La devaluación del peso argentino y el real brasileño frente al dólar desató la alarma del sector privado, que pide la flexibilización del tipo de cambio; Gobierno afirma que analiza la coyuntura con cautela

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2 de septiembre de 2018, 17:00 PM
2 de septiembre de 2018, 17:00 PM

La caída abrupta del peso argentino frente al dólar, y sus efectos colaterales en la región, encendió la alarma en el sector productivo y exportador del país, mientras que autoridades del Gobierno se mostraron más cautas y ya no se animaron a decir que la economía estaba blindada, como hicieron en 2015 en un escenario más adverso, cuando cayó el precio del petróleo y otros commodities.

“Hay que evaluar la variación de precios del comercio. Hasta ahora no tuvo un impacto en nuestra economía. No estamos blindados, pero la economía es sólida”, manifestó el vicepresidente Álvaro García Linera, al cierre del Primer Foro Internacional del Gas, Petroquímica y Combustibles Verdes.

En el mismo escenario, el presidente de la Federación de Empresarios Privados de Santa Cruz (Fepsc), Luis Barbery, adelantó que se acercarán al Gobierno para que se tomen “los recaudos necesarios” con el fin de precautelar la industria nacional y el empleo.

Entre noviembre de 2011 y agosto de 2018, la moneda argentina se depreció frente al dólar un 835%, pasando de 4,2 pesos por dólar a 39,6 pesos por dólar, mientras que en el mismo periodo el real brasileño se depreció un 139%, pasando de 1,7 reales por dólar a 4,1 reales por dólar.

La situación en Argentina es más compleja, debido a que esta baja se presentó de manera abrupta en los últimos días de agosto, en que cayó un 20%, y provocó la alerta de los comercios argentinos en la frontera, tal como lo evidenció EL DEBER en un recorrido en Salvador Mazza (Salta, Argentina), pero trajo también oportunidades para los importadores mayoristas.

Para el secretario de Desarrollo Productivo de la Gobernación de Santa Cruz, Luis Alpire, esta situación explica el incremento de la compra de alimentos de este país, que representa el 41% del total importado de alimentos en 2017, según cifras del IBCE.

Similar situación ocurre con Brasil, del cual proviene el 15% de los alimentos importados en similar periodo. A esto se suma la problemática del contrabando, toda vez que la dificultad de controlar una frontera de 773 kilómetros con Argentina y 3.423 kilómetros con Brasil es evidente.

El presidente de la Cámara Nacional de Exportadores de Bolivia (Caneb), Wilfredo Rojo, indicó que el tipo de cambio fijo de la moneda nacional frente al dólar hace que la producción pierda competitividad, en un escenario internacional en el que países vecinos ofrecen productos homólogos, pero a un costo más bajo.

Para Rojo, la solución está en manos del Gobierno y consiste en modificar la política cambiaria; sin embargo, esta propuesta, que data de varios años atrás, fue rechazada con anterioridad porque se teme un efecto inflacionario.

El presidente de la Cámara Nacional de Industrias (CNI), Horario Villegas, coincidió en que la devaluación argentina puede abaratar sus costos, aunque consideró que también se debe tomar en cuenta el efecto inflacionario, por lo que señaló que los efectos no podrán verse de inmediato.

Añadió que el tipo de cambio no es el único escollo al que se enfrenta el exportador boliviano, debido a que también debe hacer frente al contrabando, los incrementos salariales, el doble aguinaldo y el acoso normativo.

Fuga de dólares

Con respecto a la coyuntura económica en la frontera, la presidenta de la Aduana Nacional, Marlene Ardaya, señaló que más que el contrabando, lo que se teme es que se incremente “una fuga de dólares”, que se viene identificando con mayor frecuencia.

“Con relación al contrabando, han bajado en porcentaje los decomisos; en contraparte, se identificó que se incrementó la salida de dólares, que no son declarados y no pagan tributos”, lamentó.

Ardaya explicó que ante las restricciones de la importación en Aduana y la fluctuación de la moneda, lo más rentable para los especuladores es cruzar la frontera y cambiar dólares en el mercado negro, lo cual, de mantenerse la tendencia, puede llegar a afectar a la economía nacional.

¿Qué pasará con Bolivia?

El gerente general del IBCE, Gary Rodríguez, consideró que el principal impacto para la economía boliviana lo tendrá el comercio exterior, tanto por el incremento de las importaciones legales como el contrabando, por lo que se mostró partidario de una modificación de la política cambiaria.

“Hay países que manejan el tipo de cambio como un instrumento de desarrollo. Para que se entienda, si un dólar se cotiza en 10 pesos y mañana 15, desde el exterior pueden comprar más en moneda nacional. Esa es la ganancia de la competitividad”, dijo.

