El periodista de EL DEBER se llevó por segunda vez el galardón con su trabajo sobre tráfico de colmillos de jaguar

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1 de febrero de 2019, 4:00 AM
1 de febrero de 2019, 4:00 AM

En 2015, su reportaje Tribus de la Inquisición ganó el Premio Rey de España, que todos los años convocan la agencia EFE y la Aecid, dependiente del Ministerio de Relaciones Exteriores de España. Cuatro años después, Roberto Navia Gabriel, editor del suplemento Séptimo Día de EL DEBER, repitió la hazaña. Esta vez en una de las ocho categorías en competencia, la de medio ambiente, con su trabajo multimedia Los colmillos de la mafia, que aborda el tráfico ilegal de colmillos de jaguar a cargo de ciudadanos chinos, y que logró la unanimidad del jurado ante 25 reportajes.

¿Qué te dice este segundo logro?

Que en el jurado hay gente que se da cuenta de que la problemática del jaguar en Bolivia no debe mantener indiferente a nadie, y mucho menos al poder, que debe meter presos a quienes están entrando a la selva para matar animales. Siento que Colmillos de la mafia seguirá caminos maravillosos como Tribus de la Inquisición, que llegó a la pantalla y a ser nominado en los Premios Goya. Los documentales son grandes instrumentos para visibilizar los problemas. Con cada trabajo uno tira piedras a la ventana del poder para que despierte.

¿Por qué postular con un tema medioambiental?

Mi predilección es por los anónimos, los animales, el bosque, a quienes no tienen el poder de llamar a una conferencia de prensa, de tuitear, pedir flashes y micrófonos, y quien tiene acceso a eso por lo general es el poder político y económico. En el caso de los linchamientos había una realidad vergonzosa, que ocurre a metros de la carretera troncal por donde pasa toda la economía de este país, es un cinismo absoluto. Y en este caso los animales, que son tan indefensos, o el árbol, cómo se van a defender de alguien que llegue con motosierra o balas.

Llevaste un premio con el tema, ¿que sentís con la sentencia a los traficantes chinos?

Sabor agridulce porque no se les dio una sentencia como creo se debería, son 190 colmillos y otras cosas, pero además están esperando para salir libres.

Desde tu primer premio ¿cómo evolucionó tu trabajo?

Hubo una evolución en la pluma, la narrativa, en enfocar la sensibilidad. Hay un aprendizaje en el tema de multimedia. Además, Tribus de la Inquisición y Los colmillos de la mafia son crónicas que se las estudian en una universidad de Barcelona donde di una MasterClass.

¿Está bien o mal que el periodismo aspire a premios?

A quienes hacen esa crítica los invito a presentarse a los premios, pero antes de eso los invito a que hagan trabajos, porque para presentarse hay que hacer trabajos. No escribo un reportaje para buscar premios, lo hago porque es mi forma de vida, le encontré sentido a mi vida haciendo esto, no me hallo haciendo otra cosa que no sea contando historias y, si al jurado le gusta el trabajo que hago, le agradezco inmensamente.

¿Por qué tanto apego a la crónica?

Es un género noble, es la fusión de la entrevista, de la novela, del cuento, etc., podés usar todas las herramientas, apelar al cine, narrar al ser humano con sus luces y sombras. Es duro el trabajo, no solo es escribir cronológicamente, y es fabuloso que hoy hayan más aspirantes a comunicadores que quieran hacer crónica, los mismos que antes solo querían ser conductores de TV.

¿Cuál es la situación sincera y honesta del periodismo de investigación en Bolivia?

Hay un mundo embriagado por las redes sociales y por lo viral, un embobamiento tremendo, creo que eso pasará porque eso no llena, solo atonta. Tampoco estoy en contra, pero hay que usar estas herramientas para generar agenda propia.

¿Los medios financian el periodismo de investigación?

Son muy pocos los medios que hacen investigaciones y las que se hacen son más por esfuerzo de pocos periodistas y por la decisión de un medio. Tuve la suerte de estar en EL DEBER, de haber hecho un montón de reportajes que me han patrocinado, me han dado la confianza para que haga investigación cuando yo no era nada. Mi consejo a los periodistas es que si les cierran las puertas, si les dicen que no hay tiempo ni dinero, lo hagan por su cuenta. Nadie puede contra un periodista apasionado.

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