El vigilante penitenciario Toshio Sakamoto nunca se había preguntado si la pena de muerte en Japón era legítima. Nunca hasta que conoció a condenados

El Deber logo
7 de septiembre de 2018, 17:37 PM
7 de septiembre de 2018, 17:37 PM

El vigilante penitenciario Toshio Sakamoto nunca se había preguntado si la pena de muerte en Japón era legítima. Nunca hasta que conoció a condenados. Ahora denuncia un sistema cruel tanto para los reclusos como para los guardias.

Su visión cambió al verse confrontado a los condenados y al sistema de ejecución, que las oenegés consideran opaco y cruel, sobre todo desde el ahorcamiento en julio de 13 miembros de la secta Aum, responsable del atentado con gas sarín en el metro de Tokio en 1995.

"Comencé a tener dudas viendo a estos prisioneros. Si nos atenemos a los reportajes de televisión, todos ellos son criminales espantosos (...) A menudo son personas más bien débiles, que han sido discriminadas, cuando en realidad hay individuos realmente peligrosos que, en su caso, reciben penas más bajas", afirma Sakamoto.

Este vigilante, hijo de un director de centro penitenciario, pasó 27 años en contacto con condenados a muerte, si se cuenta su trabajo en las cárceles y en el ministerio de Justicia.