Pasaron de la crítica social a la introspección. Los creadores usan la red para mostrar sus trabajos. Los temas que prefieren rondan la sicología, que se ha sumado a la denuncia, que era más fuerte en los 70

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1 de septiembre de 2019, 4:02 AM
1 de septiembre de 2019, 4:02 AM

Son jóvenes, habilidosos para el dibujo y protagonizan el renacimiento del cómic local. Se agrupan con nombres como Tintazul o Metartkia, un nombre que es todo un manifiesto ante la realidad: metamorfosis, arte y anarquía.

La herramienta invisible que usan es la imaginación, plasmada en decenas de fanzines. Ese nombre combina las voces sajonas ‘magazine’ y ‘fan’. Un fanzine es una publicación breve, que reúne a varios autores. Cuentan varias historias, cada uno con sus trazos personales y sus personajes propios. ‘Underground’ es un calificativo que usan casi al mismo tiempo Aarón Mariscal y Franklin Nogales, comiqueros formados en sicología y comunicación. Las tiradas son exiguas; el grupo Metartkia, por ejemplo, publicó 15 ejemplares para una reciente exposición.

Los temas

Después de un auge a principios del año 2000, el fanzine desapareció hacia 2006, según Andrés Ibáñez, comiquero e instructor en narrativa multimedia. De ese tiempo de cambio de siglo viene Paranoia Studios, los hermanos Pórcel y Miro Bazoalto, además de El Vozetero, que aparecía regularmente cada mes.

Después de un letargo de una década, los jóvenes empezaron a crear historias. Uno de los escenarios que agitó esta creatividad es la Feria de Publicaciones que se realiza cada tres meses en el Centro Simón I. Patiño. A esa feria acuden los creadores, tanto principiantes como expertos.

Se ven fanzines que hablan de ecología, meditaciones acerca de la corrupción y, como señala Franklin Nogales, temas que tienen que ver “con nuestros brotes sicóticos o episodios depresivos, que en algún momento oportuno se convirtieron en una habilidad para ver el mundo de una manera diferente”. El desamor, el juego con el absurdo, la leyenda recreada, los pequeños problemas domésticos narrados con una épica delirante, son elementos que se ven en las creaciones, firmadas como Nikola N. Frost, Dimensión T. o Hovy Tenshi.

Creaciones ‘orgánicas’

Comunidad de delirios es un libro de cómics que une el manejo profesional del color, la identidad en los personajes y la estructura de sus historias. Ya existen dos que reúnen a treinta autores. Es un documento que registra la inquietud por el cómic, porque la antología fue realizada en las diferentes versiones del curso integral de narrativa gráfica que se hace en el Centro Simón I. Patiño.

Autores como Ana Rubin de Celis, Aremazu, Laura Luck, Hou, Hiyirii y Leonardo Mallea están incluidos en sus páginas. La narrativa cruceña deambula entre la reflexión sobre las interacciones en el espacio urbano y el individualismo. Un detalle queda claro según Ibáñez: el regionalismo no es parte sustancial del lenguaje visual o escrito de los jóvenes.

La revista clásica no desapareció, pero las redes son la ventana favorita de los creadores

La presencia de los comiqueros en las redes convive con la revista clásica. En Facebook, Dimensión T muestra los nuevos stickers disponibles y anuncian sus cómics. Varios dibujantes no solo crean historias, sino también memes que luego se imprimen y pueden utilizarse como stickers. Comicbolivia.com incluye reseñas de publicaciones recientes, anuncia concursos de historietas, cubre eventos relacionados al cómic, más aún, reseña cómics periódicamente. Se pueden leer cómics online de autores bolivianos.

En la reciente Feria de publicaciones del Patiño hubo charlas y talleres sobre viñetas digitales, las claves para ser historietista y las formas de iniciarse en el cómic. Expusieron diez autores, lo que da una idea cuantitativa de la fortaleza del género.

En cuanto a las reflexiones de los autores, Ibáñez dice que plantean no solamente quiénes somos, sino en qué lugar estamos y qué es la ciudad para nosotros. El Comic Lab del Centro Patiño (que tiene una biblioteca especializada en cómics) es el referente en la formación de comiqueros en Santa Cruz.