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27 de abril de 2018, 4:00 AM
27 de abril de 2018, 4:00 AM
Una vez más
,  Evo Morales decidió con un criterio más político que técnico el alza salarial. Fijó el incremento en un punto intermedio de lo que exigía la COB (10 por ciento) y el techo que propuso la dirigencia empresarial (3 por ciento). Como el aumento del 5,5 por ciento al sueldo básico y del 3 por ciento al salario mínimo probablemente no convencía a los trabajadores, se comprometió a retomar a fin de año el pago del doble aguinaldo, lo que aparentemente compensa la concesión de la organización sindical, pero puede fulminar a muchas empresas. En términos generales, es probable que los privados hasta hubiesen preferido un aumento ligeramente superior al acordado bilateralmente entre Morales y la representación obrera a soportar otro doble aguinaldo, que implica prever una planilla salarial adicional que se cargará a su, de por sí, cada vez más pesado costo laboral. Lo preocupante es que como a varias empresas posiblemente no les cuadrarán los números, no les quedará otra salida que achicar sus estructuras, lo que implica inminentes despidos.


La promesa presidencial del doble aguinaldo
se apoya principalmente en la proyección de una leve mejoría del precio internacional del petróleo y de los ingresos del gas. Sin embargo, para algunos analistas económicos será un repunte insuficiente para alcanzar un crecimiento superior al 4,5 por ciento del PIB. En consecuencia, creen que para cumplir su anuncio Evo Morales se verá obligado a cambiar el decreto del doble aguinaldo, fijando una cifra inferior a la establecida, o el INE no tendrá otra salida que maquillar los indicadores para que el presidente no pase grandes apuros en diciembre y en pleno ingreso al año de las elecciones generales.  

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