Opinión

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¡Avisados estamos!

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10 de febrero de 2019, 5:00 AM
10 de febrero de 2019, 5:00 AM

El jueves 7 de enero, a las 17:00, el presidente Morales tuiteó: “En reunión en Uruguay, apoyamos y nos sumamos al Mecanismo de Montevideo, impulsado por #México, #Uruguay y Caricom para promover el diálogo en #Venezuela, en el marco del respeto al derecho internacional y la soberanía. Reafirmamos rechazo a las amenazas de intervención militar”.

Horas después, nos enteramos de que Bolivia (y México) decidió no firmar la convocatoria realizada por el Grupo de Contacto Internacional (13 países) que hicieron una especie de grupo de ‘no alineados’, que buscaban salidas para la problemática venezolana. ¿La razón? Pues, a decir de Diego Pary, no es correcto pedir elecciones libres y democráticas en Venezuela, país que, según los que se alinearon nomás con Maduro (no con Venezuela), ellos deben solucionar sus problemas por la vía del diálogo, cuando ya sabemos que para que exista diálogo ambas partes deben estar dispuestas a desprenderse de muchas de sus irreductibles posiciones. En el caso de Maduro, todo se soluciona con él en el Gobierno, cuando todos saben que él es ilegal, situación que se planteó desde su irregular elección del 2018 y se consumó con su posesión en el 2019.

No hay diálogo posible, Maduro no va a ceder; Venezuela y el propio Morales en Bolivia, juegan a la ‘normalización de la irregularidad’, al cansancio, al desgano, al desánimo de quienes sienten que no tiene sentido salir a la calle, que no vale de nada insistir porque, al final, ‘no se quieren ir’.

A eso se apunta en Venezuela, donde ya la gente se metió a sus casas y dejó de salir el año pasado y el gobierno juega a eso, como juega a eso Evo Morales cuando sigue el camino de Maduro e insiste en que será candidato y que el país “es soberano” y que tiene “instituciones/órganos” que lo legalizaron, cuando en realidad lo que hicieron fue avalar sus irregularidades, como habilitarle una postulación después de que el 21-F se le dijera que No; que se le facilitó la habilitación por medio del TSE, con la irregular votación de ratificación de candidatos en las llamadas primarias y, seguramente seguirán sacando otros trucos de la caja de Pandora gubernamental hasta lograr que la población, que ya salió otras veces y se metió en sus casas, esta vez se meta a militar en agrupaciones políticas y decida participar en unas elecciones ilegales (como las de Maduro) fórmulas políticas de mira a octubre del 2019, es decir, a la elección general.

A Morales y a su gente les incomoda la posibilidad de que la CIDH pueda considerar que los pedidos y solicitudes realizadas por ONG y partidos sobre su ilegalidad siquiera sea tratada en el seno de esa organización; recordemos que el masismo salió a argumentar que la vergonzosamente tardía aceptación del caso de Nicaragua (más de 7 años que pudieron evitar más de 400 muertes) no es nada que los afecte, porque ellos están avalados por un fallo del TCP, cuando eso fue precisamente lo que la CIDH ha observado: el irregular procedimiento de la CSJ de Nicaragua, al habilitar a Ortega; pero, es mucho pedirles a los que solo quieren poder y no observan las reglas preestablecidas de la democracia, por eso digo que esto va más allá.

Morales está decidido a quedarse con su participación ilegal en elecciones amañadas; tienen todo para hacerlo; ya hicieron pruebas y van afinando los mecanismos para consolidar una ilegal elección: las llamadas primarias fueron el perfecto laboratorio de ensayo; en 2 o 3 días se pueden manipular votos y porcentajes hasta darles lo que ellos quieren; están listos para hacerlo y no tienen escrúpulos para ello.

Ahora tienen a la CIDH (Comisión Internacional de Derechos Humanos) en el país y ordenaron a sus huestes que los reciban como si fueran dignatarios de Estado... los llenaron de guirnaldas y ponchos, pensando que a lo mejor de esta manera logran que esta le dé tantas largas a su caso como al de Nicaragua, cosa nada difícil porque los burócratas son nomás burócratas en todos lados y se han insensibilizados tanto desde sus cómodos despachos y lugares que para ellos la importancia de la democracia real, la del respeto a las leyes, a las constituciones, la del respeto al voto de cada persona, la necesidad de evitar violencias internas y lograr pañosos estables, es nada más que una declaración vacía; ya dijo alguien: los tiempos de la diplomacia no son los tiempos de la diplomacia... pero, claro, ellos no son diplomáticos y, a lo mejor, ni siquiera democráticos y mientras sigan ganando sueldo... van bien.

Avisados estamos; menos mal que depende de la gente.

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