Nació en Montero hace 67 años, cuando era todavía un pueblo de 5.000 habitantes. Su padre fue Uruguay Landívar, que falleció en el 2000, y su madre es María Cuéllar, que vive en la capital del norte cruceño

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2 de diciembre de 2018, 3:00 AM
2 de diciembre de 2018, 3:00 AM

Hugo Landívar Cuéllar nació en Montero hace 67 años, cuando era todavía un pueblo de 5.000 habitantes. Su padre fue Uruguay Landívar, que falleció en el 2000, y su madre es María Cuéllar, que vive en la capital del norte cruceño. Hugo Landívar Cuéllar, el ingeniero que lidera el grupo empresarial Landicorp, habló en el restaurante del hotel Radisson, en un Desayuno con…EL DEBER.

Estudió la primaria en el colegio Holly Cross y se graduó como bachiller y técnico agropecuario de la Escuela Muyurina, donde dice haber recibido educación al nivel de Europa. Sus estudios profesionales los realizó en la universidad Federico Santa María de Chile. “Para entrar lo tuve relativamente fácil debido a mis buenas notas. Ahí salí como ingeniero civil químico y a cinco estudiantes nos permitieron hacer el posgrado con el título de Master of Science”.

Su tesis de grado la hizo en una fábrica de aceite de margarina y al volver a Bolivia quiso emprender con ese producto. Aquí fue llamado al banco Santa Cruz, que buscaba profesionales formados en Chile. Luego fue convocado por la familia Monasterio para que trabaje en la empresa Ceibo, donde tuvo su primer empleo. “Estuve ahí dos años y medio y pasé otros dos años y medio como gerente a Ebba, una embotelladora de néctares. La compañía perdía dinero, pero con un grupo de profesionales la levantamos y le dimos ganancias”.

A los 32 años empezó su primera empresa con sus socios Carlos Aponte, Claudio Mansilla y Gonzalo Fernández de Córdoba. Con ellos nació Mainter, que fue orientada al campo agroindustrial y que ahora festeja sus 35 años. “Al comienzo éramos solo una secretaria y yo, con quien llegábamos temprano a barrer. Con el tiempo reforzamos el equipo y entraron Claudio y Gonzalo. Había una gran demanda de agroquímicos y nosotros teníamos contactos con Brasil. Llegamos y nos consiguieron agroquímicos que vendimos aquí a la Cámara Agropecuaria, con un mejor precio y mejores condiciones”.

Recuerda que tuvo un comienzo difícil por la hiperinflación que estaba en un 12.000 por ciento. “Fuimos superando las crisis hasta que llegamos a estabilizarnos. Otro momento difícil fue cuando mis socios se marcharon, no por que me disgustaban, sino porque cada uno encontró otra alternativa profesional y empresarial”.

Su siguiente unidad de negocios fue Tramontina, que comercializa cubiertos, ollas, sartenes y herramientas. También incursionaron en el negocio de las automotrices con la distribución de FIAT, que tendrán por un tiempo más.

Una de las más importantes unidades de negocios del grupo Landicorp es la producción de semillas, con cinco granos por vaina, cuando en Brasil tienen cuatro granos.

En la compañía trabajan unos 400 empleados y el directorio tiene un presidente y accionista principal que es él. Ese órgano de gobierno corporativo está conformado por cinco directores. Dos son de la empresa, dos externos y Hugo Landívar, que es el quinto.

En cada unidad de negocios tiene gerentes: Javier Urey, en Mainter, Robert Pablo Landívar, su hijo, que está en alimentos, Hjalmar Cortez, en automotrices, Mauricio Quintela y Karla Fernández, que está en el nuevo proyecto de tienda concepto de Tramontina, que se inaugura el 5 de diciembre. Además este fin de año se abre la planta de galletas y queques.

“Hemos llegado a una diversificación prudente. Tenemos que mantenernos, sostenernos y crecer. En el sector inmobiliario hicimos edificios y en la parte industrial participamos de Nutrioil y del Puerto Jennefer. Soy vicepresidente de Nutrioil con Jennefer. Lo importante de tener un puerto no es solo la salida al mar. Es menor el costo de transporte y se ahorra tiempo. Son tres plataformas, tres terminales portuarias, cada una de 5.000 metros y una terminal para movimientos de granos y harinas. Los accionistas somos cinco grupos, cada uno con el 20 por ciento”.

Entre sus hobbies está la crianza de caballos. Cuenta con una decena de animales en siete hectáreas en la zona de Samaipata.

Su sello es la transparencia

Cuando le preguntan cuál es la marca que distingue su estilo de liderazgo menciona la sencillez y la transparencia. “Hay que decir lo que uno piensa. Que no se note que uno tiene dobleces o que tiene escondido algo que no quiere decir, pero que está pensando. Me encanta ser transparente. No existe una sola clave para el éxito empresarial. Son un conjunto de cosas. Oportunidades, conocimientos, suerte, perseverancia”.

Alguna vez tuvo interés en la actividad política, pero se desanimó porque su vida familiar iba a sufrir. “Tuve una presión muy fuerte en mi casa para no hacerlo. Cuando fui presidente de Cotas me volví hombre público. Entonces tenía ciertas cualidades que a los políticos les parecía positivas”.

Sobre la situación de Santa Cruz y de Bolivia, afirma que le preocupa el momento político. “Tengo miedo que se pase de una democracia participativa a una represiva. Eso nos llevaría a una situación que ningún cruceño o boliviano quiere. Me preocupa que por ostentar el poder un gobierno destruya el sistema productivo. No estoy hablando del sistema empresarial, sino del productivo. Todo el mundo va a perder, ¿y sabe quiénes son los más afectados? El pueblo. Si ocurre, todos tienen que reaccionar, independientemente que sean o no del MAS. Cuando viene la crisis es para todos y los bonos son finitos. Lo que es infinito es la producción”.

A propósito de la economía, opina que todos los sectores sienten la desacelaración.“Se está creando una iliquidez a causa de la desaceleración. Basta ver cómo está reaccionando el pueblo a esta crisis y cómo están vendiendo los terrenos porque no hay liquidez”.

Su reciente emprendimiento es una planta de alimentos para humanos, que está en el kilómetro 9 de la carretera al norte, en una superficie de una hectárea y media.

En la fotografía y en la madera

Está casado con Beatriz Rossel Velasco desde hace 38 años. De su matrimonio nacieron dos hijos. Uno de ellos tiene 36 años y otro 34. Se formaron en ingeniería financiera e ingeniería industrial en la universidad de Manchester y en la de Gainesville, de EEUU.

Cuando estudiaba en la universidad de Chile, Hugo Landívar se formó también como diseñador de muebles y aprendió fotografía.

Le encanta el carnaval y forma parte de la fraternidad Haraganes. Entre sus destinos favoritos están Israel y Europa. Respecto a lecturas, le gusta más la ilustrativa. Menciona como ejemplo el libro Baño de Bosque, de un autor japonés, que tiene la teoría que la gente se llena de energía cuando se da un baño de plantas.

Uno de sus cantantes favoritos es Juan Manuel Serrat y le gusta el teatro y el arte en general. Entre los deportes que practicaba antes cita la natación, el tenis y las barras. Es hincha de Guabirá, pero también respalda a Blooming.