La cruceña que está al mando de una fábrica de cerámica conversó con EL DEBER en el hotel Camino Real. Contó detalles de su vida personal, su formación profesional y su mirada empresarial

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14 de octubre de 2018, 4:00 AM
14 de octubre de 2018, 4:00 AM

Nació hace 55 años en Santa Cruz. Hace 25 años que heredó el mando de Cerabol, la fábrica de cerámica fundada en 1970 por su padre Andrea Bruno, un italiano que migró en los años 50 a Bolivia en búsqueda de paz, después de ser combatiente de la segunda guerra mundial. Sandra Bruno Vercellesi es la administradora de empresas que gerenta una compañía de 200 empleados y que sostuvo una entrevista en el hotel Camino Real, en un Desayuno con…EL DEBER.

“A mi papá la guerra lo agarró muy joven. Era de Piemonte, del norte de Italia, y tenía formación técnica como constructor civil, además de un curso en contabilidad. Ingresó aquí por la Chiquitania y quedó encantado por el sistema que se utilizaba para fabricar las tejas y los ladrillos. Todo era rudimentario. Cuando llegó a Santa Cruz adaptó con el señor Barthos unas máquinas de producción de las primeras tejas para la Escuela Muyurina. Y ahí se convirtió en el propulsor de la cerámica mecanizada en el país. Después, con la familia Auza, fundan Cerámica Santa Cruz y con el señor Roda crean Cerámica Margla, hasta que hace 48 años realiza su sueño de fundar Cerabol. Él falleció en 1992, muy agradecido por esta tierra que lo acogió y satisfecho por su aporte a Bolivia. Mi mamá es Elizabeth Vercellesi, una argentina también de origen italiano, pero que hace 80 años vive aquí. Ella misma dice: ’Soy más camba que la yuca’ ”.

Sandra Bruno es la única hija. Consiguió el bachillerato en la promoción 1980 del colegio Uboldi. “Siempre fui buena estudiante. Me gustaba mucho historia y geografía, pero no química. En la época del golpe de García Meza quedamos sin universidad y un gran número de compañeros nos fuimos a estudiar a Brasil. En la Universidad Federal de Mato Grosso do Sul cursé administración de empresas. Al poco tiempo de llegar conocí a mi esposo, que es brasileño. Yo estudiaba en un estado y él en otro, pero fueron las cosas del destino las que nos unieron y ya son 35 años de matrimonio. Él es el ingeniero civil Nicola Ferra, también descendiente de italiano. Me lo traje a Bolivia, comprendió la situación de ser yo hija única y que el emprendimiento de mi padre había nacido con mucho esfuerzo y valía la pena apoyar”.

Explica que eligió la carrera de administración porque nunca pensó en otra cosa que no sea continuar la empresa familiar, ya que le tiene una pasión inmensa a Cerabol, donde empezó y espera jubilarse. “Es el único rubro que conozco. Comencé desde adolescente en la empresa. Fui mensajera y en aquella época la comunicación con los proveedores del exterior era a través de télex. Ha sido una de las mejores experiencias de vida que he tenido porque para mandar primero hay que saber. Fue la época en la que cuando alguien tomaba vacaciones yo era la sustituta. Mi papá me decía: “Tenés que colaborar” y yo lo hacía con el mayor de los placeres. Ya cuando era profesional, en 1985 comenzamos con mi esposo. Nos hemos complementado mucho en la parte laboral, él en la producción y yo en la parte administrativa. Tuvimos la gran suerte de que mi papá nos entrenara durante casi 10 años. Cuando falleció, en 1993, asumí la gerencia de la empresa”.

