La autora de ‘La Composición de la sal’ y Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez 2015 deja Bolivia para radicar por cinco años en Estados Unidos. Baudoin nos cuenta los motivos

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11 de agosto de 2019, 19:47 PM
11 de agosto de 2019, 19:47 PM

Magela Baudoin no deja de sorprender, cuando podría transitar plácidamente por el camino del confort que le da los reconocimientos y el prestigio que ha ganado dentro y fuera del país, la escritora ha decidido adentrarse por otros senderos que entrañan no solo un cambio de país, sino también de vida. Baudoin en pocos días más se ausentará del país para encarar un nuevo reto, esta vez en Estados Unidos, donde se trasladará con toda su familia y por un lapso de cinco años. La autora de El sonido de la H, conversó con EL DEBER y contó las razones de su decisión, su visión del país, de la mujer en Bolivia y de cómo entiende la literatura.

¿Qué motivos te llevan a ausentarte del país?

He recibido una beca doctoral en la Universidad de Oregon para estudiar Literatura en Lenguas Romances, durante cinco años. Que la vida abra un paréntesis para leer y escribir a tiempo completo, para aprender, es más que tentador y que mi familia pueda ser parte de la aventura, cierra el círculo.

¿Qué país es el que dejas y a cuál quisieras volver en cinco años?

A pesar de las transformaciones de los últimos 15 años, Bolivia sigue siendo un país con enormes asimetrías, pobreza y violencia, en el que mujeres y niños son presas sistemáticas del horror, del poder fáctico. Estamos en un momento crucial donde lo que se está decidiendo es el desmantelamiento o no del Estado de derecho. Y, ¿qué es el Estado de derecho? La posibilidad de que un individuo, ¡uno solo!, sin importar su condición, esté salvaguardado y pueda enfrentarse y eventualmente derrotar al poder (político y/o económico), cuando sus derechos están siendo conculcados, porque las leyes y las instituciones funcionan. Espero volver a un país menos violento, en el que mujeres y niños no seamos más los titulares de la muerte. Me llama poderosamente la atención que los feminicidios y la violencia no sean parte central de los programas de gobierno de los candidatos. Los candidatos tocan el tema coyunturalmente, cuando aparece el titular de una niña violada o muerta, pero en verdad no les preocupa el tema.

¿Hacer literatura y vivir de ella en un país como Bolivia es más difícil que en otros?

No hay nada más antisistémico que el arte, ni nada más ‘improductivo’, en los términos del capitalismo salvaje que hoy reina. ¿Por qué pagarle bien a una gente que se pasa gran parte del día leyendo o pensando o escribiendo o pintando o componiendo o actuando? ¿Para qué invertir en alguien que en estos términos del sistema no es ‘rentable’? De modo que hacer literatura (hacer arte) en Bolivia y casi en cualquier lugar del mundo, incluso del mal llamado ‘primer mundo’, es y será difícil. Pero también, por eso mismo, seguirá siendo el espacio de la resistencia, de la crítica, de la liberación. Me parece, por otra parte, que la carencia siempre es un buencaldo de cultivo para la creación y, en este país especialmente, hay muchas cosas por hacer. Prefiero entenderlo de ese modo que quejarme eternamente, porque, además, ¿no es la literatura eso también: insistir, perseverar, transformar?

La mayor visibilidad que te dieron los premios y reconocimientos de los últimos años ha determinado que lo que digas sea objeto de alabanzas, pero que a la vez genere críticas. ¿Cómo has convivido o convives con esa situación?

Algo muy saludable es achicar el ego. Yo trato de hacerlo permanentemente, de tenerlo a raya, incluso de maniatarlo. Un modo de lograrlo es hablar lo menos posible y escuchar más; otro, aprender a recibir la crítica, a escucharla, a respetarla. Me esfuerzo en ambas cosas. Después, soy muy consciente de que no es para nada importante lo que digo.

A pesar de las múltiples actividades que has tenido, nunca dejaste la docencia, ¿qué te ha motivado a seguir en esa labor?

Que me gusta muchísimo enseñar, si hay algún tipo de trascendencia en todo lo que hago, está en este espacio. Creo que podemos transformar realidades en un aula. Me emociona el modo en que se ilumina una existencia cuando una pregunta está animada por la curiosidad y se atisba una respuesta. Enseñar me gusta casi tanto como escribir. Creo que hay algo común allí con la literatura: la posibilidad de ‘tocar’ al otro y de ser tocado.

