A Trump: "Voy a Estados Unidos  por un trabajito y no a molestarle", mensaje de una migrante que forma parte del éxodo sin precedentes. 

El Deber logo
31 de octubre de 2018, 19:23 PM
31 de octubre de 2018, 19:23 PM

“La gente está cansada de la violencia y pobreza”. Son las principales razones por las cuales miles de centroamericanos, decidieron dejar lo poco que tenían para iniciar una larga caminata a los EEUU. 

Actualmente nadie puede dar una cifra exacta del número de migrantes que se dirigen hacia Estados Unidos.

La mayoría no tienen otra opción que emprender un viaje peligroso hacia el norte, con el riesgo de sufrir lesiones graves e incluso encontrar la muerte, con la esperanza de alcanzar su seguridad en EEUU.

“Nuestros equipos en México, Honduras y El Salvador son testigos de la violencia extrema en origen, tránsito y destino que sufren estas personas”, opina uno de los Reporteros sin fronteras en un contacto con EL DEBER. 

Punto de partida.

13 de octubre de 2018, una caravana de migrantes salió de San Pedro Sula-Honduras, captando la atención de Trump, presidente del país a donde los migrantes se dirigen.

El viernes, 19 de octubre, la caravana llegó al puente que conecta la frontera entre Guatemala y México, más de 2.000 migrantes cruzaba el Río Suchiate. Una cadena de personas agarradas de la mano logró cruzar los 50 metros que separan Tecún Umán y Ciudad Hidalgo, al otro lado les esperaban cientos de agentes de la Policía Federal y militares. Completamente mojados, llevando sus enseres como podían en la cabeza, fueron llegando con gritos de 'México, México' y 'Sí se pudo'. La euforia fue tan grande que fueron muchos los jóvenes que empezaron a saltar en el agua locos de alegría por haber cruzado una frontera más. 

Finalmente, los migrantes fueron admitidos en grupos pequeños, principalmente hondureños están actualmente en albergues, auditorios, y otras estructuras esperando ser procesados para el asilo en México; otros han decidido continuar el viaje hacia el norte.

La primera caravana, compuesta por cerca de 3.500 personas, según los datos de las autoridades estadounidenses, avanza por el estado de Oaxaca, en el sur de México.

Un segundo grupo de migrantes, conformado por cerca de 2.000 personas, camina actualmente por Chiapas, el estado mexicano que limita con Guatemala. A esas dos caravanas, se suman una marcha de salvadoreños que salió el domingo de su país y otros dos grupos que congregan cerca de 2.000 personas que partieron este miércoles de San Salvador.

"Yo no quise salir en la primera caravana. Pero, la semana pasada, las maras me amenazaron y decidí irme de Honduras", explica Carlos, uno de los integrantes de esa nueva marcha.

"Lo más importante es proteger a mi esposa y a mi hija de 2 años", explica el joven, quien trabajaba como taxista en Tegucigalpa.

Las personas recorren más de 100 kilómetros a pié, cada día, a las 03.00 horas, las 7.000 personas que conforman el éxodo sin precedentes en Centroamérica comienzan a caminar a paso firme con el mismo sueño: llegar a EEUU y dejar atrás para siempre la violencia y el desempleo que los ha arrastrado a un viaje que tuvo su comienzo, pero que nadie sabe cuál será su final.

Cada madrugada cargan en los hombros o arrastran en carritos de bebé sus bultos en los que llevan sus escasas pertenencias. Muchas de estas personas caminan con bebés y con hijos pequeños decenas de kilómetros bajo un intenso sol que supera los 40 grados. Nadie se rinde, porque nadie quiere volver la vista atrás hacia unos países que prácticamente los expulsaron sin darles la oportunidad de trabajar o de no correr el riesgo de caer bajo las balas. 

Son 7.000 sueños caminando con lo poco que se pudieron llevar y con el temor de que en cualquier momento el Instituto Nacional de Migración de México les ponga fin.

Entre todas estas personas que sólo aspiran a una vida mejor, se encuentra una mujer que va sola con un pequeño bolso en su mano, un paraguas para protegerse del sol y un sombrero del club de fútbol hondureño Olimpia. María Carvajal, de 63 años y originaria de San Pedro Sula, asegura que pese a su edad, sus miras son "trabajar en EEUU de lo que haya, cuidando niños o hacer cualquier cosa", con el fin de poder ayudar económicamente a sus ocho hijos. En cuanto vio en la televisión que la Caravana Migrante echaba a andar de su ciudad el pasado 13 de octubre, no lo pensó dos veces y sin avisar a ninguno de sus hijos, cogió dos vestidos, llamó a un taxi y se sumó al éxodo de su país.

"En Honduras no ganaba nada y vivía de lo que mis hijos me daban, por lo que mi intención es ayudarles a ellos así como me han ayudado a mí", afirma Carvajal, quien lanza un mensaje a Donald Trump: "Le diría que voy a EEUU por un trabajito y no a molestarle", dijo a la BBC. La mujer se agarra a un libro que le han regalado en el camino, titulado '¿Qué nos enseña la Biblia?', y afirma que pese a la intención del presidente estadounidense de no dejarles entrar, "Dios nos guía y Él sabe dónde nos lleva". Tiene claro que su objetivo es llegar a Nueva York, donde vive una amiga hondureña. Esta incansable mujer caminó entre las 03.00 y las 06.00 horas más de 20 kilómetros. Carvajal considera "normal" que mucha gente haya optado por salir de Honduras, un país donde "hay familias enteritas que amanecen muertas en sus casas, en las calles y metidas en bolsas, incluidos niños inocentes, algo que no es justo".

Por su parte, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump,ha anunciado que enviará más de 5.000 soldados a la frontera con México, lo cual esto no merma la ilusión de la "Caravana Migrante".

"Es un grupo de personas peligrosas", afirmó Trump cuando falta menos de una semana para las elecciones del 6 de noviembre en las que el Partido Republicano podría perder el control del Congreso.