La agricultura y la ganadería intensiva, la minería y la ocupación de tierras están detrás del desastre ecológico que enfrenta el principal pulmón verde del mundo

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31 de agosto de 2019, 4:00 AM
31 de agosto de 2019, 4:00 AM

Tres actividades industriales, además de los incendios, están matando la Amazonia que abarca a nueve países sudamericanos: Brasil, Perú, Bolivia, Colombia, Venezuela, Ecuador, Guyana, Francia (Guayana Francesa) y Surinam. Los incendios forestales acapararon la atención internacional sobre la vulnerabilidad de la Amazonia, pero la selva tropical más grande del mundo también enfrenta otras amenazas: la actividad agrícola y ganadera intensiva, la extracción minera y la ocupación de tierras.

Frontera agrícola

Una de las mayores amenazas que pesan sobre la selva amazónica es la deforestación de amplias extensiones en esta región de cerca de 5,5 millones de km2.

“La principal causa de la deforestación es el avance de la frontera agrícola”, confirmó José Luis Capella, director de un programa de protección de bosques en Perú, un país que tiene la mitad de su territorio en la Amazonia.

En Ecuador, por ejemplo, la superficie agrícola aumentó un 23% entre 2000 y 2017 en los territorios amazónicos. Los agricultores de países como Brasil, Perú, Ecuador y Bolivia talan árboles y queman la tierra para obtener más terrenos agrícolas y áreas para el ganado, provocando incendios incontrolables.

Este año, el Gobierno del presidente Evo Morales permitió a los agricultores cultivar 20 hectáreas de tierras de tala y quema, en comparación con las 5 hectáreas anteriores, una medida que ha sido criticada por los ecologistas. En algunos países como Colombia y Perú la deforestación también obedece a cultivos ilegales de hoja de coca. En los bosques amazónicos colombianos 169.000 hectáreas fueron destinadas a este fin, según la ONU.

Extracción minera

Otro riesgo para la Amazonia presente en Venezuela, Perú, Surinam, Guyana y Guayana Francesa es la minería legal e ilegal que causa importantes daños por la tala de árboles y por los químicos, como el mercurio, utilizados para extraer oro y otros minerales, que contaminan ríos y suelos.

“El fuego no es el único peligro que amenaza o destruye la Amazonia”, la extracción tiene una gran responsabilidad, dijo el domingo en un foro el Gran Consejo de los pueblos indígenas de Guayana. En este territorio francés, desde 2003, el número total de bosques destruidos por la extracción de oro, legal o ilegal, asciende a 29.000 hectáreas. En Venezuela, donde la selva ocupa el 50% de su territorio, el Gobierno de Nicolás Maduro emprendió desde 2016 la explotación de bauxita, coltán, diamantes y oro, en una zona de más de 110.000 km2.

“La extracción minera es mucho más grave que el daño causado por los incendios”, indica Cecilia Gómez Miliani, directiva de la ONG venezolana Vitalis.

Ocupación de tierras

La invasión de tierras es otro de los problemas que ponen en peligro a la región. En zonas donde apenas llega el control del Estado, hay quienes se instalan de forma ilícita en terrenos para luego tratar de legalizar su posesión.

“La acaparación de tierras se tiende a confundir con la ganadería”, dice Carolina Urrutia, directora de la iniciativa colombiana Parques Cómo Vamos. “Pero hay un fenómeno más complejo detrás de ese proceso” que son las posibilidades que ven los políticos y empresarios “de adueñarse de la mayor cantidad de tierra posible” para su futura venta, agrega.

“La ausencia de control institucional sobre el mercado informal de tierras y la apropiación de baldíos de la nación permiten este fenómeno”, coincide Rodrigo Botero, director de la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible.