Cumplió tres años desde el temible accidente en Brasil. Salió del coma después de un año y hace dos está en su tierra recuperando sus habilidades a cuentagotas

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15 de septiembre de 2019, 4:00 AM
15 de septiembre de 2019, 4:00 AM

La fe es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve. Esa promesa tiene a Mónica Arzabe en pie; aunque han sido incontables las veces que se ha puesto de rodillas.

El 11 de julio se cumplieron tres años del fatídico accidente que cerró los ojos de Ángela Foianini, la menor de sus dos hijas. Esos increíbles ojos que siempre llamaron la atención por efecto de la heterocromía (tiene un ojo de color azul y el otro, miel) por fin se volvieron a abrir a la vida, casi un año después del choque frontal de la flota, en la que viajaba, contra un camión cargado de caña de azúcar. Contra todo pronóstico Ángela logró salir del coma y desde entonces sus avances han ido ocurriendo a cuentagotas, pero cada día es una victoria, una que se empeña en contradecir a la medicina.

La bella niña que bien podía estar de azafata o marcando ganado en el campo ahora está en casa, aprendiendo todo de nuevo, a comer, a moverse, a hablar... todos los días recibe la visita de la fonoaudióloga y del fisioterapeuta. Tampoco ha soltado las consultas al neurólogo y a la médico internista.

Su niña ha vuelto a tener la apariencia de antes y es un testimonio viviente de que muchas veces en la vida pueden ocurrir cosas que no tienen explicación ni sentido, pero no por eso se va a agotar la fe, una cuestión sobrenatural que viene al rescate.

Ya es septiembre, afuera el calor es agradable y adentro Ángela Foianini descansa. No ha perdido su rostro angelical, está con los ojos cerrados, pero en una hora los abrirá para su sesión con la fonoaudióloga. Por la tarde bajará la rampa de su casa en silla de ruedas para su paseo habitual por una de las plazas de la ciudad.

 Gracias por aceptar abrirnos las puertas de su casa, no debe ser fácil hablar de todo lo que ha pasado...

Sé que hablar sobre lo que le ha pasado a mi hija y sus avances va a ser de gran ayuda para muchos padres que están pasando por la misma situación que yo.

Al principio fue muy duro, continúa siéndolo... es una situación en la que un padre jamás se debería ver envuelto. Tampoco digo que es algo que Dios quiso que pase, nunca me pregunté el por qué, solo le preguntaba qué es lo que él quiere de toda esta situación que estamos pasando con mi hija.

Ahora se ven grandes adelantos, haberla visto hace tres años era tan terrible, los diagnósticos no daban ninguna probabilidad de vida para mi hija, ella tuvo muchas cosas fuera del golpe. Tuvo problemas de hidrocefalia, luchó con cuatro bacterias, fueron cinco meses que batalló con cuadros bacteriales demasiado fuertes.

 ¿Cuánto tiempo había transcurrido cuando le pidieron tirar la toalla?

El primer pronóstico era la muerte. A su padre y a mí nos encerraron en una habitación y nos dijeron que teníamos que comenzar los papeles para traerla a Bolivia, prácticamente para su entierro, eso fue a los cuatro meses. Yo no me quebré, dije: ‘va a ser lo que el Señor quiera’. Comencé a no escuchar mucho a los médicos y a la parte científica.

No me malinterprete, han hecho mucho con mi hija y mi enfermedad, tengo una enfermedad autoinmune que el doctor Ronald Palacios tiene muy bien controlada. Hay médicos espectaculares a los que agradezco, como el doctor Gabriel Cuéllar, Regina Saavedra, Hugo Irigoyen y Sandra Angulo. Soy hija y hermana de médicos; pero debo decir que los milagros solo los hace Dios.

También agradezco a su padre, Óscar Foianini, que siempre está a su lado, mi madre, mis hermanos, mis sobrinos y los amigos de Angi.

 No faltaron los que le pidieron dejar de aferrarse...

Me han dicho muchas cosas, incluso terribles. He recibido mensajes pidiendo que mi hija se muera... la verdad es que al principio dolían; pero después me di cuenta que me hicieron más fuerte.

Creo que cuando una persona tiene vida, lo último que muere es la esperanza, creo que hay que batallar y hay que esperar, dejar que el Señor haga sus cosas. Los adelantos de Angelita son increíbles, ahí ya se ve la mano del Todopoderoso.

¿Cuánto ha pasado desde el impacto de verla por primera vez en coma?

