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29 de abril de 2018, 4:00 AM
29 de abril de 2018, 4:00 AM

-Crear empleos para los jóvenes debería ser una apuesta seria y duradera del Estado y de los privados. El llamado bono demográfico de Bolivia tendría que ser una ventaja competitiva o el motor del crecimiento económico. Mientras en el mundo desarrollado muchas naciones envejecen y sufren por la falta de población en edad de trabajar, aquí abundan recursos humanos. Lamentablemente, el ‘bono’ se ha convertido en ‘carga’, ya que el sistema no genera empleo para los jóvenes, que son el 25 por ciento o más de la población. Paradójicamente, la juventud goza ahora de más acceso a la educación que las anteriores generaciones, pero tiene menos oportunidades de trabajar que estas. En la mayoría de los casos, consigue empleo temporal, con sueldos precarios y sin contratos. La situación resulta insostenible y hay que considerarla de altísima prioridad en la agenda pública.

-Hay razones para que los empresarios desconfíen de la ley de empresas sociales. En vez de abrir el candado para la confiscación de la propiedad, el Gobierno debe alentar el emprendedurismo en los mismos trabajadores para multiplicar los empleos. No conduce a verdaderas soluciones económicas el posible traspaso de las empresas quebradas a los obreros. En realidad, se deberían agotar los esfuerzos para evitar el derrumbe, ya que luego es casi imposible volver a levantarlas.

-El Gobierno no puede avanzar de espaldas a los trabajadores, pero tampoco de espaldas a los empresarios. Está demostrado históricamente que la alianza público-privada lleva a mejor puerto que el enfrentamiento. Estamos en un momento de distanciamiento y podría llegarse a una ruptura por los recientes anuncios salariales. Lo mejor es curar las heridas con medidas creativas y acordadas para cuidar las empresas y fomentar las inversiones. 

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