Opinión

¡Abajo cadenas!

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10 de diciembre de 2018, 4:00 AM
10 de diciembre de 2018, 4:00 AM

En solo dos años, de 2015 a 2017, 2,3 millones de venezolanos abandonaron su país forzados por las penurias acarreadas por el Socialismo del Siglo XXI. Ahora viven en latitudes jamás sospechadas y muchos aportan sus conocimientos y habilidades para el beneficio de otras sociedades. Al Jazeera, la agencia noticiosa árabe, ha traído estos días datos sobre el éxodo venezolano, reflejo de la magnitud de la sangría de la nación que hasta no hace mucho era la sociedad latinoamericana más cerca del primer mundo que ninguna otra.

Con números actualizados hasta agosto, los emigrantes siguieron los siguientes destinos: Colombia, 870.093; Perú, 354.421; Estados Unidos, 290.224; España, 208.333; Chile, 105.756; Argentina, 95.000; Panamá, 75.990; Brasil, 55.000; Italia, 49.831; Ecuador 39.519; México, 32.582; República Dominicana, 25.872; Portugal, 24.603; Canadá, 24.775; Costa Rica, 8.892; Uruguay, 8.589; Bolivia, 5.194; Trinidad y Tobago, 4.000; Paraguay, 449.

En aquellos dos años ocurrieron las protestas de mayor magnitud conocidas en Venezuela, con un saldo de más de un centenar de muertos, en su mayoría jóvenes que fueron a las calles a protestar contra la carestía de la vida y la falta de oportunidades.

Los venezolanos sienten la reacción internacional como insuficiente y tardía, no concordante con la actitud libertaria de su país en tiempos de las guerras independentistas, cuando las milicias llaneras cruzaron los Andes hasta expulsar a todas las fuerzas realistas.

Todos los países de la región han extendido auxilio en favor de los venezolanos, Colombia y Perú en mayor grado, no en la medida en que la mayoría venezolana aguardaba, pero sí dentro de lo posible en una región siempre con el cuello apenas arriba del agua. Además de la represión, todos escapan de la inflación, que para estos días habría alcanzado la cifra espantosa de un millón por ciento. Es decir, las unidades de bolívares que usted necesitaba para comprar cualquier bien a comienzos de año, habría que multiplicarlas por un millón para ahora comprar lo mismo.

Se calcula que de la tierra de Bolívar y Sucre han salido unos cuatro millones de personas, desde la instauración del régimen del Socialismo Siglo XXI, la ruta que también sigue el gobierno boliviano.

Como en todos los fenómenos de esta naturaleza, salieron primero los mejor preparados, los con mayores posibilidades de ubicarse. En la segunda década del siglo, el éxodo asumió caraterísticas masivas, en una magnitud nunca conocida por el continente. De los millones de emigrantes, unos 13.000 son médicos. En números parecidos se ubican ingenieros, arquitectos, investigadores, talentos que quién sabe si alguna vez emprenderán la ruta del retorno.

El otro día, como muestra casual de lo que ofrece la Venezuela del exilio, en casa de unos amigos en Santa Cruz los anfitriones invitaron una delicadeza de la culinaria de ese país: El pan de jamón, que todos comieron con avidez. Sin haber llegado a las hallacas ni al pernil, dejé la reunión con nostalgia de esa tierra. Imagino que ese pan de jamón es una historia de suceso de pequeños emprendedores que no se dejan abatir y aún en tierras lejanas gritan con su himno nacional: ¡Abajo cadenas!

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