Relato de fe. La leyenda sobre la aparición de la Virgen de Cotoca está rodeada de misticismo. Narrada por generaciones, quedó instalada en el colectivo popular. Sobreponiendo versiones de escritores en esta página se hace un repaso de ese relato

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9 de diciembre de 2018, 4:00 AM
9 de diciembre de 2018, 4:00 AM

Cuenta la tradición que los hermanos Barroso, esclavos mulatos de la hacienda Cortez, emprendieron huída hacia los montes de Asusaquí por el camino que lleva de Cotoca al río Grande. El escape respondía a una falsa acusación sobre el asesinato de un capataz y el castigo podría ser enfrentar la muerte. Ocurrió a mediados del siglo XVIII.

Se dice que llovió torrencialmente durante la noche, con viento, truenos y relámpagos, lo que obligó a los fugitivos a buscar leña para procurar una fogata que los ayudara a calentarse. En esa búsqueda tropezaron con un tronco que al ser golpeado con el hacha sonó hueco y ahí, los Barroso descubrieron un rostro moreno que los miraba desde el interior del tronco.

Era la imagen de la advocación a la Inmaculada Concepción de María, a quienes los mulatos rezaron y pidieron un milagro. Más tarde, decidieron regresar con ella a la hacienda y contarle a su madre, Elvira Barroso, lo sucedido. La sorpresa para ellos fue que su petición a los cielos había sido concedida, debido a que en su ausencia el culpable del crimen había confesado y pagaba por sus cargos.

Este relato, con pequeñas variaciones entre lo escrito por un historiador y otro, corresponde a la aparición de la Virgen de Cotoca y al milagro que rodea ese momento. Hernando Sanabria lo plasmó en su libro Tradiciones, Leyendas y Casos de Santa Cruz de la Sierra y Aquiles Gómez lo dejó escrito, aunque no publicado. Son las narraciones que más se acercan a lo que realmente pueda haber sucedido.

Los datos fueron recogidos y puestos en un informe con fecha 19 de septiembre de 1799. El documento corresponde al deán Toledo Pimentel y se precia de ser el escrito más antiguo sobre la tradición cotoqueña. Allí se describe la leyenda de la Virgen encontrada por los mulatos fugitivos, su veneración y atribución de milagros.

En él se manifiesta también, la petición de Toledo al monseñor Ochoa, obispo de Santa Cruz, de construir una parroquia rural en la localidad, pues hasta entonces solo existía un rústico velatorio.

La fe de manifiesto

Sobreponiendo relatos, la leyenda narra que la imagen traída de Asusaquí fue guardada por los Barroso en la choza donde vivían. Allí llegaron sus primeros devotos para ver y pedir favores a la Virgen aparecida, instalada en un improvisado altar.

A la muerte de Elvira Barroso, sus deudos decidieron entregar la imagen al rico ganadero Redentor Roca y fue él quien se encargó de construir el primer velatorio, un santuario de adobe y techo de palma de motacú.

Años más tarde, los herederos de Roca levantaron un templo más grande. Este crecimiento se reflejó, también, en la fe de sus deudos y en el multiplicado número de feligreses que fueron llegando hasta su altar.

La Mamita de sus fieles

La devoción con los años le dio el nombre fraterno de Mamita de Cotoca y más tarde, expandiría su reinado a todo el Oriente boliviano, en cuyo territorio es considerada Patrona.

Dar consuelo y otorgar favores, son algunos de los prodigios que se le atribuyen. Además de ser sanadora de enfermos y guardiana de la fe católica de su pueblo.

Hasta ella, cada año llegan promesantes de todo el país, incluso se dice que su fama traspasa fronteras y es venerada en Argentina, Brasil y Paraguay. Tal vez, el relato de sus milagros fue llevado por sus deudos y ella ganó admiraciones en tierras extranjeras.

La peregrinación

Rodeado de un sentido místico, la tradición refiere que la romería al Santuario, que se realiza cada 8 y 15 de diciembre, inició poco después de encontrar la imagen. Sin fecha específica, se dice que fue trasladada a Santa Cruz, pero desapareció durante la noche.

Al ser buscada se dio con ella en su altar de Cotoca. Se describe que tenía los pies llenos de tierra y se asegura que volvió porque allí pertenece. Ese es el motivo para que sus fieles hagan una caminata de más de 17 kilómetros, en petición o agradecimiento.

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