Los feminicidios matan a miles de mujeres todos los días. La violencia sexual se expande por el machismo y la falta de sanciones de parte de los sistemas judiciales

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11 de diciembre de 2018, 4:00 AM
11 de diciembre de 2018, 4:00 AM

El ginecólogo congoleño Denis Mukwege y la activista yazidí Nadia Murad, dos símbolos de la lucha contra la violencia sexual, recibieron ayer el Premio Nobel de la Paz, que este año pone la atención en el uso de la violación como arma de guerra.

Murad, de 25 años, y Mukwege, de 63, recibieron el galardón conjuntamente en Oslo, tras ser reconocidos por el Comité Nobel “por sus esfuerzos para poner fin al uso de la violencia sexual como arma de guerra”.

Mukwege lleva 20 años tratando las horribles heridas y los fuertes traumas de los que son víctimas mujeres en el este de República Democrática del Congo, golpeado por la guerra.

“Hemos sido capaces de trazar una línea roja contra las armas químicas, las armas biológicas y las armas nucleares”, dijo a la AFP. “Ahora debemos trazar también una línea roja contra la violación como arma de guerra”.

Murad se convirtió en una infatigable defensora de los derechos de los yazidíes desde que sobrevivió a los horrores del cautiverio en manos del grupo Estado Islámico (EI), que se hizo con amplios territorios en Irak y Siria haciendo de la comunidad kurdófona uno de sus blancos.

Capturada en 2014, fue sometida a un matrimonio forzado, golpeada y víctima de una violación colectiva antes de lograr escapar.

Los dos colaureados dedicaron su premio a los cientos de miles de mujeres que sufrieron violencia sexual en todo el mundo.

“Denis Mukwege es el ayudante que dedicó su vida a defender a estas mujeres. Nadia Murad es la testigo que habla de los abusos de los que fueron víctimas ella y otros”, dijo la presidenta del Comité Nobel, Berit Reiss-Andersen, al anunciarse el premio.

“Cada uno de ellos, a su manera, ayudó a dar mayor visibilidad a la violencia sexual en tiempos de guerra, para que los autores rindan cuentas por sus acciones”.

Murad y Mukwege representan el combate contra una lacra global que va más allá de un único conflicto, como demostró el movimiento #MeToo y #NiUnaMenos.

Mukwege ha tratado a decenas de miles de víctimas, ya fueran mujeres o niños e incluso bebés de apenas meses, en su hospital de Panzi, que fundó en 1999 en la congoleña Kivu del Sur. Murad fue una de los miles de mujeres y niñas yazidíes secuestradas, maltratadas y violadas por los yihadistas durante su campaña de 2014

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