Compite con los pies. Jorge Coca se prepara para ser un influencer en el mundo de los videojuegos

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30 de junio de 2019, 15:00 PM
30 de junio de 2019, 15:00 PM

Moría de ganas de jugar con los amigos, pero no podía, así que su padre se convirtió en sus manos y en su representante en los duelos de videojuegos… pero lo hacía tan mal para el gusto competitivo de Jorge, que puso ‘pies a la obra’.

Incapacitado –inicialmente- para ‘hundir’ los botones del mando, fue empujado por la adrenalina típica de los que disfrutan el sabor de la victoria. Empezó a los ocho años a jugar con la parte inferior del cuerpo y la práctica lo volvió maestro.

Jorge Enrique Coca Urdanivia (23) es un ‘gamer’ paceño que utiliza el alias luminaty2. Perdió los brazos a los siete años, en un accidente por choque eléctrico, mientras se entretenía en una terraza. Estuvo 40 días en tratamientos en Bolivia, pero los médicos lo desahuciaron. Fue entonces que su mejor amigo -y también vecino- se movilizó para ayudar. Él y su abuelita contactaron a otra amiga en Estados Unidos, que consiguió que lo atendieran en Houston, Estados Unidos, donde lo sometieron a múltiples cirugías y no solo le salvaron la vida, de algún modo también las manos, porque le consiguieron prótesis. En el país del norte vivía su hermano mayor, Luis Antonio, que se convirtió en un pilar de su recuperación porque lo apoyaba con las fisioterapias.

Jorge pasó seis meses de convalecencia en EEUU, pero tuvo que atravesar 22 cirugías reconstructivas hasta sus 21 años, periodo en el que tuvo que estar en idas y venidas. Cuando finalizó la etapa médica, comenzó la vida normal de Jorge, gracias a sus padres, Luis Coca y María Roxana Urganivia, su hermano, y sus amigos, que no cayeron en la sobreprotección.

 En acción. Jorge Coca con uno de sus compañeros de juego, Sergio Thenier. FOTOS: APG NOTICIAS/JORGE COCA

Su progenitor, un asesor financiero, renunció a su trabajo bancario, buscando tiempo para atender a Jorge, con el tiempo montó su propia empresa y cuando alcanzó la estabilidad económica planificada, logró independizar a su esposa, economista que trabajaba en proyectos en Naciones Unidas.

Jorge continuó con su vida escolar, salió bachiller del colegio Amor de Dios, entró a la ‘u’ y actualmente cursa el penúltimo semestre de Ingeniería Financiera en la Escuela de la Producción y la Competitividad (ePC) de la Universidad Católica Boliviana San Pablo, uno de los programas de más alto nivel académico.

Paralelamente a sus estudios formales, le mostró al destino que además de tener el mando de sus videojuegos, también quería el control de sus metas. Aprendió a tocar la zampoña en su centro educativo, se perfeccionó en este instrumento en la escuela de música de los Kjarkas; también se inscribió en taekwondo; forma parte de los Caporales San Simón; no se pierde campeonato de fútbol con su equipo Cuervos; puso su propia escuela de balompié para adultos; aprendió a movilizarse solo y en su propio vehículo; participa en competencias online de videojuegos y aspira a ser un streamer o influencer en este ámbito, se está preparando para empezar en agosto con este cometido, quiere transformar la capacidad especial en ventaja, mostrándose como un ganador para que su experiencia sirva a otros.

“Recuerdo que en Estados Unidos me dijeron, cuando me hicieron los estudios, que una persona que sufre este tipo de quemaduras se recupera en un año, físicamente hablando, y que por lo demás nada podría impedir que siga adelante”, viaja Jorge al momento que lo marcó de forma positiva. Quizás nunca sintió que las cosas le resultaran más difíciles que a otros porque se aferró a ese emensaje y cree que también porque todo ocurrió cuando era un niño. “Podría decirse que siempre estuve con las personas a las que se llama ‘normales’, nunca me medí con las personas a las que falta alguna parte del cuerpo, en ese sentido siempre me he sentido muy competitivo porque me gusta ser el mejor”, asegura.

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‘Gamer’ sin remedio

Ama a su padre, pero no puede con su genio de competidor y desde que era un niño puso en tela de juicio el talento de su progenitor en materia de videojuegos, especialmente cuando lo hacía perder cada vez que lo representaba en algún reto.

Y esa anécdota se volvió motor. Jorge empezó a jugar con el mouse, usando las prótesis; luego quiso más, y al ‘ratón’ de la computadora agregó el teclado, a medida que fue evolucionando en los juegos. “En muchas competencias online se hace una estrategia de cinco personas contra otras cinco, y no necesariamente las conoces, son de otras partes del mundo, de forma aleatoria te escogen, y estás en el mismo equipo que ellas. Obvio que cuando tienes tus amigos te escogen ellos, he entrado a campeonatos con mis amigos, y no éramos buenos, lo hacíamos por gusto, nunca a nivel profesional. Entonces empecé participando en campeonatos que organizaban mis amigos”, cuenta sobre sus inicios.

Esa especie de anonimato de los videojuegos hace que muchos no sepan que tienen en su equipo, o en el contrario, a un jugador que deja el alma y la adrenalina a través de los pies. “Creo que tengo un nivel muy alto para jugar con los miembros inferiores, no conozco a otros que lo hagan y que tengan mi nivel, no he visto, pero puede ser que suceda, pero también se trata de práctica, tantos años pasaron ya, mucho tiene que ver que las personas con las que juego online no saben con quién están jugando, no me dan ventaja”, dice Jorge.

Este gamer tiene la mirada fija en una meta, ser streamer, y no se trata de un sueño lejano y difuso, Jorge ya está arando la tierra para esta siembra. “Tengo los implementos con ayuda de mis padres, la ventiladora, micrófono, cámara, empezaré a hacer stream en YouTube, aprovechando lo que yo considero una ventaja, mi juego con los pies. Deseo que la gente empiece a verme como un incentivo para la superación personal. Siento que me he superado y que tal vez no lo muestro al mundo. Ya hice algunas pruebas de stream, pero aún no me promociono mucho. Me puse como plazo agosto, lo haré en horario fijo, por las noches, cuando hablaré sobre videojuegos”, adelanta.

 

Infancia. A los tres años, con sus primos, antes del accidente
De chofer. Se moviliza con total independencia y en su vehículo propio

Sus mil facetas

Por las noches, Jorge juega fútbol con su equipo Cuervos. Hace poco su gol les dio la victoria en un primer partido del campeonato disputado en Villa Copacabana. Dice que al comienzo le dieron ventaja, no le metían mucho cuerpo por temor a lastimarlo, pero que ni bien metió el gol, lo marcaron sin piedad, cosa que lo puso feliz. “Llega un punto en que les demuestras que no necesariamente deben darte ventaja; lo mismo pasa con los videojuegos”, se mantiene firme en la línea discursiva.

Cuando usaba ya las prótesis, siendo apenas un adolescente, integró una división inferior del Club Litoral, posteriormente pasó a la categoría sub 14 de Bolívar. A los 15 abandonó el balompié y hasta la fecha se arrepiente, por eso puso su escuela de fútbol para adultos.

El taekwondo, como casi todas sus actividades extracurriculares, lo empezó luego del accidente, para aprender a mantener el equilibrio ante la ausencia de sus brazos. Jorge tiene el cinturón rojo y quiere representar a Bolivia en los Paralímpicos. Sus aspiraciones no tienen frontera.