Elaboran como terapia trabajos manuales con papel, cartón, plástico y vidrio, por lo que están en campaña para obtener de la población estos materiales reciclados. Hay historias que enternecen, otras de sacrificio

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24 de junio de 2018, 6:00 AM
24 de junio de 2018, 6:00 AM

Víctor, de 22 años, madruga todos los días. Se levanta, al igual que su padre, a las 4:00 y ambos se van a trabajar en la terminal Bimodal, donde lustran zapatos. El joven ayuda a su progenitor hasta las 7:00, luego toma un desayuno y se marcha al taller productivo del Centro de Parálisis Cerebral (CPB), donde pasa la mañana fabricando artesanías y otras terapias para sobrellevar los trastornos sicomotrices que padece desde niño por causa de una parálisis cerebral.

Víctor luce no luce diferente a nadie, pero sufre de la pérdida de la memoria a corto plazo, lo que significa que tiene dificultad para recordar hechos recientes o procesar información. 

Eso no le impidió convertirse en un puntal para su padre, ahora de 80 años, al que acompaña y sostiene con su fuerza de trabajo. Vícto nunca olvida sus obligaciones. Al mediodía almuerza en el Centro de Parálisis Cerebral, toma un micro en el tercer anillo y vuelve a la terminal a seguir con su tarea de lustrabotas hasta bien entrada la tarde. Sabe que ahora es la cabeza de la casa. 

La terapia de elaborar artesanías en el CPC es uno de los pasatiempos que Víctor y otros pacientes a los que la enfermedad les sigue poniendo zancadillas y les dificulta la vida a diario. Ellos participan del taller productivo para descontraer los músculos y sentirse activos. Hasta hace poco confeccionaban bisutería, pero manifestaron a sus profesores su deseo de hacer otra cosa y allí surgió la idea de transformar material reciclado en utensilios.

Campaña de reciclaje
De ese modo, la administración del centro se vio necesitada de papel, cartón, plástico y vidrio, por lo que tuvo el acierto de lanzar la semana pasada una cruzada para acopiar papel periódico y de otra índole, cajas de cartón, maples de huevo, botellas de plástico y de vidrio.
Varias personas y sobre todo restaurantes han hecho llegar su aporte al centro. Asimismo, personal de la Empresa Municipal de Aseo de Santa Cruz dio a los chicos una charla sobre la importancia del reciclaje y la forma de realizarlo. 

Por lo tanto, desde hace algunos días varones y mujeres se divierten, por ejemplo, moldeando periódicos para hacer bolsas de regalo; de tubos de los papeles higiénicos elaboran joyeros y portalapiceros; de las botellas de plástico pueden hacer recipientes para colocar cepillos y la pasta dental; las botellas de vidrio las transforman en vasos o macetas al estilo vintage.

De los maples de huevo arman rosas y, con pequeños trozos de espejos, hacen piezas para decorar ambientes. Con el papel han elaborado dibujos y mensajes que ahora decoran las puertas del Centro de Parálisis Cerebral.

“Por ahora, son 12 chicos los que participan en el taller de reciclaje, pero la idea es que lo hagan más. Estamos con los más independientes, todos son mayores de edad, pues al taller productivo entran mayores de 18 años. La idea es que los más grandecitos enseñen a los más pequeños. Los profesores de los más chicos están alistando para este 29 de junio una feria saludable”, dijo Romina Cabrera, coordinadora administrativa del recinto.

Un tremendo sacrificio

Educar a un niño con parálisis cerebral no es nada sencillo, recalcó Romina Cabrera. El centro, que es un ente sin fines de lucro, ayuda a las familias de 156 pacientes, 90 de ellos son niños que asisten a su escuela pública (gratuita) y el resto utiliza los servicios integrales y las
terapias para infanto-juveniles.

Raquel Paz  es una de las madres que todos los días trajina al centro con su hijo Leonardo (7), quien sufre de trastorno motor leve, lo que le impide caminar.

“Nuestra jornada empieza a las 5:30, nos acomodamos y a las 6:00 estamos tomando micro para ir al centro desde mi zona (barrio Caminero, en el séptimo anillo). Lo llevo en brazos y muchas veces la gente no cede el asiento. A las 9:00 vuelvo a la casa y hasta eso mi otro hijo, de un año, ya está despierto; lo atiendo hasta las 11:00 y retorno al centro a recoger a Leonardo. Luego del almuerzo lo alisto para llevarlo a la escuela regular por la tarde en el colegio Las Misiones. Paso todo el día pendiente de él porque depende de mí, pero yo sufro porque cada vez se hace más grande y pesado; hace un mes faltó dos semanas porque yo me lesioné la cadera de tanto alzarlo; el médico me ha dicho que adolezco de una enfermedad crónica en la cadera por causa del esfuerzo físico, pero seguimos adelante con mi esposo, porque es la única forma para que él se desarrolle lo más que se pueda”, manifestó Raquel, de 29 años.

La esperanza de mejores días para ella y su pequeño es una operación que está siendo programada con la ayuda del CPC, pero debe conseguir dinero para la cirugía. “Hago tortas para vender, mi familia me apoya con rifas y el centro también está ayudando”, señaló Raquel.