Según los expertos consultados, el cambio fijo se sostiene en las reservas internacionales, que son las más altas de la región, y en el acceso a créditos del exterior, que hacen que se mantenga su crecimiento a escala macroeconómica, pero las cifras de la microeconomía de las empresas son diferentes y muestran una alarmante tendencia a la baja.

Crece la internación de mercadería en Villazón y comercios cierran temporalmente en Pocitos

En la fronteriza ciudad de Villazón (Potosí), que colinda del lado argentino con La Quiaca (Jujuy, Argentina), la devaluación del peso argentino representa para el comercio local la oportunidad de incrementar la importación de mercadería e inundar los mercados de abasto.

A más de 600 kilómetros de distancia, en Salvador Mazza (Salta, Argentina), también conocido como Pocitos argentinos, la baja de la moneda trajo incertidumbre en los negocios locales, que este viernes optaron por cerrar sus puertas, ante el miedo de vender sus productos a un precio más bajo de su cotización con relación al tipo de cambio vigente, debido a que por la caída abrupta del peso ya registraron sus primeras pérdidas.

Así lo corroboraron dos corresponsales de EL DEBER, en un recorrido realizado en esas ciudades fronterizas entre Argentina y Bolivia. En el lado boliviano, los comerciantes reportaron fuertes caídas en sus ventas, siendo que meses atrás habían experimentado un aumento ante la afluencia de argentinos que llegaban alentados por una leve recuperación de su economía.

Para el distribuidor mayorista en La Quiaca, Fernando Fabián Ustárez, la devaluación del peso argentino le conviene al boliviano porque adquiere un producto comestible a menor precio y puede llevar en mayor cantidad, en referencia a productos como harina, aceite y otros productos comestibles.

Rosario Pozo y Mario Mamani, dos comerciantes de Villazón, confirman que tras la devaluación disminuyó la afluencia de argentinos que llegaban para adquirir prendas u otro producto.

“Nos tomó por sorpresa esta devaluación cuando se comenzaba a notar cierta estabilidad”, dijo Mamani.

La avenida República Argentina y otras calles de tradición comercial estaban casi despobladas en comparación con otras épocas del año.

La situación es distinta para los importadores, tal como lo reconoce Fernando Ustárez, distribuidor mayorista en La Quiaca, que calificó de beneficiosa esta situación, ya que el consumidor logra adquirir productos a menor precio y de mayor calidad.

“Por ejemplo, una caja de aceite cuesta 900 pesos argentinos; es decir, apenas Bs 140”, destacó.

En Salvador Mazza, la incertidumbre obligó a cerrar los locales durante el mediodía del pasado viernes, mientras que las pérdidas económicas se hicieron sentir incluso entre los cambistas que operan en el puente, a los que también tomó por sorpresa la devaluación./ DM y FC.

ANÁLISIS | Un escenario complejo para los empresarios

Carlos Hugo Barbery - Economista

La industria nacional tiene pendiente hacer fuertes erogaciones en gastos sociales”

El mercado de divisas pasa un momento turbulento en Argentina, luego de que la tasa de cambio del peso frente al dólar escalara hasta cerca de los $b. 40/$us 1, causando un clima de mayor incertidumbre, de la que en una fugaz irradiación toca a Brasil, cuya moneda, el real, ya superó en las últimas horas los R 4/$us 1.

Ambas economías están tratando de acomodar sus desequilibrios, en particular de sus cuentas fiscales, y siguen teniendo problemas en lo que se refiere a generar confianza en sus agentes económicos, por ende no alcanzaron para encaminar las metas de sus programas de ajuste.

Argentina mantiene un nivel de inflación que ronda el 30% y una devaluación acumulada en la presente gestión que duplica la tasa de cambio de inicio de año. Esto lleva a tomar medidas urgentes como el adelantamiento del soporte del FMI de $us 50.000 millones (alrededor del 8% de su PIB) para calmar las turbulencias y tratar de mantener la confianza de los mercados, cuyos capitales tienen mejores alternativas ante el fortalecimiento del dólar.

Otra de las medidas son los ajustes al encaje y las tasas de interés para controlar que la inflación no se descontrole más de lo que ya está.

Este tipo de medidas, por supuesto, generarán un viento de cola a los demás países, sobre todo a las industrias que producen bienes homogéneos a los argentinos, mismos que llegarán ahora a precios más competitivos y que como en el caso boliviano, con empresas que deberán realizar fuertes erogaciones de gastos sociales de fin de año, tornará en esos casos un panorama complejo de sortear.

APUNTES

BALANZA COMERCIAL

En 12 años la importación de alimentos casi se triplicó en valor, pasando de $us 237 millones en 2006 a $us 626 millones en 2017, mientras que las exportaciones de los sectores agrícola, ganadero, de caza y pesca cayeron $us 75,7 millones entre 2016 y 2017.

EN ARGENTINA

Se dispararon los precios de productos como frutas, carne de cerdo y medicamentos, y los cosméticos bajaron.