Opinión

Anticuado recurso del método

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19 de abril de 2018, 4:00 AM
19 de abril de 2018, 4:00 AM

Probablemente los asiduos lectores de EL DEBER, especialmente nuestros coetáneos que peinan canas, recuerden los años 70 del siglo XX, ‘problemático y febril’, cuando los golpes de Estado y las famosas gloriosas estaban en su auge, que no es mentira que uno se retiraba a dormir por la noche y despertaba con un nuevo dictador instalado en el Palacio Quemado.

Por esos años de triste recordación, entre otras novelas que se ocuparon del tema de referencia, destaca El recurso del método, del escritor cubano Alejo Carpentier (1904 – 1980), que hace alusión, precisamente, a los alzamientos “a la boliviana” a través de los cuales se entronizaban y destronaban dictadores de la noche a la mañana.

Consideración aparte nos merecen los movimientos revolucionarios y las acciones guerrilleras por cuanto postulaban la transformación social profunda, y no la simple sustitución de clases en el gobierno que sigue siendo el objetivo central de los golpes de Estado. Un ejemplo emblemático lo constituye la triple alianza conformada entre el MNR, la FSB y los militronches en 1971, para cerrarle el paso al ascenso de los movimientos sociales.

Actualmente, al menos en nuestro país, “el recurso del método”, violento en su implementación ha quedado anticuado y sobrepasado por la historia y el sistema democrático, que es el menos malo de los gobiernos que llegó para quedarse. Pero no hay que forjarse falsas ilusiones porque la política, que es el arte de lo posible – según dicen -, ha engendrado nuevas variables que tienden al mismo fin de arrebatar el poder por otros medios. Entre tales variables citamos de manera enunciativa, por razones de espacio, los golpes blandos, los procesos judiciales y el referéndum, cada cual con su propio procedimiento sui géneris, de los que se valen preferentemente los opositores, que son los directamente interesados en arrebatar el poder a los oficialistas, y les está dando óptimos resultados.

Además de los enunciados, existe otra modalidad típicamente fascista que opera de manera encubierta a través de las redes sociales, con la consigna específica de hablar mal del prójimo, ponerlo por los suelos, pero el blanco favorito es el presidente Morales, contra quien descargan toda su artillería mediática. Con tal de sacarlo de circulación, le imputan todos los escándalos y delitos que imaginarse pueda.

Y actúan amparados en el anonimato, pero el vulgo presiente quiénes son realmente, quién los digita y a qué intereses de clase obedecen. Cuánto no darían por enjuiciarlo y tener el gusto – análogo al que tuvieron los adversarios de Lula da Silva - de ver la foto de Evo Morales preso en Chonchocoro.

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