Lideraste la creación del Postítulo de Escritura Creativa de la UPSA, ¿continuarás ligada a ese proyecto?, ¿cómo evaluarías los resultados de ese proyecto?

Sí, por supuesto que seguiré impulsando este proyecto. Actualmente estamos trabajando en la creación de la primera maestría en escritura creativa de Bolivia. Hemos pasado, progresivamente del postítulo al diplomado y del diplomado, ahora, el plan es pasar a la maestría. Hay algunos datos que nos llenan de satisfacción: siete cortes de graduados; un equipo notable de profesores y escritores invitados; haber integrado el programa a la Red de Programas de Escritura Creativa de las Américas; estudiantes con menciones en premios literarios nacionales e internacionales; estudiantes que han realizado sus primeras publicaciones luego de años de escritura; cuatro estudiantes becadas en maestrías de escritura en Estados Unidos y Argentina. Por supuesto que estos logros no son solo nuestros, pero sin duda tienen una semilla de este espacio de contaminación positiva y de creación que es el PEC.

En Mujeres de costado entrevistaste a 17 bolivianas que considerabas notables. A casi diez años de la publicación de este libro, ¿qué otras mujeres incluirías hoy?

¡ Uf!, son muchas, cada vez me conmueve más la lucha de las mujeres en todos los ámbitos. Pienso en las madres que defienden el derecho a la vida de sushijos con cáncer; en las mujeres que se juegan todas por las niñas y mujeres violadas o golpeadas; en esas niñas y mujeres violadas y abusadas; también en esas profesoras y activistas nobles, que se vuelven faros, como Carol Gainsborg y Beiby Vaca; en académicas e investigadoras como Claudia Vaca, Silvia Rivera, Virginia Ayllón que van cambiando con sus ideas la manera de comprendernos; en mujeres que han abierto la senda en el arte como Blanca Elena Paz o Gaby Vallejo; en esas atletas que son superhumanas como Karen Tórrez o las cholitas alpinistas; en mujeres que han defendido nuestro patrimonio como Cristina Bubba; en mujeres que han salido limpias del poder y han dejado su huella en la política y en la literatura como Claudia Peña; son poetas, pintoras, músicas, cantantes, médicas, empresarias, mujeres comunes… Tantas que da vergüenza no nombrarlas.

Actualmente se habla de una mayor participación de la mujer boliviana en las instancias del poder, pero en Mujeres de costado, Domitila Chungara decía que lo importante no era que haya una mujer presidente, sino lo que se logra con eso. ¿Coincides con esa apreciación?

Creo que es importante el acceso a los espacios de decisión,en primer lugar. Que las mujeres lleguen al poder y aprendan a ejercerlo con justicia y eficiencia. Los hombres tienen siglos de ejercicio. Nos toca aprender y lo estamos haciendo. Esta es una revolución que no tiene vuelta: la de la equidad. Y nos toca llevarla adelante con una gran autocrítica y justicia.

Acabas de presentar la primera reedición de tu novela El sonido de la H. Algunas opiniones coincidían en señalar que, si bien es una historia intimista, también tiene de novela histórica. Con la distancia de los años, ¿cómo la percibes hoy?

Toda la literatura es intimista porque de algún modo proviene de un ‘yo’ que se desdobla e interpela la imaginación. No conozco un escritor que no escriba desde ese yo. Dicho eso, yo quería escribir una novela de iniciación, de transformación, un género que tradicionalmente ha sido escrito por hombres (pensemos en Demian de Hesse, el Retrato del artista adolescente de Joyce, El guardián entre el centeno de Salinger, Las tribulaciones del estudiante Törless de Musil o en La ciudad y los perros de Vargas Llosa). Y problematizar esa transformación en el universo femenino. Por eso son dos las protagonistas: Mar y Rafaela (que es transexual y está inspirada en Roberta Benzi, a quien entrevisté hace muchos años). Por supuesto que las transformaciones vitales tienen mucho que ver con el contexto, pues ponen en cuestión la realidad. Por eso me parece acertado eso que dices y que llamas ‘histórico’. Intervenir la novela, años después de su primera edición, me ha cuestionado mucho como lectora y como escritora. Espero que a los lectores les pase lo mismo.

¿Dejas algo inconcluso?, ¿Hay deudas pendientes?

Quiero pensar en este viaje con retorno. Si lo veo así, mis únicos pendientes son los del amor, a los que siempre se vuelve.