Opinión

Agrocombustibles

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16 de mayo de 2018, 4:00 AM
16 de mayo de 2018, 4:00 AM

La producción de etanol para su mezcla con gasolina finalmente ha sido aceptada por el Gobierno de Bolivia, lo que representa un importante aliciente para la agricultura, la industria, las fuentes de trabajo, el ahorro de divisas, además de ciertas ventajas ambientales. 

Aprovechando este impulso, se debe pensar también en el desarrollo del otro agrocombustible: el biodiesel, que es un líquido que se obtiene a partir de aceites naturales vegetales o grasas animales, mediante procesos industriales de esterificación y transesterificación, y que se usa en la preparación de sustitutos totales o parciales del diésel obtenido del petróleo. 

El primer motor de Rudolf Diesel funcionó por primera vez en Alemania el 10 de agosto de 1893. Diesel presentó su motor en la Exposición Mundial de París de 1900. Este motor es un ejemplo de la visión de Diesel, ya que era alimentado con aceite de maní, un biocombustible. El señor Diesel quería que el uso de un combustible obtenido de la biomasa fuese el verdadero futuro de su motor. 

En la década de los 20 del siglo pasado, los fabricantes de motores diésel adaptaron sus propulsores a la menor viscosidad del diesel mineral, frente al aceite vegetal. La industria petrolera amplió el mercado de los carburantes porque su producto era más económico de producir que la alternativa extraída de la biomasa. El resultado fue por muchos años la casi desaparición de la producción de combustibles generados por la biomasa. 

Solo recientemente, la preocupación por el ambiente y la menor diferencia de precios han hecho de los agrocombustibles una alternativa válida. 

Se debe aprovechar esta oportunidad para desarrollar los modelos sostenibles que diseñamos en su momento para la producción de biodiésel a partir de semillas de oleaginosas no comestibles y con cuyo cultivo recuperamos grandes extensiones de suelos degradados, generamos miles de puestos de trabajo en zonas deprimidas, produciendo millones de litros de aceite para transformarlo en biodiésel obteniendo como subproducto miles de toneladas de abono/fertilizante orgánico. 

Esta es una excelente oportunidad para desarrollar sistemas de producción de energía autorregenerativa. 

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