El capítulo que se estrenó el domingo en Netflix muestra cómo Luis Rey, padre y    mánager del cantante, fue, otra vez, el responsable de influir en el destino de su hijo

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12 de junio de 2018, 6:00 AM
12 de junio de 2018, 6:00 AM

Cada vez sorprende más y sigue ganando adeptos. Luis Miguel, la serie, se ha vuelto una montaña de emociones para los fanáticos que esperan un nuevo capítulo cada domingo en sus cuentas de Netflix. Y el octavo episodio no fue la excepción en cuanto a sorpresas. En esta ocasión se contó cómo fue el debut sexual del cantante mexicano. Otra vez, el responsable de esa situación fue Luis Rey, su padre y mánager. 
En 1984, Luismi tenía 14 años. Su voz, como sucede con los chicos de esa edad, había empezado a cambiar. Tanto él como Luis Rey estaban preocupados porque pensaban que ‘Micky’ ya no iba a poder cantar como cuando era chico y el imperio iba a caerse.

Así, para calmar la angustia de su hijo, Luisito decidió que había llegado la hora de iniciarlo con las mujeres. Entonces, le lleva una prostituta al hotel donde se encontraba alojado.

Luis Rey conversa con su hijo al día siguiente de ese encuentro.  En el bar del hotel, para rubricar de alguna manera el pasaje de Luismi de la niñez a la adolescencia, dejaron de lado las gaseosas y brindaron con una copa de vino.

En este caso, el actor que interpretó a Luis Miguel no fue Izan Llunas sino Luis de la Rosa. Como la serie salta temporalmente en la narración, hay tres ‘Luismi’ de ficción: Izán Llunas es el niño y Diego Boneta, el adulto.

 También, como queda claro en la serie, el Sol de México se convirtió en ‘encubridor’ de su padre, que le era infiel a su esposa, Marcela Basteri, cuando estaba embarazada de su tercer hijo. 

Salvando problemas
La intensa búsqueda de Luis Miguel por su madre en 1989, que se vio en el séptimo episodio, se detiene ante la preocupación del cantante de que Hacienda lo pueda buscar por los impuestos que no ha pagado.

El cantante acepta la invitación del empresario Jaime Camil y se fue unos días a su casa en Aspen, Estados Unidos. Ahí también reúne al cantante con su hija Erika (Camila Sodi) -que en realidad se trata de Issabela Camil- y la añeja amistad que tenían durante la niñez resurge. Pero el padre de Erika advierte la química entre su hija y Luis Miguel y le advierte que no tienen futuro.