Ocho nombres que pasarán a la historia de 2018 por haber aportado a la sociedad desde las trincheras de sus oficios. EL DEBER los galardona para que la sociedad se reconozca en ellos y siga sus ejemplos

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9 de diciembre de 2018, 4:00 AM
9 de diciembre de 2018, 4:00 AM

“No solo hace falta ser bueno, sino que se lo sepa”. Esa es una frase del escritor colombiano Gabriel García Márquez que bien empalma con los Personajes 2018 que acaba de elegir el diario EL DEBER por el gran aporte que han hecho a la sociedad durante el año que termina: Said Eduardo Pérez, experto en robótica, la Clínica Jurídica de Palmasola, el colectivo cultural Resiliencia, el Movimiento Niunamenos, Diseños y Autores Bolivianos, el agricultor Marín Condori, el piloto de carreras en motocicleta Marco Antezana y Daniela Lozano, una jovencita que venció el cáncer y hace pelucas para dibujar sonrisas.

La entrega de la estatuilla Patujú de Bronce se llevará a cabo el miércoles 12 de diciembre a las 11:00 en el salón Pedro y Rosa de EL DEBER. Esta casa periodística también hará una mención especial a las plataformas ciudadanas que lucharon por la democracia y las reivindicaciones de los derechos humanos.

ECONOMÍA

Marín Condori, el ‘mago’ de la quinua tropicalizada

El ingeniero agrónomo demostró que se puede impulsar la investigación científica en Bolivia para producir alimentos

Hace más de ocho años que M a r í n C o n d o r i , i n g e n i e r o agrónomo boliviano estudiado en Brasil, profesor de la estatal Universidad Autónoma Gabriel René Moreno y gerente general de Marín Semillas, trabaja en el cultivo de la quinua tropicalizada, modificada genéticamente para adaptarla a las condiciones del clima tropical de Santa Cruz, oriente de Bolivia. Y lo hace con “bastante éxito”, según sus propias palabras, en una suerte de porfía por producir el grano de oro de las exportaciones no tradicionales recientes de Bolivia en cuya zona andina, sobre 4.000 metros de altura sobre el nivel del mar, fructifica el racimo que viene de alimentar a las civilizaciones que poblaron hace 10.000 años la cordillera de los Andes.

“Lo que nos falta es terminar de generar el paquete tecnoló- gico. La recomendación técnica de ese cultivo, decirle al agricultor: ‘Usted me cosecha con esta maquinaria, las épocas de siembra, el manejo de plaguicidas, etc.”’, explicó el científico y docente de la Uagrm. Indicó que en unos dos años se podría comenzar a comercializar este grano, siempre y cuando se tengan los resultados que se pretende con todas las investigaciones. Marín Condori afirma que empezó esta investigación debido a que, por los problemas de sequía que afectan a la siembra de trigo, maíz y sorgo, se necesita brindar al agricultor otras opciones de producción en el oriente boliviano. Su esfuerzo ya es reconocido.

SEGURIDAD

Clínica Jurídica Nur, una luz para presos ‘desechables’

Sandy destacó la importancia de la institución, porque ayudó a devolver la esperanza y la fe de los recluidos

Desde las aulas de estudio, así estas estén dentro de un centro penitenciario, nacen las mayores conquistas y las mejores ideas. Así sucedió con la Clínica Jurídica Nur, instancia creada por los estudiantes de Derecho, que en su encierro decidieron abrir una instancia que se ocupe de las realidades de aquellos reos que no tienen quién levante la mano por ellos.

Fue así que nació esta instancia de trámite e indagación jurídica de las realidades que el penal de Palmasola mantenía en silencio. Ariel Rocha, que estuvo detenido preventivamente y que era docente dentro de Palmasola, junto al apoyo de la jefa de carrera de Derecho de la Nur, Verónica Sandy Durán, se convirtió en la cabeza de esta instancia que funciona en el corazón del PC-4 o régimen abierto del penal. Su labor permitió que se hagan visibles casos donde la justicia no era justicia.

A través de entrevistas, relevación de documentos penales y coordinación con otros actores, como la Defensoría del Pueblo y los propios juzgados, se pudo evidenciar procesos que dormían años en los estrados, presos que estaban más años de los dictados en una sentencia o personas que simplemente estaban allí, por años, pero que nadie había hecho nada más por ellos. La labor coordinada entre Sandy y Rocha, además de muchos internos que ahora siguen las tareas administrativas, permitió que la clínica se convierta en una luz de esperanza para los reos olvidados del penal.

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