Investigan y enseñan. Crearon patentes que reportan millones y mejoraron medicamentos

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8 de julio de 2018, 4:00 AM
8 de julio de 2018, 4:00 AM

Seguía la serie Dr. House? Aún está en Netflix. Los episodios están centrados en los increíbles aciertos en el diagnóstico de Gregory House, una de las mentes médicas más brillantes, díscolas y sarcásticas. Dirige a su equipo con una mezcla de paternalismo, matonaje intelectual y fisgoneo. 

El grupo salva vidas. Diagnostica admirablemente, pero adolece de una carencia que no se le ocurrió a ningún guionista ni a los asesores en salud que trabajaron en la magnífica serie. El equipo no tiene un bioquímico farmacéutico. Rara vez se habla, por ejemplo, de farmacocinética, es decir, qué es lo que ocurre con un medicamento desde que ingresa al cuerpo hasta que sale.
 
Nuevo en el equipo
¿Por qué es necesario tener un farmacéutico en el equipo médico? Primero, porque la tendencia actual de atención en salud está centrada en el paciente. “Del paciente al laboratorio”, se suele repetir para resumir este paradigma, que se aplica en las mejores escuelas de bioquímica del mundo. Centrarse en el paciente implica conocer exactamente qué dosis y qué medicamentos puede tomar.

Entre las escuelas que aplican este modelo está la Facultad de Farmacia de la Universidad de Arkansas. Su decano, Keith Olsen, estuvo en Santa Cruz, junto al investigador y profesor César Compadre. Ambos fueron invitados por las autoridades de la joven carrera de Farmacia y Bioquímica de la ‘Gabriel’. La idea es aprovechar las oportunidades de una universidad de primer mundo, la inquietud de los estudiantes locales y el conocimiento acumulado sobre la biodiversidad para buscar nuevos compuestos medicinales.

Olsen explica que los equipos de salud de la actualidad basan su trabajo en el paciente, en la evidencia y en el trabajo conjunto. Por eso, las facultades de esta carrera están cambiando su manera de enseñar. Es un hecho, dice Olsen, que el conocimiento humano se duplicará cada 12 minutos a partir del año 2030. Será complicado para las facultades limitarse a brindar información. El desafío es enseñar procesos para involucrarse, para trabajar en modelos colaborativos y además, basados en la nube.

Es una práctica regular que la Universidad de Arkansas contrate actores para que los estudiantes aprendan cómo reaccionar ante los casos reales.

Keith Olsen destaca la importancia de un estudio pionero de la Universidad de California publicado en los años 70, que recomendaba incluir en los equipos de salud, para trabajar codo a codo con los médicos, a un profesional en bioquímica. Como explica la vicedecana de la carrera de Farmacia y Bioquímica, Nidia Soria Medina, el profesional en Bioquímica y Farmacia conoce la farmacocinética, la farmacología y la toxicología. La decana de la carrera, Blanca Elena Saldaña, espera que este contacto beneficie a los estudiantes y a la carrera en general.

La responsable de Farmacia de la Caja Nacional de Salud, Elba Martínez, explica que se han incorporado farmacéuticos en los equipos de salud desde 2014. En cada visita médica, este profesional revisa si hay medicamentos que se anulan mutuamente o potencian su efecto.  

1. Equipo. Olsen y Compadre con Blanca Blanca Elena Saldaña y Nidia Soria Medina, decana y subdecana de Farmacia de la UAGRM. 

3. San Ignacio. En un laboratorio montado rápidamente en esta población chiquitana. Ambos visitaron esta población para conocer plantas.  

4. Corteza. El paclitaxel, usado contra el cáncer, fue descubierto por un botánico y otro descubrió cómo obtenerlo más rápidamente. 

 
Cómo trabajan allá

César Compadre aclara que se desempeña como científico puro, mientras que su colega Keith Olsen es un científico clínico. La diferencia se puede explicar así: un científico básico estudia, por ejemplo, el funcionamiento del intestino para aumentar el nivel de conocimientos que hay del aparato digestivo. Un científico clínico estudiará la enfermedad celiaca, que afecta al intestino delgado. Está claro que el trabajo de uno puede servir a la investigación del otro.

El contacto de Compadre con Olsen le ha permitido mejorar mucho la salud de los pacientes. “Disfruto pensar que lo que hago mejorará la vida de las personas. Eso me motiva”, dice.

Una de las investigaciones de Olsen consistió en estudiar el sangrado en la parte superior del aparato digestivo debido al estrés. Demostró que el uso del omeprazol con un poco de bicarbonato de sodio mejora el tratamiento. Actualmente, ese tratamiento se ha convertido en el estándar en todas las salas de emergencia y en la consulta externa.
 
Un dulce antiguo
Uno de los trabajos de Compadre empezó usando un libro de la época de la colonia. La Historia natural de las plantas de Nueva España, escrito por el médico Francisco Hernández entre 1574 y 1577, sirvió a Compadre como punto de partida para descubrir una sustancia dulce que no daña los dientes. Hernández viajó por la parte central del sur de México y clasificó algunas plantas en saladas, amargas y dulces. Registró el nombre náhuatl de una planta: tzopelic, que significa dulce. Era costumbre que las parejas aztecas que contraían matrimonio probasen unas hojas de esta hierba. Si ambos sentían el dulzor, la pareja funcionaría bien. Si uno de ellos sentía algún sabor amargo, era una señal de que la unión no sería auspiciosa.