 

Recuerda que su compañía se fundó con 20 personas y producía alrededor de 10.000 metros cuadrados de cerámica por mes. Ahora tiene una capacidad de producción de aproximadamente 500.000 metros cuadrados y 200 funcionarios. Tras la muerte del fundador crearon otra unidad de negocios llamada cerámica Rafaela. “Mucha gente pensó que no seguiríamos adelante. Después de 15 años logramos cumplir nuestro sueño que era una nueva unidad productiva construida desde cero, muy bien planificada, con tecnología de punta que nos permitió ampliar la producción y el abanico de productos. Tenemos ahora una capacidad de producir 15.000 metros cuadrados por día. Nosotros nacimos con el emblemático rojo natural de 15 por 15, que es nuestro producto estrella. Luego incursionamos en la cerámica esmaltada y ahora tenemos varios formatos, modelos, líneas, colores y revestimiento cerámico. Hay cuatro empresas grandes del rubro. Aunque Cerabol no es de la mayor, me jacto de decir que somos una industria nacional que apuesta a la calidad. El público acepta pagar un poco más porque sabe que es garantizado. Nuestro principal mercado es Santa Cruz”.

Las fábricas bolivianas tienen capacidad para abastecer el mercado nacional, en calidad, cantidad y tecnología, asegura. También hace notar que hace dos meses las empresas se reunieron por primera vez para expresar la preocupación por el ingreso desmedido de cerámicas de China y Brasil, a las que se debería gravar un arancel. Cerabol ya realiza algunas exportaciones de sus productos a Arica, Iquique, Arequipa, Uruguay y próximamente a Paraguay.

Apuesta por una empresa liviana

Bajo su mando tiene a la gerencia de producción, la de ventas, la de recursos humanos y contabilidad. “Somos una empresa bien liviana. Tenemos un equipo multifacético. Es lógico que al haber crecido tanto estamos alineándonos a una gestión más formal. Nos ha costado más que todo a las cabezas, pero gracias a la inyección de nuestras hijas es que entramos a la innovación en la gestión”.

Define como la marca de su estilo de liderazgo el entusiasmo. “Como disfruto de mi trabajo, soy una gerente a tiempo completo. Asisto a mi oficina de lunes a sábado, excepto cuando viajamos. Soy muy entusiasta, muy perfeccionista. A veces me juega un poco en contra porque me cuesta delegar. Nuestro equipo de trabajo es de mucha confianza, de gente que trabaja con nosotros desde hace muchísimos años, una gran familia”.

Sobre la situación del sector de la cerámica en Bolivia, opina que es uno de los que más creció. “La construcción realmente se expandió muchísimo. Hubo una desaceleración estos últimos dos años. Existe aún déficit habitacional y la población cada vez aumenta, la migración también. Entonces también veo esperanzas. Los conflictos que estamos viviendo crean incertidumbre y las personas son más cautelosas. Sin embargo, siempre he pensado que Bolivia es un país especial y que hay futuro para todos”.

Respecto a los planes de la empresa, dice que adquirirán una nueva máquina digital y otra decoradora.”La idea es seguir tecnificándonos. Más adelante la intención es aumentar la capacidad productiva y diversificar más”.

Sandra Bruno está a las 9:00 en su empresa para planificar la jornada. En las noches le gusta leer mucho novelas contemporáneas que la relajen. Tiene tres hijas, dos de las que ya trabajan en Cerabol. Nicole, de 34 años, es ingeniera de materiales y tiene dos niños. Carol, de 32 años, es administradora de empresas, tiene dos hijos y trabaja como gerente administrativa. Su hija menor es Rafaela, de 21 años, que estudia negocios en Florida, EEUU. Tanto ella como su esposo y sus tres hijas son los accionistas de Cerabol. Actualmente realizan el protocolo familiar para perpetuar el legado.

Vacaciona tres veces al año. Una con la familia, otra con la pareja y otra para visitar a Rafaela. Su destino favorito es Italia y lo que más disfruta es de planificar sus viajes. Le encanta la decoración y se define como “bastante sociable” y dice que participa del club de aeromodelismo de su esposo. (ver el video) en www.eldeber.com.bo)