El hombre ha vegetado durante más de 10 años mientras su nombre agitaba el debate sobre la eutanasia en Francia

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21 de mayo de 2019, 4:00 AM
21 de mayo de 2019, 4:00 AM

Tras más de diez años en estado vegetativo por un accidente de tráfico, Vincent Lambert comenzó ayer un nuevo viaje hacia la muerte, después de que los médicos detuvieran por quinta vez su alimentación artificial al término de una batalla judicial que ha desgarrado a su familia y dividido a Francia.

Los doctores que le tratan en el hospital de Reims, en el este del país, volvieron a aplicar el deseo de su esposa, Rachel, junto a cinco de sus hermanos, que consideran que dejarle morir es lo más humano que se puede hacer, después de que se descartara toda esperanza de restablecimiento y recuperación de la conciencia. Frente a ellos, los padres y dos de sus hermanos, que han agotado todos los recursos posibles para que no se le retire la sonda que le nutre y le hidrata, el último vínculo que le mantiene con vida.

Los progenitores, militantes de la asociación ultracatólica San Pío X, vieron cómo el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo rechazaba, por tercera vez, un recurso para seguir alimentando a Lambert de forma artificial. La vía judicial aparece agotada.

Se aferran con fuerza a la petición de mayo pasado del Comité de los derechos de las personas con discapacidad de la ONU de frenar la desconexión mientras examinan con profundidad el caso. Tampoco encontraron eco en el presidente, Emmanuel Macron, a quien pidieron una intervención de última hora, pero que a través de las redes sociales ha preferido mantenerse al margen.

Salvo sorpresa de última hora, esta vez parece que nada frenará el lento camino hasta la muerte de este enfermero, que ahora tiene 42 años, los últimos diez postrado en una cama de hospital, un cuerpo que respira autónomo, pero un cerebro que no da ningún signo de consciencia.