Compadre llevó al laboratorio a esta planta, cuyo nombre científico es Lippia dulcis. Hasta ese momento no había sido estudiada. La bautizó como hernandulcia, en honor a quien la registró por primera vez, y en sus investigaciones descubrió que era 1.500 veces más dulce que el azúcar. 
La sustancia que otorga el sabor dulce a esta planta, lamentablemente, no es muy estable ante las fluctuaciones de temperatura. Por eso no la vemos en los estantes de los supermercados, como sí sucede con la estevia. Sin embargo, como no daña los dientes pese a su dulzura, la hernandulcia se utiliza en Japón para dar sabor a las pastas dentales.

Ese descubrimiento de laboratorio tuvo una aplicación limitada en la industria, pero otros son más exitosos.

6. Naturista. Francisco Mamatá, naturista de San Ignacio, muestra a los investigadores un árbol.

7. Sabores. Los antiguos solían clasificar a las plantas en calientes, frescas, dulces, saladas y amargas. 

 
Contra la radiación

Recientemente, Compadre investigó una planta en Ecuador. La iniciativa partió de profesores de la universidad ecuatoriana que hicieron una alianza con la Universidad de Arkansas.

Se trata de un compuesto que protege contra la radiación de todo tipo, como los rayos X y la radiación electromagnética. Es útil para proteger
los tejidos normales de quienes vayan a recibir radioterapia. Se toma oralmente y el producto protege la piel y los ojos contra la radiación.

El producto ha sido patentado. Es una patente conjunta entre Ecuador y Estados Unidos. La hierba crece en Ecuador, se procesa en el país y ahí mismo se produce la materia prima. “¿Qué sentido tiene importar cientos de kilos de plantas todos los días y pagar flete, si se puede hacer todo en el mismo lugar?” ­—se pregunta el investigador—. “Además, si esto no se desarrolla en los países donde crecen, las plantas se van a acabar.
A nadie le va a importar preservar y cuidar la biodiversidad si no pueden comer”.
 
Modelo conjunto

Según explica Compadre, el interés de la Universidad de Arkansas consiste en realizar prácticas equitativas y honestas con el lugar donde se desarrollan los compuestos. Siempre existe la presión de decir “tú no te preocupes, sacamos el conocimiento de otras partes del mundo y lo producimos donde sea más barato”. No funciona así. La intención de los investigadores es ser parte de un desarrollo compartido entre inversionistas y el país donde crece una determinada planta. El compromiso abarca también la investigación conjunta y la formación del investigador.

Compadre tiene más de 70 patentes relacionadas con biocompuestos. Una de ellas es una solución de amonio cuaternario que se pone en contacto con productos alimenticios para evitar el crecimiento de microbios. El producto se debe rociar o nebulizar al menos durante una décima de segundo para eliminar los microorganismos, que luego caen y dejan al alimento totalmente inocuo.

Según la patente, los alimentos que pueden tratarse con este método son productos de carnicería, frutos del mar, frutas, productos lácteos, alimentos y bocadillos para mascotas. En realidad, se puede aplicar casi en cualquier alimento que retenga su apariencia y textura después de usar el aerosol.

Este descubrimiento se usa en el 30% de las plantas de producción de pollo en Estados Unidos. “El problema de la salmonella se acabó”, dice Compadre. Algunas plantas de producción en México también usan el producto, comercializado por Safe Foods. Esta patente ha permitido a la Universidad de Arkansas obtener siete millones de dólares en regalías. Todo ese dinero se utiliza para apoyar más investigaciones.
 
No es secreto…

La información sobre algunos compuestos descubiertos durante el trabajo de investigación se manejan con cuidado. Es frecuente que las personas, al escuchar que se obtuvo alguna sustancia contra cualquier enfermedad, se lancen a tomar infusiones sin conocer la dosis o las interacciones con los medicamentos. 

Ha sucedido que un paciente que recibió trasplante renal rechazó el órgano y fue necesario realizarle un segundo trasplante, que también rechazó. El paciente estaba tomando infusiones que bloqueaban la acción de los medicamentos que impedían el rechazo. El paciente murió.

La necesidad de curarse es tanta que cualquier rumor se toma como esperanza. En el caso del tejo del Pacífico, se descubrió en los años 60 que el paclitaxel que tiene su corteza tenía efectos anticancerosos. Lamentablemente, se requieren dos árboles para curar a una sola persona, y cada árbol tarda cien años en crecer. Una empresa farmacéutica logró desarrollar un sistema alternativo para obtener el paclitaxel a partir de otra sustancia similar que está en el tejo europeo, un árbol más abundante que el tejo del Pacífico. La empresa registró el compuesto con el nombre comercial de Taxol, que empezó a venderse desde 1992 para combatir el cáncer de mama, de ovarios y de pulmón. Las plantas elaboraron esas sustancias hace millones de años para defenderse de la invasión de otras.

Esas sustancias son ahora procesadas por los bioquímicos para salvar nuestras vidas. 

2. Conferencia. Estudiantes y profesores escucharon a Olsen. Habló sobre descubrimiento de fármacos e historia de la educación farmacéutica.