrastra el país desde 2014, y que, a criterio de ellos, es alentado por los proyectos públicos no rentables y el gasto burocrático.

De acuerdo con un informe de la Fundación Milenio, los datos más recientes de las cuentas fiscales en Bolivia muestran un déficit del sector público no financiero (la suma del Gobierno general y las empresas públicas) en 2018 de Bs 22.670 millones, superior a los Bs 20.278 millones de 2017. Aunque para esta gestión el Presupuesto General del Estado (PGE) proyectó un déficit fiscal de Bs 21.502 millones, Bs 1.168 millones menos que en 2018.

A pesar de esta reducción, desde Milenio indicaron que tomando los datos de 2018 estas cifras son las más altas en al menos tres décadas, y que para hacer una comparación más adecuada es preciso relacionar este déficit con el Producto Interno Bruto (PIB). Con este ajuste, según el documento, se observa que el nivel registrado en 2018 es del 8,1% con respecto al PIB, ubicándose como el segundo más alto en el periodo mencionado.

Indican que no puede dejar de preocupar lo que sucede en las cuentas fiscales, que en los últimos años fueron descuidadas. “Tener un déficit superior al 3% del PIB es preocupante, pero además que sea creciente puede convertirse en un factor de riesgo importante. El contexto nacional, regional e internacional puede desequilibrar la economía, dejando al país en una situación muy desventajosa. Si se observa el presupuesto para 2019, no existe indicio alguno de prudencia fiscal y, al contrario, se busca mantener elevado tanto el gasto como el déficit, este último con el 7,8% del PIB. Ajustar las cuentas públicas es un imperativo”, remarca el informe de la Fundación Milenio.

Otras lecturas

René Martínez, analista de la Fundación Jubileo, sostuvo que el hecho que el déficit fiscal esté cerca del 10% con respecto al PIB preocupa y que la economía nacional corre el riesgo de verse afectada en las variables macroeconómicas a mediano plazo.

Hizo notar que desde 2015 los ingresos por las exportaciones de los hidrocarburos disminuyeron, mientras que la recaudación tributaria se congeló.

Así, según datos del PGE 2019, la recaudación tributaria en el mercado interno, más el aporte de la Aduana y no tomando en cuenta el Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH) en 2015, fue de 50.441 millones; en 2016 bajó a Bs 47.591 millones; en 2017 siguió con la misma tendencia y fue de Bs 47.420 millones; en 2018 subió a Bs 49.208 millones y para esta gestión la proyección tiende a la baja, y es de Bs 49.118 millones.

Mientras que el gasto corriente, a criterio de Martínez, en similar periodo tuvo una tendencia al alza, lo que generó un desequilibrio financiero.

En la presentación del Ministerio de Economía del proyecto del PGE 2018 y 2019 se detalla que el gasto corriente en 2014 fue de Bs 108.604 millones, en 2015 subió a Bs 126.626 millones, mientras que en 2017 bajó a Bs 117.631 millones; en 2018 volvió a subir a Bs 121.729 millones y para 2019 se proyectó un gasto corriente que llega a Bs 131.756 millones.

Martínez subrayó que para ‘tapar’ la realidad, el Ejecutivo está recurriendo al préstamo interno-externo, que ya asciende a los $us 20.000 millones.

“Para tratar de controlar esta variable se debe contraer el gasto corriente, optimizar los recursos y disminuir los gastos burocráticos y en obras públicas que no generan utilidades “, precisó Martínez.

A su vez, el analista Germán Molina subrayó que en la Presidencia de Juan Evo Morales, los primeros ocho años se caracterizaron por un superávit, mientras los últimos seis por un déficit fiscal, que si se lo suma llega a un 41,2%, un porcentaje que de acuerdo con su lectura es preocupante y que para controlarlo necesita frenar el actual gasto corriente para no seguir contrayendo una deuda pública.

“Se deben frenar los gastos superfluos, como viajar en helicóptero, el pago de publicidades, la inversión en proyectos que no generan ningún beneficio y reducir la burocracia, que cada año es más cara”, indicó Molina.