Han pasado tres años a cuentagotas, los que la han visto desde el principio han visto un cambio tremendo. Llegó a pesar 36 kilos y mide 1,68, era irreconocible. Por los remedios tornó a un color café oscuro, cuando ella es blanca. Ha sido muy difícil esa etapa, pero nunca me alejé del Señor, es lo único que me sostiene.

¿Cómo recibió la noticia del accidente de Angelita?

Recibí la noticia acá, mi hija estaba tan lejos. Yo intuía algo, no dejaba de llorar ese día y me preguntaba ¿por qué lloro tanto? Mi hija siempre al llegar a cualquier lugar me llama, ese era el acuerdo que teníamos y ese día no llegué a recibir su llamada. Ella iba por su segundo masterado en Brasil; sin embargo, ocurrió este accidente que ha girado nuestras vidas.

Cuando llegué la vi llena de tubos, de aparatos eléctricos, Angelita no respiraba, estuvo bastante tiempo en coma. Pero yo me la imaginaba parada, frente a un gran público dando su testimonio, contando lo que ella pensaba en esos momentos... ella está pasando por muchas cosas que yo no sé, y que solo Dios sabe cuál será el propósito de mi hija.

¿Cuánto tiempo estuvo en Brasil y desde cuándo está Angelita en casa?

El impacto fue el 11 de julio de 2016 en una ruta en Ribeirao Preto (San Pablo, Brasil). Iba en primera fila en la flota y en el choque todo el peso se fue contra ella, la persona que estaba a su lado murió, el que iba en el otro extremo también falleció 10 días después. De los demás ya no supe qué pasó.

El mayor golpe lo recibió en el lado izquierdo del cráneo, fue llevada al hospital público de Ribeirao Preto, después de dos meses la trasladamos a San Pablo. El seguro del ómnibus se hizo cargo de todo poco menos de cinco meses, luego se hizo cargo la empresa del ómnibus y después de estar unos 10 meses en total en Brasil nos vinimos acá. Una vez ingresó a la Foianini el seguro dejó de pagar.

Aquí empezamos a luchar por estas cuestiones de los seguros, Angelita también contaba con el seguro internacional Bupa y con un seguro que mi padre le había sacado para viajar, eso es lo que nos está ayudando hasta el momento, así como me han ayudado mucho mis compañeras de colegio. Realmente las personas aquí en Santa Cruz son increíbles, piensan en los demás, en cómo hacer el bien y eso es rescatable de nuestro pueblo y de su gente que hace lo posible para que otros puedan ser rescatados.

 Cuando la trajo, ¿ya respiraba por cuenta propia?

En Brasil estuvo unos 10 meses, seis meses en terapia intensiva, luego fue a semiintensivo. Estuvo en coma inducido no más de 15 días, luego le quitaron los medicamentos y seguía en coma, le venían unas temperaturas terribles, recuerdo verla en cama llena de hielo por todos lados y yo decía ¡Dios santo!, ahora sé cómo se trata a un paciente, he aprendido y leído mucho.

Yo no te puedo decir cuándo salió del coma, ni el médico puede decirlo con precisión. Sale del coma en el momento en que se le ven algunas reacciones en las pupilas, sus movimientos fueron muy despacio. Los primeros cinco meses estuvo llena de máquinas y al año comenzamos a ver más reacciones y conseguimos la autorización para venirnos acá, ella salió de Brasil con los ojos abiertos y ya respiraba por su cuenta.

Después de estar casi tres meses en la Foianini nos vinimos a la casa y los adelantos han ido en aumento.

 Ahora Ángela tiene que aprender todo de nuevo...

Me siento muy feliz de tener a mi hija y poder enseñarle de nuevo, para una madre eso no importa, lo importante es que esté aquí.

Tengo la certeza de que me escucha y entiende todo. Ella ve muy bien, le lanzás una toalla y ella se la saca. También creo que oye muy bien porque cuando ya no quiere estar con los audífonos se los saca. Ya puede comer papillas sin atorarse y hace más de un año que no convulsiona.

 ¿Se siente una mujer afortunada porque ha ido ganando cada batalla en la lucha por la vida de su hija?

Pasé 13 meses sin saber si mi hija iba a vivir o no. He tenido la dicha de cuidarla. Estoy sin trabajo hace tres años porque me dedico a ella las 24 horas del día, Dios provee, es increíble. En casos como el mío hay muchas personas que te abandonan, que se apartan de uno porque es muy difícil y no lo pueden afrontar y muchas veces te sentís muy sola. Esas personas no se apartan porque no te quieren, solo que todos tienen su afán de la vida, por eso, para todas esas madres que se sienten a veces abandonadas yo les digo no están solas, tenemos que acordarnos de eso siempre.