Opinión

20 años del Patujú de Bronce

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12 de diciembre de 2018, 4:00 AM
12 de diciembre de 2018, 4:00 AM

Hoy EL DEBER se viste de gala para entregar el galardón más importante de esta casa periodística: el Patujú de Bronce, un premio que reconoce la vida y la obra de seres extraordinarios; muchos de ellos anónimos, pero que se destacan porque dedican su vida a hacer la diferencia, a edificar una mejor sociedad.

Así como es el bastión del esfuerzo, del desarrollo, del don de ser, Santa Cruz es la cuna de este reconocimiento que ya ha sido recibido por decenas de luchadores y se ha convertido en un símbolo que valora lo mejor del ser humano.

Este año tiene un sello especial, porque EL DEBER reconoce como personaje del año a todas las expresiones de la sociedad civil, que han sido capaces de organizarse para abrir nuevas sendas de gobernanza. Las plataformas ciudadanas que expresan lo que el poder constituido (del oficialismo y de la oposición) no han logrado reconocer: la necesidad de respeto a la democracia y a las libertades; mientras que la validación del arte y la cultura como savia imprescindible para avanzar han sido el estandarte de Resiliencia.

Frente al descrédito de la justicia, la Clínica Jurídica de Palmasola, ha hecho posible que se visibilice la realidad de decenas de personas injustamente detenidas y ha posibilitado que algunas de ellas puedan salir del indebido o sobredimensionado encierro. En el ámbito productivo, destaca el agrónomo Marín Condori, que, a base de estudios científicos, logró tropicalizar la semilla de la quinua, con lo que espera que se amplíe la producción nacional y la exportación.

Said Eduardo Pérez es un científico, pero sobre todo un maestro que ha logrado apasionar a sus estudiantes en robótica. Ha sido el mentor de estudiantes que no solo representaron a Bolivia en un evento mundial, sino que colaboró para que se ubiquen entre los mejores del planeta durante dos años seguidos. Está abriendo camino y eso es digno de aplaudir. De clase mundial también es Diseños y Autores Bolivianos, un evento que ya lleva cuatro años y que es la vitrina de la creatividad, la cultura y el arte que manos bolivianas plasman en la moda y ponen en alto al país.

Trenzando sonrisas es la plasmación de la resiliencia. Daniela Lozano es la jovencita que convirtió su propia sanación del cáncer en una oportunidad para dar amor y esperanza al convocar a sus compañeros para confeccionar pelucas que alivien en algo el impacto de la cruel enfermedad. Otro joven, el piloto de motociclismo Marco Gonzalo Antezana, ha destacado por vencer en torneos internacionales y ser una promesa del deporte nacional.

Una lucha que comenzó en Argentina ya es una causa mundial. El movimiento #NiUnaMenos se ha convertido en un grito desesperado para acabar con las 2.000 muertes anuales en el mundo, causadas por la violencia machista. En el planeta y en el país está claro que la lucha no acabará mientras sigan los abusos contra las mujeres.

EL DEBER se enorgullece por premiar cruzadas individuales que son inspiración de amor. El Patujú de Bronce, forjado con convicción, es el símbolo del compromiso de esta casa periodística con Santa Cruz y con Bolivia.

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