Fotografía. El argentino es famoso por retratar a escritores y artistas en situaciones fuera de lo común. Lo que podría ser un incordio es una manera de pactar la foto, de establecer un punto medio entre el autor de un texto y el de la imagen

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13 de mayo de 2018, 4:00 AM
13 de mayo de 2018, 4:00 AM

Conocido como “el fotógrafo de autores”, Daniel Mordzinski afirma  que sus retratos, también llamados ‘Fotinski’, son el resultado de proponer al modelo, que casi siempre son prestigiosos autores literarios, una nueva pose fuera de sus contextos habituales, y es ese sencillo giro, esa aparente incomodidad, la que consigue sacarlos de su zona de confort. 

Mordzinski, quien nació en Buenos Aires, en 1960, aseguró que sus retratos se nutren de arte, a la que define como “ese alimento terrestre que llena de oxígeno” y remata que no se puede “entender la vida sin estar leyendo, sin estar viajando” y sin estar cerca de esos escritores que considera de crucial importancia.

Para él, su obra fotográfica es el resultado de “un pacto de caballeros, un pacto divertido, rápido y seguro”, ya que la cámara nunca hace trampa, ni él traiciona a sus modelos. Se trata de un pacto donde, aseveró, “hay mucho del autor, hay mucho de lo que escriben, y algo de mi”. ¿Qué es un pacto, si no un compromiso en el que las partes ceden para lograr un objetivo en común?

La cámara, un escudo
El fotógrafo, que con solo 17 años retrató al “poeta ciego”, Jorge Luis Borges, sostiene cuatro décadas después que le gusta ser empático e intuitivo ya que es la manera en la que mejor consigue conectarse con el otro. Así logra “una comunión en el sentido humano”, que le permite entrar en la intimidad de otros. Y sin embargo, como dijo en una entrevista con el escritor José Ovejero, se describe a sí mismo como “un tímido falso; detrás de la cámara todo es más sencillo, porque una cámara es como una máscara, como un escudo, te protege”.

También, manifestó haberse reciclado “de alguna forma” al ser designado como el fotógrafo oficial de eventos, como los Hay Festival de lengua española y la Feria Internacional del Libro de Bogotá (Filbo), y añadió que de no haberse dedicado a “retratar la literatura, hoy tal vez tendría que vivir de otra cosa”.

El argentino se considera un fotoperiodista, y sobrevive en medio de esa aparente contradicción entre ser “demasiado artista para ser periodista y demasiado periodista para ser artista”.

Los nutrientes de sus fotos

En esa línea sostuvo que le debe mucho al periodismo, a las lecturas que ha hecho, a los encuentros con autores y a las exposiciones que ha realizado.

El coautor de libros como Gabo Siempre y Cronopios aseveró que no cuenta los libros que ha publicado ni los autores que ha retratado ya que no gusta de “reducir la belleza de las letras en una cifra, en un número (...) no se trata de hacer una guía telefónica porque siempre quedarán escritores por retratar”.

Daniel Mordzinski recuerda con nostalgia la pérdida de sus negativos y demás archivos hace cuatro años en el diario francés Le Monde y manifestó al respecto que no fue solo algo personal sino también para la cultura de la lengua española.
A su vez, reconoció que para él fue muy sano reducir su dolor a través de un proceso creativo y opinó que retratar es volver a tratar por lo que “cuando todo es nada, cuando es imposible recuperar imágenes destruidas, el arte es el mecanismo de rescate”.

El argentino, que migró a Francia durante la dictadura cívico-militar en 1979, expuso en el pabellón de su país natal en la Filbo 2018 una geografía literaria en una instalación basada en las dos primeras partes de Rayuela, novela de Julio Cortázar, con retratos de escritores argentinos.

Tras Colombia siguió viaje a Costa Rica donde trabaja en un libro de autores de ese país, y luego irá a Nicaragua al festival Centroamérica Cuenta 2018.

Visitará asimismo la capital mundial del libro, Atenas, donde hará la exposición titulada La vuelta al mundo en 80 retratos de escritores, en honor a Julio Verne, y para terminar estará en la ciudad española de Zaragoza, con una ambiciosa muestra de más de 300 fotografías en octubre.

Mordzinski asegura que disfruta lo que hace, razón por la cual ha dedicado su vida a “retratar los sueños y pasiones de los escritores” que hicieron de él lo que es: “esta es mi vida, lo que representa y lo que soy”.

Fotografiar a Borges

Su primer gran retrato fue el de Borges, más o menos en 1977, y la oportunidad se dio durante la filmación de una película. “Me acerqué a pedirle permiso para hacerle fotos. Él me tomó del brazo y me preguntó:  ‘¿Cómo se llama usted, jovencito?’, y yo le di mi nombre; ‘¿Y por qué me quiere hacer fotos?’ Le respondo que porque lo admiro mucho, esas cosas que uno dice, porque he leído sus cuentos, sus poemas… ‘¿Y qué le gusta de mis cuentitos?’”. 

La breve e imprevista conversación dejó satisfecho al escritor y encaminó la carrera de un influyente fotógrafo. “Le agradezco que me haya pedido permiso, porque como yo no veo, podría haberme hecho las fotos sin permiso”, le dijo Borges al adolescente.

“Esa es la singularidad de mi trabajo”, valora Modzinski: “Hago toc-toc antes de entrar”. Y eso para el fotógrafo es una manera de ganar libertad para tomar la foto: “cuando sabés que estás invitado ya no tenés razón para ser tan púdico”.