La difusión de imágenes sexuales sin consentimiento va más rápido que la ley en muchos países del continente. Un estudio analiza cómo esta práctica criminaliza a las mujeres en la mayoría de los casos

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26 de septiembre de 2018, 11:04 AM
26 de septiembre de 2018, 11:04 AM

Desiré Luzinda era en 2014 una de las cantantes más populares de Uganda, cuando un exnovio enfadado publicó unas fotos íntimas de la artista en las que aparecía desnuda.

No solo no tuvo herramientas legales para denunciarlo, sino que el ministro de Ética e Integridad, Simon Lokodo, declaró que la artista "debería ser encerrada y aislada", según publica el diario español El País. El político añadió que se debería abrir una investigación contra Luzinda en base a la ley antipornográfica aprobada un año antes para perseguir este tipo de "comportamientos indecentes". 

La cantante consiguió ser perdonada por la sociedad tras pasar un tiempo literalmente escondida y emitir un mensaje público de perdón por sus actos. Su caso está recogido en un estudio realizado por una investigadora noruega y otra de Malawi y publicado por la revista Nature sobre el llamado porno de venganza.

Sarai Chisala-Tempelhoff, investigadora y presidenta de la asociación de mujeres abogadas de Malawi es una de las autoras. "La sociedad no concibe esta práctica como un modo de violencia, o al menos no lo suficiente. Tienden a pensar que la mujer que se ha dejado grabar así es estúpida por haberlo permitido y no reciben apoyo", explica Chisala.

Las represalias llegan también en el caso de los hombres, aunque la condena social a la que se enfrentan suele ser menor.

Lillian Nalwoga, presidenta de la Internet Society (organización que promueve el uso responsable de Internet en el mundo) de Uganda explicó a El País en un mail: "Cuando apareces en uno de estos vídeos, se te considera menos mujer y eres condenada por la sociedad. Hay esfuerzos de las defensoras de derechos para exigir a las autoridades que dejen de criminalizar a las víctimas, al tiempo que conciencian sobre esta nueva forma de violencia machista".

La ley con la que se pretendió enjuiciar a la estrella del pop ugandesa es conocida como la de las minifaldas, porque poco después de su aprobación se registraron ataques a féminas que llevaban esta prenda por la calle. "La ley legitima los abusos contra las mujeres y proporciona una cobertura legal para la perpetuación de los ideales patriarcales sobre la modestia femenina", aseguró Aministía Internacional en un informe de 2014.

La violencia machista es un problema gravísimo en Uganda, donde los crímenes de mujeres están envueltos en la impunidad más absoluta y la normativa sobre delitos digitales en la región tampoco avanza a la velocidad necesaria.