En esta población de 1.522 habitantes encontrar a alguien que no vote por AMLO, como se lo conoce en México, sería una tarea titánica

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28 de junio de 2018, 8:36 AM
28 de junio de 2018, 8:36 AM

En la pequeña villa de Tepetitán, en el estado mexicano de Tabasco (sureste), hombres y mujeres que rondan los 60 años comparten memorias acerca de Andrés Manuel López Obrador, el niño "cariñoso" que jugaba béisbol y saltaba a nadar al río del pueblo durante tardes de sol y risas.

El hijo mayor de Andrés López y Manuelita Obrador, vecino de la niña María Cruz y compinche de Herminio, dejó Tepetitán hace más de 50 años, pero su paso bien puede trascender a través de los recuerdos de algunos viejos o, más aún, como mito o epopeya política.

En esta población de 1.522 habitantes encontrar a alguien que no vote por AMLO, como se lo conoce en México, sería una tarea titánica.   "Para nosotros sería un orgullo decir que es de este pueblo, que en este pueblo nació un muchachito humilde y que su tenacidad, su lucha, lo hizo llegar hasta la presidencia de nuestro país", dice Herminio Cámara, de 61 años.

Cámara recuerda que antes de ser candidato, lo que que emocionaba a Andrés Manuel, quien acude como claro favorito en estas elecciones del domingo, era refrescarse en las aguas del río.

"Cuando estábamos chamacos (niños) en la primaria cruzábamos el río nadando y a veces hacíamos concursos a ver quién llegaba primero", recuerda Cámara, jubilado de la petrolera estatal Pemex, clave para la economía tabasqueña.

De jugar juntos al trompo y las canicas, Cámara pasó a acompañar a López Obrador, de 64 años, en muchas de sus batallas políticas, como las marchas hasta la capital mexicana en la década de 1990 protestando por presuntos fraudes en elecciones locales.

"Sabemos que no trae una varita mágica, que es una lucha larga", agrega.

 "Que no los defraude"

A 100 metros de la plaza del pueblo está la casa de María Cruz Domínguez, ubicada en el mismo malecón donde vivían los padres y los abuelos del candidato.

En su sala de muebles envejecidos, Domínguez, médica de 59 años, apunta que México nunca ha tenido un presidente nacido en el sureste, una región minada por desempleo y pobreza.

Recuerda a López Obrador como un chico "muy sano" que jugaba con sus hermanos mayores y al que ella miraba con cierta fascinación.

Orgullosa, muestra su vasta colección de recortes de periódicos -unas 500 páginas que compendian la trayectoria del candidato- y lamenta no haberlo visto la última vez que visitó el pueblo.

"Quise salir pero andaba en bata y cuando salí ya se había ido", relata.

La expectativa sobre un gobierno de AMLO es ciertamente elevada en Tabasco. Los candidatos a gobernador y diputados de la coalición de López Obrador superan el 60% de las preferencias, según una reciente encuesta del diario El Financiero.

"Somos el peor estado en cuestión de empleo del país", dice Roberto Villalpando, candidato a la alcaldía de Macuspana, municipio al que pertenece Tepetitán y donde 80% del empleo depende de Pemex.

Una propuesta de AMLO es revertir la reforma energética de 2014 que abrió este sector a la inversión privada tras 70 años de monopolio estatal. Para el candidato, esta medida golpeó a Pemex, la petrolera estatal considerada otrora como un baluarte de soberanía nacional.

"Andrés Manuel está pensando realmente en la reactivación de Pemex. Y se viene mucho para Macuspana, mucho empleo", afirma Villalpando.

A palacio o a "La Chingada"

Tales metas requerirán toda la ayuda posible. Tan es así que vendedores de artículos esotéricos de Villahermosa, capital de Tabasco, crearon la veladora de AMLO, un artículo habitual para adorar deidades.

"Son para darle energía positiva, ayuda mística. Para eso la gente lo está comprando, para que llegue al triunfo con la luz. No es un santo", aclara Gloria Ruiz, vendedora de 47 años.

Y la eventual celebración también cuenta con bebida oficial: un vino hecho por un fabricante local a base de flor de jamaica y que lleva la marca "AMLO: 2018-2024".

Empezando la campaña, López Obrador marcó sus opciones: triunfar o irse a "la chingada", popular expresión mexicana que significa irse o abandonar la carrera. Sin embargo, también es el nombre del rancho que heredó de su padre y donde suele refugiarse con sus familiares.

Ubicado en Palenque, Chiapas (sur), el rancho ya no es más un lugar remoto y su entrada, un portón negro sobre la avenida principal del pueblo, se pierde entre viviendas y pequeños negocios.

"Su entrada (no es) nada ostentosa, ni su casa es ostentosa, muebles muy sencillos. Si llega a ser presidente que le eche una manito y la mejore", bromea Luz Rodríguez, de 73 años, vecina desde hace un cuarto de siglo.

Y aunque le encantaría tenerlo de vecino permanentemente, Rodríguez confía en que el candidato de izquierda ya no tenga que regresar.