Empezó a estudiar la carrera de Economía en la Universidad René Moreno, pero no pudo continuar por falta de tiempo y motivos laborales

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25 de noviembre de 2018, 10:00 AM
25 de noviembre de 2018, 10:00 AM

Si hay alguien que comenzó de cero y ha logrado constituir una corporación empresarial diversificada es Víctor Pacheco Llerena. Nació hace 65 años en La Paz. Su padre, Víctor Pacheco Villanueva, formó un hogar con su madre, Norma Llerena. Es el mayor de tres hermanos varones y de una mujer. En el restaurante del hotel Radisson repasó, en un Desayuno con…EL DEBER, su amplio recorrido empresarial.

“Cuando yo tenía siete años mi padre fue a Perú como exiliado político. Él tenía la distribuidora Pacheco, que repartía medicamentos. A mis 15 años viene a Santa Cruz con toda la familia y radico aquí 50 años. Salí bachiller del colegio Juan XXIII, que estaba donde ahora es el De la Sierra”.

Empezó a estudiar la carrera de Economía en la Universidad René Moreno, pero no pudo continuar por falta de tiempo y motivos laborales. Quiso cursar Contabilidad, porque le gustaban los números, y no lo pudo hacer porque en ese momento no había un instituto que la ofrezca en Santa Cruz. De ahí nació su idea de incursionar en un emprendimiento educativo.

Su primer trabajo estable en la juventud fue como mensajero del Bank of America, que estaba en la plaza 24 de Septiembre, pero esta entidad cerró por el golpe de los años 70. “Me quedé entonces sin universidad y sin trabajo, por lo que me fui a Nueva York a buscar oportunidades. Trabajé como lavaplatos, taxista y en oficinas, por mi experiencia en banca. Allí estudié la carrera de bookkeeping (teneduría de libros) para complementar después con Contaduría. Tenía 19 años y estuve tres o cuatro años en Nueva York. Aprendí mucho de puntualidad en el trabajo. Ya tenía mis documentos de residente americano, pero decidí volver a mi país”.

Al retornar trabajó durante cuatro años en el Banco Nacional de Bolivia, donde se dio cuenta de que necesitaba capacitación y empezó a estudiar Contaduría, pero no había en Santa Cruz un instituto superior que dé un título nacional y se adapte al tiempo de los trabajadores “Hice los trámites para un instituto y renuncié al banco. Así nació el Ñuflo de Chávez, de donde salieron los primeros contadores con título en provisión nacional”.

Hamburguesas y entretenimiento

El siguiente emprendimiento de Víctor Pacheco fue el local de hamburguesas Tobby, entre las calles Sucre y Campero. “Yo venía de Estados Unidos, donde la hamburguesa era la comida rápida y común. En ese tiempo aquí la servían en un plato con pan. Como había el horario continuo, lo vi conveniente para la gente que no tenía mucho tiempo. Estábamos en todo el país, pero por temas de transporte decidimos quedarnos en Santa Cruz para organizar la empresa. En ese momento traspasamos cuatro o cinco locales a mis padres y hermanos”.

Enseguida emprendió en la carretera a Cotoca el negocio Edicopark, que funcionó con éxito los primeros seis meses para cubrir gastos y deudas. Después bajó la asistencia y lo trasladaron a otra zona para personas con menos recursos. “Prácticamente quebramos y nos fuimos a la Fexpocruz, a Cochabamba y a La Paz. Ahí se recuperó un poco la inversión y ahora contamos con cuatro parques de atracciones y estamos de gira constantemente”.

Play Land Park se implementó cuando también nacía Aqualand, pero con un enfoque diferente. “No era solo un parque acuático, sino también con juegos mecánicos y atracciones, como la casa del terror. Después pusimos un zoológico, o bioparque. Es el tercer zoológico más grande de Bolivia”.

Ahora forman a 20.000 estudiantes

La educación no es la actividad más rentable, pero sí la más importante de la corporación Domingo Savio, según Víctor Pacheco. Después de haber fundado un colegio y un instituto, se propuso constituir la universidad que funciona actualmente en ocho departamentos y pronto llegará a Pando.

Acaba de construir un colegio en Tarija, que funcionará desde el próximo año y apunta a consolidar un proyecto nacional con un modelo de enseñanza que traerá el método de Cambridge.

Hasta hace unos seis años habían pasado por el instituto Domingo Savio alrededor de 250.000 estudiantes. “Ahora tenemos prácticamente unos 20.000 estudiantes a nivel nacional, entre colegio, instituto y universidad. De 50.000 que se profesionalizan en las privadas, nosotros tenemos 17.000”.

Además de invertir en educación, la corporación incursionó en bienes raíces. Incluso tuvo una carpintería propia para amueblar los edificios educativos. Otro de sus negocios fue un spa. Hace un estimado de más de 1.000 familias que trabajan en su grupo, que cuenta con 15 gerentes.

Un directorio ejecutivo maneja la corporación y tiene una oficina de la familia, que sesiona en una asamblea, según un protocolo. En la universidad cuentan con un rector nacional y también están los rectores regionales. A la vez, un director nacional académico, uno de marketing, uno de evaluación y de otras áreas.

Cuando se le pregunta cuál es el sello que distingue su liderazgo empresarial, responde que es la tenacidad. “No hay mayor satisfacción que lograr cosas en la vida. El dinero es importante para las satisfacciones del momento, pero no te da la felicidad”.

Sobre la coyuntura que vive Bolivia, dice que el mayor problema es la incertidumbre, que hace mucho daño al inversionista y a la empresa privada. “No sabemos qué pasará hoy o mañana, si hay o no elección. Muchos inversionistas esperarán y eso le hace daño al movimiento económico”.

Además de incursionar con la universidad a Pando, la Corporación Domingo Savio tiene interés en desarrollar proyectos en turismo, por lo que espera que el Gobierno ejecute Viru Viru Hub para encarar la construcción de un hotel.

Está casado con Layla Suárez y tiene cuatro hijas y nueve nietos. Norma es la mayor y se profesionalizó como ingeniera comercial. La segunda es Jessica, comunicadora, y la tercera Melissa, relacionista pública. La última estudia marketing.

El protocolo familiar impide a sus hijas ocupar cargos ejecutivos en las empresas de la corporación, pero se están capacitando para integrar el directorio y trabajar en las oficinas familiares.

 

Víctor Pacheco es miembro del Club de Tenis y de la fraternidad Chuturubises, que coronó en 1975. Los fines de semana los disfruta en familia en las Lomas de Arena, donde tiene un hotel. Sus vacaciones las toma una vez al año en EEUU. Practicó el raquetbol y ahora le gusta la equitación, en la que compite uno de sus nietos (ver video en www.eldeber.com.bo).